
El abismo de las películas medias. Todo lo que hay entre el blockbuster de turno y la desconocida película de testimonial estreno es un mundo en sí mismo. Uno en el que puede pasar de todo, lo bueno, lo malo y todo lo que hay en medio. Y lo que hay ahora es esta Sombras del pasado, protagonizada por un Russell Crowe que, tras las muy defendibles Misión hostil y El exorcismo de Georgetown, se presenta en las carteleras españolas por tercera vez en un mes.
Crowe interpreta a un detective de homicidios jubilado y aquejado del alzheimer que vuelve a intestigar un caso del pasado, el de un recluso condenado a muerte que clama su inocencia. Sombras del pasado amaga con ahondar en el retrato de un desequilibrio, en la naturaleza del recuerdo y de la propia realidad (un crimen que alguien dice no haber comedido, un policía que no recuerda haber investigado) y por tanto la naturaleza de la ficción, la del relato de unos testimonios sobre su propia vida cuya veracidad no puede demostrar.
Pero esto no es Memento ni tampoco la más reciente La memoria de un asesino, un más que apañado thriller de Martin Campbell con otro protagonista olvidadizo, con el director Adam Cooper pasando por encima de mil agujeros de guion sin que el apenas pulcro producto pueda al menos ampararse en una coartada "pulp". El resultado es un thriller que desgraciadamente no puede disfrazar su mediocridad con alguna argucia formal o giro inesperado para nosotros, seguidores del género: todo en la película huele a ya visto y oído, pero a diferencia de las anteriores, no puede disimular su peor faceta, la de un conjunto de ideas deshilachadas que no pueden encontrar el camino... aunque al menos en tres cuartas partes del argumento nos mantenga razonablemente distraídos.
Quizá la única consciente de todo sea Karen Gillan, en una paródica interpretación del cliché de mujer fatal que oscila entre lo horrible y lo, podríamos pensar, clandestinamente burlesco. Russell Crowe, por su parte, solo necesita de su rotunda presencia e innegable sensibilidad para defender su trabajo, el de un tipo cuya falta de memoria de alguna manera -como si Jason Bourne se tratara- le permite volver a empezar. Nada puede, sin embargo, enmascarar que Sombras del pasado simplemente se permite más las licencias de las que luego puede pagar.