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Pedro Fernández Barbadillo

Que se entere Colón. Los vikingos le ganaron

Desde luego, los españoles estamos para ganar un concurso de tontos. Gracias a Colón y a la reina Isabel nace la historia universal. Los vikingos sólo oteaban el horizonte para descubrir víctimas indefensas.

Desde luego, los españoles estamos para ganar un concurso de tontos. Gracias a Colón y a la reina Isabel nace la historia universal. Los vikingos sólo oteaban el horizonte para descubrir víctimas indefensas.
Cordon Press

Si Cristóbal Colón no se hubiera empeñado en repetir una y otra vez que había llegado a Asia, quizás hoy el continente que descubrió se llamaría Colombia y no América. A pesar de esa ‘injusticia’, su nombre es uno de los más conocidos de la historia de la humanidad y también de los más importantes.

La gesta de atravesar el Atlántico y regresar a España es tan magnífica que los intentos por deslucirla o apropiarse de ella son innumerables. A Colón se le ha acusado de ser un mal navegante, de adueñarse de ideas ajenas, de no ser el primer europeo en llegar a América y, ahora, de ser un genocida.

La datación del primer asentamiento

La revista Nature ha publicado un artículo en el que un equipo científico de la Universidad de Groninga (Holanda), a partir de unas maderas talladas con instrumentos metálicos inexistentes entre los nativos americanos hasta el siglo XVI, ha datado la presencia de los normandos en Terranova hace mil años.

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¡Qué pena que los editores no adelantaran la publicación del artículo para hacerla coincidir con el 12 de octubre pasado! Habrían provocado el entusiasmo de los ultra izquierdistas españoles, que están deseando desprenderse de todo lo hispano y cristiano como los monos se desprenden de sus piojos.

Los titulares de los artículos sobre el ensayo de Nature consistían en variaciones de éste: "Los vikingos llegaron a América en 1021, casi 500 años antes que Colón". La satisfacción de algunos redactores casi podía sentirse. Acababan de propinar un golpe demoledor al franquismo y a Vox. Desde luego, los españoles estamos para ganar un concurso de tontos.

Que los vikingos tocaron las costas americanas en la Alta Edad Media ya era más que sabido. En 1960, el investigador noruego Helge Ingstad y su esposa, la arqueóloga Anne Stine Ingstad descubrieron en la isla de Terranova un pequeño asentamiento escandinavo, algunos de cuyos restos han dado la datación del año 1021 después de Cristo como fecha de fundación.

Los despreciados documentos antiguos

Tanto en Terranova como en España, la arqueología confirma lo que explican documentos antiguos, en el caso de los normandos las sagas islandesas y en el caso español las crónicas cristianas, aunque la historiografía materialista y positivista las considera ‘elaboraciones ideológicas’ (sic) sin ninguna relación con la realidad que describen.

Recientemente, un análisis de ADN del cromosoma Y, de transmisión patrilineal y presente solo en los varones, realizado por la Universidad de Granada entre 150 personas de las provincias de Almería, Granada y Málaga, que formaron parte del emirato nazarí, el único territorio de la Península Ibérica al que se le puede aplicar la frase de "800 años de presencia árabe", muestra que la huella genética de árabes y africanos es inapreciable.

¡Pasmo en cientos de despachos! Para los partidarios de una inexistente España de las Tres Culturas inventada por Américo Castro; para los que odian el catolicismo y prefieren el islam, como Antonio Gala y Juan Goytisolo; y para los nacionalistas vascos y catalanes que recurren al desprecio a los ‘españoles africanos’ para apuntalar su separatismo.

Sabemos perfectamente que Sevilla, una vez tomada por Fernando III el Santo (1248), quedó vacía. Esta ciudad y otras andaluzas se repoblaron con españoles venidos de Castilla, León, Navarra y Aragón, y también con europeos. Los historiadores disponen de los libros de repartimientos y de otros documentos para probarlo. Los andaluces son descendientes de asturianos, gallegos y vascos, no de magrebíes.

La conclusión que debemos sacar es la de que los documentos antiguos de la civilización cristiana sí son fiables. Por el contrario, las crónicas musulmanas de Al-Ándalus son sospechosas, porque omitían casi todo lo que les ocurría a los cristianos y judíos que vivían bajo los Omeya, hasta sus sublevaciones.

La era vikinga

Los normandos se echaron al mar a finales de la Antigüedad Tardía, aprovechando un período de clima cálido que permitió el aumento de las cosechas y de la madera, el crecimiento de la población, inviernos menos duros y mares libres de hielos. En sus correrías alcanzaron Sicilia y en la Península Ibérica atacaron La Coruña, Pamplona, Orense, Santiago, Oporto, Lisboa, Sevilla, Málaga, Almería...

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En 1014, antes de que otros clanes levantaran las cabañas y empalizadas de L’Anse aux Meadows (La Ensenada de las Medusas) en Terranova, los normandos de Olaf Haraldsson, futuro rey de Noruega, remontaron el Miño y saquearon Tuy.

Estos pueblos guerreros y navegantes fueron una plaga para los cristianos de entonces, pues robaban y esclavizaban sin freno. El primer ataque conocido realizado por estas hordas se cometió en el 789 en la isla de Portland. Coincidieron con las invasiones musulmanas por el Mediterráneo y las húngaras por el este. Entre los siglos VIII y XI, la Cristiandad estuvo limitada a una pequeña porción de Eurasia y pareció a punto de desaparecer sepultada por los bárbaros.

No todos los viajes de los normandos eran de piratería. Algunos, pocos, consistieron en viajes de exploración y colonización a Islandia, donde ya vivían monjes irlandeses a los que los invasores mataron y expulsaron, y a Groenlandia. Desde aquí, un grupo navegó hasta el norte de América en busca de madera, que escaseaba en Groenlandia, y de objetos que robar.

Antes noruegos rubios que españoles morenos

El primero en llamar la atención sobre de la presencia escandinava en América antes que la española fue el inmigrante noruego en EEUU Rasmus Anderson, a finales del siglo XIX. Y en los años siguientes fue ensalzada y manipulada por los anglosajones de Canadá y Estados Unidos, que preferían vincularse a hombres altos y rubios antes que a Cristóbal Colón y los Reyes Católicos, españoles e italianos morenos y católicos. Por eso, el Ku Klux Klan se opuso a los homenajes y las estatuas a Colón. En 1929, Wisconsin instauró el Día de Leif Erikson, que se celebra el 9 de octubre, antes (¡menuda ‘casualidad’!) que la fecha irrefutable de la llegada de las tres carabelas castellanas a América. Desde 1964 es fiesta federal.

Las ideas racistas de algunos y las ganas de epatar de otros les llevaron a intuir restos normandos, como runas, en el norte de Argentina.

Sí, los navegantes escandinavos alcanzaron América antes que Colón, Juan de la Cosa, los hermanos Pinzones y las tripulaciones de La Pinta, La Niña y La Santa María. Pero ¿se les puede considerar descubridores? La respuesta es no.

Los vikingos, piratas y comerciantes sencillos (incapaces de elaborar productos complejos), no querían compartir sus rutas con ningún rival. No dibujaron mapas ni construyeron ciudades ni se mezclaron con los indígenas. Y muy pronto sus hallazgos quedaron hundidos en el tiempo. Sus colonias en Groenlandia se abandonaron debido al empeoramiento del clima y desaparecieron en el siglo XV de manera tan radical que se tardó mucho en identificarlas en el siglo XX.

Cristóbal Colón y Martín Alonso Pinzón regresaron a España con la noticia de que habían atravesado el Atlántico y encontrado tierra. La novedad se difundió en seguida por Europa. A continuación, los Reyes Católicos organizaron el poblamiento de los nuevos territorios y otros monarcas cristianos prepararon nuevas expediciones.

La fuerza de la gravedad existe desde siempre, pero sólo Isaac Newton desveló su funcionamiento a la humanidad. Gracias a Colón y a la reina Isabel (que puso el dinero, los hombres y los barcos) nace la historia universal. Por el contrario, los vikingos sólo oteaban el horizonte para descubrir víctimas indefensas.

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