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'La Primera Profecía': y sin esperarlo, una grandísima película de terror

La primera profecía, precuela del mítico original de 1976, se pregunta cómo nació Damien. Se estrena en cines el 5 de abril.

La primera profecía, precuela del mítico original de 1976, se pregunta cómo nació Damien. Se estrena en cines el 5 de abril.
La primera profecía. | Fox

Con su estreno en 1976, La Profecía contribuyó a inaugurar, junto a las intocables El Exorcista y La semilla del diablo, estrenadas unos años antes, una edad de oro para el horror satánico y el cine fantástico en general. El que poco después se convertiría en director de Superman y Arma Letal, Richard Donner, realizó una película capaz de sacar del nicho de la serie B el género de terror, rechazando la vía psicológica de las obras de Friedkin y Polanski en favor del gran espectáculo servido por escenarios internacionales, estrellas de prestigio y -sobre todo- espectaculares asesinatos a cámara lenta que servirían de inspiración a la saga Destino Final.

La primera profecía, que se estrena ahora, tenía todo el aspecto de tratar de exprimir desesperadamente y a posteriori los réditos de aquella película, que generó dos secuelas con William Holden y Sam Neill, respectivamente. Un intento de revivir una franquicia muerta y enterrada con un filme fácil y de consumo rápido, de menor presupuesto y dirigido a llamar la atención del público juvenil de la saga The Conjuring, copiando los recursos de aquellas y la anterior y lujosa película de Donner, que recibió un Oscar por su memorable banda sonora de Jerry Goldsmith.

Lo cierto es que es todo lo dicho hasta ahora es verdad. La primera profecía de Arkasha Stevenson que ahora nos ocupa es eso, pero también es otras cosas, y la mayoría sumamente estimulantes. La película no opta por la vía fácil de los remakes y, asumiendo su naturaleza de precuela (¿quién es la madre de Damien, que resultaría ser el anticristo adoptado por Gregory Peck en la película original?) asume postulados visuales de la productora A24 para conjugarlos con éxito con las ideas de un horror palomitero de James Wan y sus Expedientes Warren.

El resultado es un filme comercial inusualmente elegante que se esfuerza por visualizar el Mal de una manera estimulante, y que desde luego hace todo lo que está en su mano para articularse como una película llena de guiños a la saga original, pero también una que se sostiene por sí misma. Stevenson, hasta ahora directora televisiva (como Donner en sus inicios) y debutante aquí en el largometraje, fabrica planos inventivos e inquietantes que, efectivamente, podrían resultar copias pretenciosas del denominado "horror elevado" de A24, pero que resultan admirables por revelar una cierta mirada: el instante en el que la niña Carlita aparece dividida en dos por el somier de una cama; la muerte (por supuesto, a cámara lenta) con la que da inicio el filme y sí, el ya famoso parto en el que el editor Bob Murawski, montador habitual de Sam Raimi, debe haberse esmerado para sortear la temible calificación NC-17 que prohibiría la entrada a los menores en la sala. En conjunto, La primera profecía parece un remix de aquella con nada menos que La semilla del Diablo o incluso la Posesión de Zulawski, una comparación de la que solo puede salir perdedora pero que delata el compromiso con el material de la nueva directora, que además introduce la semilla para una nueva saga que puede transcurrir de manera cómodamente paralela a la original.

Por supuesto, La primera profecía no está libre de asperezas, revelando la sustancia de su trama demasiado pronto a través de un "speech" del actor Ralph Ineson como el Padre Brennan, así como su (demasiado previsible) giro final, además de algún momento excesivamente alargado y pretencioso en el desenlace último de la trama. Pero son más bien pocas a la hora de resaltar las bondades de una película que no está obsesionada por los sustos y las muertes (precisamente donde la directora replica los momentos icónicos de la original) y sí con exprimir a tope la intensidad de una pedazo de actriz protagonista, Nell Tiger Free, cuya carrera debería lanzarse a partir de este papel. No es tampoco una mala evolución, en tanto la sangre sigue ahí y la directora Stevenson sabe conjugar bien el pasado y el presente, o más bien, lo anterior con su punto de vista de la historia. Efectivamente, La primera profecía aborda con un nuevo punto de vista femenino la sustancia de las películas originales, cómo el Mal ronda el Poder desde su misma concepción. Pero no hay injerencias de agenda a la hora de hacerlo: que se impulse el relato con la hermana Margaret explorando su femineidad, así como con los horrores del embarazo y el parto, no deja de resultar pertinente si tenemos en cuenta cómo La Profecía hacía lo propio con la paternidad de Gregory Peck y El final de Damien con la sexualidad del personaje de Damien adulto que encarnó Sam Neill.

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