La actriz, directora y escritora Elvira Mínguez vuelve a sorprender al público con La sombra de la tierra, una miniserie que rompe moldes en su propuesta formal y temática. Basada en su propia novela homónima, la obra ha llegado a Atresplayer como una producción contundente, intensa y profundamente emocional, que se aleja del formato de serie tradicional para ofrecer una auténtica experiencia cinematográfica.
La historia de La sombra de la tierra nos transporta a un pueblo ficticio de Zamora a finales del siglo XIX. Allí, dos mujeres, Atilana y Garibalda, libran un combate feroz y una lucha de poder marcada por el odio, el silencio y el abuso. "Esto es un homenaje a todas las personas que han sufrido", remarca Mínguez. "Y lo peor no es solo el abuso en sí, es el silencio alrededor. Es la forma en la que se protege a la institución de la familia a costa del dolor y el trauma de muchos", subraya.
La serie aborda la violencia intrafamiliar, especialmente la sexual, con una mirada que no se detiene en lo escabroso, sino en las secuelas invisibles. "Se siguen cometiendo abusos, fundamentalmente sexuales e intrafamiliares. Las cifras son horrorosas, pero seguimos metiéndolo debajo de la alfombra para pensar que somos una sociedad magnífica", manifiesta la directora.
Mínguez no habla desde la teoría. Su visión está atravesada por la memoria, por la herencia emocional y cultural de generaciones marcadas por el dolor. "Yo vengo de una clase media-baja. Mis padres me dieron estudios con mucho sacrificio. Pero cuando vas a los pueblos de donde venimos, ves la crudeza, el dolor, cómo se enseñaba a través del miedo, del abuso, de los roles impuestos".
La transmisión del dolor
La sombra de la tierra es, en sus palabras, una reflexión sobre la transmisión del dolor. "Me preguntaba: ¿Se puede sobrevivir al odio? ¿Qué ocurre cuando el objeto odiado desaparece? Y eso es lo que atraviesa a estos hijos en la historia, que han sido víctimas de abusos físicos, sexuales, o emocionales. ¿Qué hacen con ese legado?"
Elvira Mínguez no elude ninguna verdad, por dolorosa que sea. "Nos han enseñado que el pasado pasó. Pero el pasado no pasa. Está ahí. Está en nuestra memoria, en nuestras reacciones, en lo que somos. Se hereda. Y por eso esta historia sigue siendo tan actual", explica la autora.
La directora también destaca que tanto el libro como la serie rinden tributo a un tipo de mujeres —y de hombres— que vivieron bajo estructuras de poder brutalmente rígidas. "Son personajes reales, que existieron. Mujeres que casaban a sus hijas para no perder las tierras, que sometían, que no permitían escape alguno. Todo esto parece ficción, pero lo hemos vivido, lo hemos heredado".
Con una puesta en escena rotunda, La sombra de la tierra no solo ofrece una historia poderosa, sino también una forma de mirar hacia el pasado con la voluntad de comprender cómo nos ha marcado. En palabras de la directora, "el reto era ese: que el espectador se sentara y se dejara rascar en sus propios recuerdos, en lo que quizá tiene archivado pero no ha mirado. Y creo que lo hemos conseguido".
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