¿Se acuerdan de Un plan sencillo? Aquel excelente thriller de 1998 dirigido por Sam Raimi, demostrando que podía relajar su histérica cámara para abordar el thriller a la manera de sus amigos y referentes, los hermanos Coen, reflexionaba sobre cómo la avaricia puede enponzoñar la vida de las presuntas buenas personas de una pequeña comunidad rural.
Pues bien: Fuera de la ley también ambienta su acción en otra apacible comunidad norteamericana, esta vez la costera Providence, también propone un análisis de cómo incluso las presuntas buenas personas pueden dejar de serlo por avaricia, y también mezcla el thriller con la comedia negra y un reparto notable. Claro que entre el amplio abanico de referencias del director Potsy Poncirolli está también Fargo, de ¿adivinan? los hermanos Coen, a la hora de mezclar la corrupción con lo pintoresco y el humor costumbrista.
Una vez aclarados los referentes, Fuera de la ley está animada por Joseph Gordon-Levitt, que traslada el nerviosismo ensayado de recientes comedias con Seth Rogen y compañía, como un agente corrupto con más de un esqueleto en el armario. La película de Poncirolli se define mejor gracias a él, a un cierto sentido del exceso que lo aproxima a Nicolas Cage en Arizona Baby, puesto que la división en capítulos de film (casi cada uno de ellos destinado a un punto de vista que añade un nuevo giro al engaño) anula parte del suspense de lo que comienza como un "Training Day" rural.
La comedia funciona, la violencia sorprende cuando debe, pero Fuera de la ley no acaba de trascender el género de las comedias criminales, adornada de tanto en tanto por pequeños títulos como La cosecha de hielo o la aquí presente. Quizá la causa sea la altura de sus referentes, quizá que el ritmo se escapa un poco (el film sobrepasa con mucho la sucinta hora y media de algunas de las anteriores) pero las ideas fluyen (memorable la de los dos asesino que viven uno frente al otro) y el (negro) entretenimiento no decepciona.