Series de espías hay muchas, peor El nuevo empleado de Netflix, que estrena ahora su segunda temporada, puede presumir de ser superior a Citadel, Treadstone, Traición y otras muchas gracias a su sentido del humor, un ritmo más que aceptable (esta segunda temporada se extiende durante dos capítulos menos) y la labor de Noah Centineo, su protagonista, que acierta a la hora de balancear la torpeza y la inteligencia del personaje.
El argumento de El nuevo empleado, producida por cierto por Doug Liman (El caso Bourne) es genérico, pero se abre a senderos algo más complicados gracias a la relación de su protagonista con el resto de personajes de la historia. Hay acción y está bien ejecutada, pero los intereses de la serie de Alexi Hawley (Castle) van por otro lado: potenciar lo extraño del mundo en el que se ha internado el protagonista, así como las propias rarezas del personaje.
Recordemos que en la primera temporada, un abogado en ciernes de la CIA se veía envuelto en una peligrosa política de poder internacional cuando un antiguo activo amenaza con exponer la naturaleza de su relación a largo plazo con la agencia,. Esta segunda tanda de episodios comienza donde lo dejó la anterior, con Owen secuestrado y, a la vez, iniciando una nueva misión que nos hará preguntarnos si es un genio, un incompetente, o solo un tipo que piensa de manera diferente a los demás profesionales de la agencia. O todas las anteriores cosas a la vez...