
La última expansión del territorio nacional la realizó Manuel Godoy, ministro de Carlos IV, al unir la plaza portuguesa de Olivenza a España en 1801. Y en 1934, durante la Segunda República, el régimen que condujo a España a la guerra civil, se incorporó la provincia más pequeña.
Uno de los conquistadores de las islas Canarias, el andaluz Diego García de Herrera, estableció en 1478 una pequeña torre en la costa africana a la que llamó Santa Cruz de Mar Pequeña. La reconquista de Granada (1482-1492), la sumisión de las Canarias Mayores (1478-1496), el descubrimiento de América (a partir de 1493) y el reparto de las nuevas tierras descubiertas con los portugueses (Tratado de Tordesillas, en 1494) distrajeron a los castellanos del comercio con los habitantes de esa peligrosa costa africana. A comienzos del siglo XVI, la torre se abandonó por los ataques árabes y acabó desapareciendo.
La reducida España del siglo XIX se interesó por recuperar ese enclave y lo consiguió en el Tratado de Wad-Ras (1860). Después de la guerra de África, el sultán Mohamed IV reconoció a España la propiedad perpetua de Santa Cruz de Mar Pequeña.
Una ocupación pospuesta más de 70 años
El primer problema fue identificar el puerto. Después de años de discusiones se señaló en el mapa como Ifni, a 92 kilómetros de Lanzarote y prácticamente en la misma longitud, pero en una costa escarpada y batida por el Atlántico.
Tanto las autoridades marroquíes como las francesas desde la instauración del protectorado, aunque reconocían la demanda española, pusieron todo tipo de trabas y vetos. Después de la Gran Guerra, cuando Alemania fue expulsada de Marruecos, y de la pacificación del Rif (1927), París instó a Madrid a que ocupase efectivamente el territorio, a fin de evitar espacios vacíos.
En 1933, el Gobierno de Azaña y Largo Caballero lo intentó por primera vez, pero fracasó. En 1934, ya con un Gobierno de centro-derecha, se realizó un segundo intento, que fue pacífico, aunque en él murieron siete militares (dos al estrellarse el avión en que viajaban y cinco al volcar un bote en la bahía de Ifni). Dirigió la operación el coronel Fernando Oswaldo Capaz Montes (1894-1936), un militar de gran valor y experiencia africana.
Había nacido en Cuba en 1894, de padre militar. Ingresó en la Academia de Infantería en 1910 y salió de ella en 1913, con destino a Marruecos. Participó en numerosos combates, por los que obtuvo varias condecoraciones y ascensos por méritos de guerra. En la campaña de pacificación definitiva de 1927, encabezó la llamada Columna Capaz, formada por más de 4.000 hombres, y enlazó con las unidades general francés Ghaubrum y con las columnas del coronel Mola y del general Berenguer. En 1929 recibió el empleo de coronel. Como africanista, sufrió la inquina de la camarilla que tuvo en torno a sí Manuel Azaña en el Ministerio de la Guerra.
El plan para hacer efectiva la ocupación de Ifni comenzó el 27 de marzo, cuando Capaz, bajo cuyo mando el Gobierno había puesto fuerzas militares, navales y aéreas, voló de Larache a Cabo Juby. Allí negoció durante varios días con los caídes de las tribus, como el ‘sultán azul’. El 4 de abril, se embarcó en el cañonero Canalejas y el 5 de abril el barco llegó a Ifni. Se le unió el cañonero Dato, de la misma clase, llegado desde Canarias. El coronel puso pie en tierra el 6 de abril sin disparar un solo tiro. El oficial envió el siguiente telegrama al presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux:
Al levantar la bandera española en territorio de Ifni, permítame, señor Presidente, le envíe el respetuoso saludo mío y de oficiales que me acompañan, que ruégole eleve a S. E. el presidente de la República, con nuestro deseo de ser útiles a la patria en cualquier lugar que nos encontremos
Después, ambos buques y el vapor España nº 5 realizaron varios viajes a Canarias para transportar más soldados y suministros.
El día 10, la Gaceta de Madrid publicó un decreto firmado por Lerroux que anunciaba la incorporación de Ifni a España como territorio de soberanía (no se integraba en el Protectorado) y el nombramiento de Capaz como gobernador civil y militar.
El territorio era muy pobre, desértico y pequeño, y sólo tenía valor para impedir la piratería y el bandolerismo y como posible escala en vuelos entre Europa, África y América. A España le tocó poner dinero desde el primer momento: pagas para los cabileños que Capaz reclutó como tropas indígenas, construcción de carreteras, establecimiento de médicos…
Lerroux acudió a las Cortes el 19 de abril para dar cuenta de la toma de posesión. Dos diputados de izquierdas, el radical socialista Aurelio Ramos Acosta y el comunista Cayetano Bolívar, protestaron contra la operación, porque suponía para ellos (o para sus jefes) la resurrección del militarismo y el imperialismo.
En su turno, Lerroux resaltó la aprobación de los nativos a la ocupación y elogió al coronel Capaz:
"al que el Gobierno ha hecho el homenaje que merecen su valía, su historia, su integridad, su lealtad al Estado, cualquiera que sea el Gobierno que le rija".
Capaz, ‘Huésped’ de una Cheka y de la cárcel Modelo
Capaz fue ascendido a general de brigada y recibió nuevos cargos. El último que desempeñó fue el de jefe militar de la Circunscripción Occidental del Protectorado. A comienzos del verano de 1936 pidió una licencia por enfermedad, que el tribunal médico le concedió, y el 5 de julio marchó a Madrid, en cuyo Casino Militar se hospedó.
El 18 de julio, cuando le llegaron noticias del alzamiento militar en Canarias y Marruecos, se presentó al general Miaja y, por indicación de éste, al ministro de la Guerra, Santiago Casares Quiroga, que al final no le dio ninguna instrucción. Volvió al Ministerio el 19, domingo, y permaneció en el edificio hasta el miércoles 22. Por la tarde, fue al Casino, con permiso de la Dirección General de Seguridad, cuyo director, el masón José Alonso Mallol, miembro del partido de Azaña, había ordenado la incautación del edificio.
Pero las milicias socialistas se apoderaron del Casino, de modo que Capaz se mudó al mismo hotel donde ya se encontraba su ayudante, el comandante Galera, cosa que comunicó a la DGS. El 20 de julio, unos milicianos obedientes al pistolero socialista Agapito García Atadell les detuvieron a ambos a punta de fusil. Su primer destino fue la cheka de la calle del marqués de Cubas. Después de recibir el tratamiento habitual en ese centro de tortura, el 25 de julio Capaz fue encarcelado en la Modelo.
El 5 de agosto se le tomó declaración, que consta en los Archivos Estatales. Aunque no había pruebas contra Capaz de haber participado en la conspiración, se le mantuvo encarcelado. Su delito verdadero era su negativa a mandar milicianos contra sus compañeros.
El general fue una de las víctimas de la matanza de la Modelo la noche del 22 al 23 de agosto. Al último español que amplió el territorio de nuestra patria le asesinaron unos ‘incontrolados’ muy bien controlados.
Entrega a Marruecos
Los militares sublevados reclutaron a cientos de nativos, incluso de los territorios bajo control francés, con los que formaron el Grupo de Tiradores de Ifni.
En 1946, el régimen franquista integró Ifni en el África Occidental Española, un organismo nacido a imitación de Francia, junto con los territorios de Cabo Juby, Saguía el Hamra y Río de Oro. Entre 1957 y 1958, se libró una guerra con tropas del recién independizado Marruecos, en la que murieron oficialmente 118 soldados españoles. La presencia española quedó limitada a la capital, Sidi-Ifni.
En 1958, Madrid constituyó la provincia de Ifni, la más pequeña de España, con 1.500 kilómetros de extensión, pero el mantenimiento era imposible por razones económicas y políticas. Estados Unidos y la ONU presionaban para la descolonización. Sólo diez años después, el 30 de junio de 1969, España entregó la ciudad (poblada en 1967 por 11.984 españoles, de los que 8.445 eran militares, y 5.662 marroquíes) y la soberanía sobre el territorio a Marruecos.
La reintegración de Ifni a Marruecos es el mismo modelo que las Naciones Unidas ordenaron en los años 60 para la descolonización de Gibraltar, que sigue pendiente: reintegración a la nación a la que se le arrebató, sin que la potencia colonial ni la población puedan invocar el derecho de autodeterminación.
Entre las guías de la monarquía aluita se encuentran la expansión permanente, que se muestra en la ocupación del Sáhara Occidental y el cierre de la frontera con Argelia, y en la erradicación del pasado español, a la manera de la ‘memoria histórica’ socialista.
El Gobierno marroquí ha permitido que Tánger caiga en el deterioro urbano y económico, mientras que en El Aaiún y Villa Cisneros se han eliminado las huellas de la presencia española. La pequeña Sidi-Ifni está en el primer caso: una ciudad postergada por Marruecos y olvidada por España.
El edificio de la pagaduría militar de Sidi-Ifni, construido en 1938, se transformó en sede del consulado español, hasta 1975. Y aunque entre los dos Gobiernos hay un acuerdo para rehabilitarlo, sigue cerrado.
