Menú

'Stop Making Sense', el reestreno en cine de la mejor película concierto de la historia

Stop Making Sense se reestrenó en cines para deleite de los fans de Talking Heads.

Stop Making Sense se reestrenó en cines para deleite de los fans de Talking Heads.
Stop Making Sense. | Elastica Films

El reestreno de Stop Making Sense, convenientemente remasterizado por la legendaria productora A24, trae a colación la figura absolutamente omnívora del fallecido Jonathan Demme. conocido por El silencio de los corderos, Philadelphia y comedias como Algo salvaje. Pero también un experto realizador de videoclips y, como aquí, documentales musicales. La grabación de este legendario concierto de Talking Heads mete al espectador de cabeza en una época en la que música podía ser mejor (desde luego), peor (más bien no) pero, en todo caso, definitivamente distinta.

Demme, figura siempre poco acomodaticia en el Hollywood moderno, inunda Stop Making Sense de imágenes que nada tienen que ver con una retransmisión televisiva de un concierto. Si en El Silencio de los Corderos el realizador fabricó la primera película de terror moderna, en Stop Making Sense se deja de monsergas para entregarse a la música filmada en estos cuatro conciertos celebrados en Hollywood en el año 84. Casi cuarenta años después, Stop Making Sense sigue adornándose de la carismática presencia de David Byrne y los audaces puntos de cámara de Demme.

Hay una energía visual, evidentemente impulsada por la música de Talking Heads, que introduce al espectador en el escenario y también entre el público que contempla el espectáculo. El documental impulsa a reflexionar sobre la enorme representación que supone grabar un concierto musical y la relación de lo filmado con el de un documento visual, pero es ante todo lo que quiere ser: música en (casi) directo.

stop-making-sense-2.jpg
David Byrne en Stop Making Sense | Elastica Films

Naturalmente, las canciones de David Byrne, comandando un grupo tan heterogéneo como la carrera de Demme, proporciona la gamberra poesía artística a un show que muestra a un realizador absolutamente capaz, uno que sin intervenciones personalistas sabe cómo canalizar una brillante representación que tuvo lugar en un espacio y un tiempo concretos. No hay bustos parlantes ni simulacros: el resultado, en efecto, podría ser el mejor "concert film" de la historia a la altura de The Last Waltz de Martin Scorsese o Rust Never Sleeps de Neil Young.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal