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'Arthur', el excelente drama deportivo de Mark Wahlberg ambientado en Costa Rica

Arthur, en cines el 31 de mayo, cuenta la historia real contada en el libro de 2016 obra de Mikael Lindnord, protagonista d ella historia.

Arthur, en cines el 31 de mayo, cuenta la historia real contada en el libro de 2016 obra de Mikael Lindnord, protagonista d ella historia.
Arthur, con Mark Wahlberg. | Diamond

Con más visos de El único superviviente y otras cintas de acción obrera y militar de Peter Berg protagonizadas por el mismo Mark Wahlberg de Arthur, la película (muy bien dirigida por Simon Cellan Jones, desde luego mejor que la anterior del dúo, Family Plan) es, hay que decirlo, tan evidente como temible sobre el papel. Se trata de la odisea basada en hechos reales del equipo sueco de raid de aventura, y en particular de su líder, durante una prueba maratoniana en Puerto Rico y lo que ocurre en plena selva cuando se les une un perro callejero.

El resultado no abunda en sutilezas, pero Arthur es una película muy bien hecha que aprovecha la inmediatez de las cámaras digitales de eventos deportivos para "decorar" una acción que no se basa en el melodramatismo de "película con perro" sino, más bien, en el relato de la prueba física de los protagonistas. Pese a que el director Cellan Jones cae en algún momento sentimentaloide (ese plano enfático del perro bajo el agua mirando a cámara, con diferencia lo peor del film…) la mayoría del tiempo Arthur funciona como un trepidante drama deportivo de acción que, de manera sorprendente, arroja al espectador un puñado de escenas de vértigo interesantes como esa que tiene lugar en una tirolina a gran altura.

Pero la película funciona como un tiro a la hora de complementar a Michael, el frustrado deportista encarnado con su (mal) genio habitual por un excelente Wahlberg, como un perro callejero que se erige como símbolo de la resistencia y el sufrimiento, y en particular para él, en el de la ausencia de ego. Es ahí donde Arthur se convierte en un digno sucedáneo del primer Rocky, en su épica del perdedor y su poema al trabajo en equipo por encima de nociones de triunfo y fracaso. El ritmo nunca decae y, pese a la indefinición de ciertas situaciones, cierto aliento poético (el tiempo y la muerte, esos grandes temas) alimenta una película "bergiana", que no bergmaniana, en el mejor sentido del término. Que el final resulte conmovedor o no depende de la querencia del espectador por cierto tipo de historias y sí, desde luego por los animales, pero nada resta eficacia, honestidad y, ojo, intensidad, a un drama deportivo honesto, rápido y bien hecho.

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