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Pedro Fernández Barbadillo

Isabel de la Paz, el amor de Felipe II

Las princesas solían ser prendas de alianzas. El matrimonio era por intereses internacionales o dinásticos. El amor, para los pobres.

Las princesas solían ser prendas de alianzas. El matrimonio era por intereses internacionales o dinásticos. El amor, para los pobres.

En la época de las Grandes Monarquías, las princesas solían ser prendas de alianzas. El matrimonio era por intereses internacionales o dinásticos. El amor se quedaba para los plebeyos y los pobres.

Catalina de Medici tuvo que soportar las amantes de su marido, Enrique II de Francia, porque durante los diez primeros años de su matrimonio fue estéril. Después engendró diez hijos. El segundo de éstos fue Isabel, nacida en 1546. Enrique continuó la política de su padre Francisco de combatir por todos los medios a los Habsburgo, hasta que a finales de los años 50, Felipe ya soberano de España, le venció en Gravelinas y San Quintín y le obligó a firmar la Paz de Cateau-Cambresis (3 de abril de 1559). Por fin Francia admitía la superioridad de España y aceptaba pasar de enemiga a aliada.

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Enrique II de Francia

Como broche, se acordó el matrimonio de Felipe, viudo de María Tudor desde 1558, con Isabel. La boda entre el monarca español y la princesa Valois se celebró por poderes en París en junio. En los festejos siguientes. Enrique participó en un torneo en el que una lanza se le clavó en un ojo y le mató.

Isabel y su séquito emprendieron viaje hacia España por tierra. En enero de 1560, las comitivas española y francesa se encontraron bajo la nieve en Roncesvalles. Isabel siguió viaje por Pamplona y Sigüenza hasta el palacio del duque del Infantado, en Guadalajara. Allí le esperaba Felipe, en el verano de su vida, con 32 años. En todos los lugares era aclamada no sólo por su belleza y juventud, sino porque era Isabel de la Paz. Un año hubo que esperar para consumarse el matrimonio.

De esos meses se conserva una carta que Isabel escribió a su madre:

Os diré que soy la mujer más feliz del mundo y no debo esta dicha sino a vos.

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Isabel Clara Eugenia

El 1 de agosto de 1566, en el palacio de Valsaín (Segovia), dio a luz a su primer hijo. Como un marido del siglo XXI, Felipe asistió al parto y sostuvo la mano de su esposa. El bebé fue una niña, que recibió los nombres de Isabel Clara Eugenia. El 10 de octubre de 1567 nació su segunda hija, Catalina Micaela.

1568 fue el peor año en la vida de Felipe. En enero, el monarca mandó el piquete de soldados que detuvo a su primogénito, el príncipe Carlos, más loco que su bisabuela Juana. Y en julio el muchacho falleció.

En septiembre, Isabel, que ya había sufrido años antes viruelas y tuberculosis, cayó de nuevo enferma. Los médicos españoles no fueron capaces de descubrir que estaba embarazada y le aplicaron sus remedios de matarifes: sangrías, purgaciones, ventosas, enemas... El 3 de octubre, el cuerpo agotado de Isabel dio a luz a una niña de cerca de seis meses que murió inmediatamente. Su madre lo hizo horas después.

En su testamento confió la decisión sobre su tumba a su marido:

Porque como le fui muy obediente en la vida, así lo quiero ser en la muerte.

Felipe la acompañó en el trance supremo. Su amada Isabel le pidió que mantuviera la paz entre España y Francia, y añadió que lamentaba dejarle sin haberle dado un hijo varón.

La gente lloraba de pena

Cuando el cortejo fúnebre pasaba por las calles, la gente lloraba de pena. Felipe se retiró dos semanas al Monasterio de los Jerónimos, sin querer recibir a nadie ni ver documento alguno; luego marchó a El Escorial; y guardó luto un año entero.

El mismo día de la muerte de Isabel el nuncio escribió una carta a Pío V describiendo la desolación en la corte. En una posdata cifrada añadía que todos daban por seguro que el rey, padre de dos niñas pequeñas, volvería a casarse, y hasta incluía los nombres de las candidatas: la princesa Margarita de Valois, hermana pequeña de Isabel, y la archiduquesa Ana de Austria, sobrina de Felipe.

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