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Pedro Fernández Barbadillo

Los republicanos que huyeron de la República... ¡de la zona gobernada por el Frente Popular!

Escribió Lerroux en un periódico francés en 1937: "No se trata de un pronunciamiento militar, sino de un alzamiento nacional, tan sagrado, tan legítimo, como el de la independencia de 1808".

Los principales representantes de los partidos republicanos en 1930 durante el pacto de San Sebastián, entre ellos, Alcalá Zamora o Azaña | Cordon Press

Los republicanos tradicionales, con alguna excepción, sabían qué estaba en juego el 18 de julio: no sólo su vida, sino España.

Rompamos con los tópicos que impone el discurso dominante en las aulas y las televisiones. El alzamiento del 18 de julio de 1936 no fue un cuartelazo, porque contó con un enorme apoyo popular e incendió una guerra ya latente. Tampoco lo encabezaron generales, pues la mayoría de éstos se mantuvo leal al Gobierno. De ninguna manera se le puede calificar de fascista ni de reaccionario, pues el objetivo inicial era instaurar una dictadura republicana, no reponer la monarquía ni establecer un régimen como el italiano. Los factores de adhesión popular no fueron la riqueza ni los privilegios, sino la religión y el miedo a la revolución.

En este artículo, además, daremos otro argumento: los políticos republicanos que tuvieron que escapar para salvar su vida… ¡de la zona gobernada por el Frente Popular!

Algunos de los gerifaltes republicanos no tuvieron la enorme suerte del político catalanista Francesc Cambó, quien zarpó de Barcelona en su yate Catalonia en los primeros días de julio de 1936 y contempló la erupción de la guerra mientras navegaba por el Adriático. Luego, hay que reconocérselo, puso su inmensa fortuna, amasada gracias a sus relaciones con la clase bancaria española y los empresarios alemanes derrotados en la Primera Guerra Mundial, al servicio de los sublevados. Veamos a varios de ellos.

Niceto Alcalá Zamora (1877-1949)

Dos veces ministro de Alfonso XIII, se pasó al republicanismo y fue primero presidente del Gobierno Provisional y luego presidente de la República. Sus aliados, sin embargo, los republicanos burgueses de izquierda, con la colaboración de las izquierdas, le destituyeron de la jefatura del Estado en mayo de 1936. Aunque había disuelto las Cortes elegidas en 1933 con una abrumadora mayoría de derechas y convocado nuevas elecciones, en las que asistió casi impasible al fraude y la toma del poder por el Frente Popular, era un enemigo de clase y enemigo político.

Alcalá Zamora proclamando la Segunda República

Al volver a la vida ordinaria, en sus viajes por Andalucía (nació en Priego, donde tenía propiedades) comprobó en sus carnes la magnitud de la destrucción del orden público por el Frente Popular, pues tuvo que someterse a la extorsión de bandas de socialistas y otros rojos que cortaban las carreteras para exigir dinero a los ocupantes de los coches particulares.

Mientras el Gobierno detenía a derechistas y las bandas de pistoleros del PSOE y la CNT aterrorizaban a los ciudadanos, Alcalá Zamora se llevó a su mujer y a dos de sus hijas, Pura e Isabel, de crucero al norte de Europa. Zaparon de Santander el 7 de julio y la noticia de la rebelión les alcanzó en Islandia. Las viviendas de Niceto fueron saqueadas, al igual que sus ahorros y otras propiedades, por el Gobierno de izquierdas. Luego, les llegó el turno a sus cajas de seguridad en dos bancos de Madrid, el Hispano-Americano y el Credit Lyonnais, de donde la Policía se apoderó del dinero que guardaba en ellas, de las joyas de su esposa (¡hasta de una mantilla!) y del manuscrito de sus memorias, que luego reconstruyó a partir de sus recuerdos.

El Gobierno de Largo Caballero prohibió que se le enviara ninguna transferencia de dinero y, además, se negó a abonarle la pensión correspondiente a su antiguo cargo. Aunque dos de sus hijos, Luis y José (el mayor, homónimo suyo, estaba casado con una hija del general Queipo de Llano), se alistaron en el Ejército Popular, el Frente Popular le siguió insultando en sus campañas y publicó parte de sus memorias para ridiculizarle. En 2008, reaparecieron sus diarios y otros documentos robados por orden de Ángel Galarza.

El 17 de enero de 1937 publicó un artículo en el diario suizo Journal de Genève en el que se afirmó que el Frente Popular había cometido un fraude electoral en las elecciones de febrero del año anterior.

El Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas le condenó en 1941 a una multa de 50 millones de pesetas y la confiscación de sus bienes por considerarle uno de los principales responsables, por acción y omisión, de "la subversión roja".

Murió en el exilio en 1949 en Buenos Aires, olvidado y hasta despreciado por todos. Y con razón.

Alejandro Lerroux (1864-1949)

Era el político republicano por antonomasia. Fue presidente del gobierno y ministro en varias ocasiones. Tanto Alcalá Zamora como Azaña le detestaban y querían apoderarse de su partido. Un escándalo de corrupción destrozó a los radicales en las elecciones de 1936.

Alejandro Lerroux

Suspendió su estancia habitual de verano en el balneario de Baños de Montemayor (Cáceres) por consejo del director de éste, así que decidió viajar a Portugal, gobernado entonces por el régimen del Estado Novo, del primer ministro Salazar. Mientras esperaba los pasaportes de su familia, alquiló una caja de seguridad en el Banco de España para guardar su dinero y sus acciones, ya que temía un asalto a su domicilio.

En cuanto se conoció el asesinato del diputado Calvo Sotelo, el 13 de julio, su esposa, Teresa, aterrorizada, insistió a la familia para trasladarse todos a La Granja, porque creía que Lerroux podía ser víctima de otro paseo. Al atardecer del 16, regresaron a Madrid. El 17 un policía amigo, enlace de Mola en Madrid, le comunicó el inicio del movimiento militar; por la tarde recibió los pasaportes para él, su esposa, su hijo Aurelio y la mujer de éste. Teresa le pidió que se marchara el 18 a Portugal, mientras ellos esperaban acontecimientos en La Granja. Y eso hizo Lerroux por la mañana, sin conocer la sublevación de las guarniciones de Canarias, Ceuta y Tetuán.

La guerra dividió a la familia. Los primeros combates en la Península se dieron en el Alto de los Leones, cerca de La Granja. En los días siguientes, trató de ponerse en contacto con su familia y, por medio de los militares, de trasladarles a Portugal. Se reunieron todos el 11 de agosto.

Una agrupación del PSOE le confiscó su domicilio y lo saqueó, aparte de destrozar el mobiliario y la biblioteca. Los socialistas obligaron a su secretario a revelar las cuentas bancarias y las cajas a su nombre, de cuyos contenidos también se apoderaron. La casa acabó de ser desvalijada en 1941.

Con su mujer y su hijo a salvo, Lerroux ya no tuvo remilgos en mostrar su apoyo a los militares y justificar el alzamiento por el pucherazo y el carácter bolchevique del Frente Popular. Sin embargo, la progresiva fascistización del régimen a partir de 1937 le desagradó. Los vencedores no le permitieron volver a España, aunque en 1940 dieron permiso a su esposa enferma para que se estableciese en Madrid.

El Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo le procesó en 1941 por su condición de masón. Se le ofreció un acuerdo a cambio de que delatase a otros masones, a lo que se negó. En 1945, se alegaron sus servicios a la "causa del orden" para absolverle y se le permitió regresar a España, cosa que hizo en 1947, con la condición ridícula para un octogenario de que no hiciese política.

Miguel Maura (1877-1971)

De los hijos que tuvo Antonio Maura, tres se vincularon a la política: Gabriel, Honorio y Miguel. Este último se pasó al republicanismo y la tarde del 14 de abril de 1931 arrastró al comité revolucionario a tomar el Ministerio de Gobernación. En el Gobierno Provisional, desempeñó la cartera de Gobernación, donde acabó harto de sus compañeros de conspiración. Ante el hundimiento del régimen en 1936 por obra del Frente Popular, propuso una "dictadura republicana" a Manuel Azaña, presidente desde mayo de una manera inconstitucional, para salvar el régimen y la paz.

Miguel Maura

La sublevación le sorprendió veraneando en La Granja. Él y su familia regresaron a Madrid, pero su mudanza consistió en pasar de la sartén al fuego. En la capital, las patrullas de milicianos asesinaban, incendiaban y saqueaban impunemente, y hasta azuzadas por las autoridades. Ante las amenazas a la vida de Maura, el 'Gobierno de la Victoria', presidido por el socialista Largo Caballero, le aconsejó que saliese de España. El también socialista Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire preparó el traslado de Maura, su esposa y sus hijos en un avión a Toulouse, lo que sucedió en septiembre.

En cambio, a su hermano Honorio, implicado en la restauración monárquica hasta ser diputado por Renovación Española en las Cortes de 1933-1936, los anarquistas le capturaron en Zarauz (Guipúzcoa) ese verano y le asesinaron en San Sebastián a principios de ese mes, el día 4, en la cárcel.

Diego Hidalgo Durán (1886-1961)

Miembro del Partido Radical y fundador de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética (1933), fue ministro de Guerra entre el 23 de enero y el 16 de noviembre de 1934 en los Gobiernos de Lerroux y Ricardo Samper. Gestionó la amnistía de los militares expulsados por su implicación en la 'sanjurjada' (1932) o su servicio al régimen anterior, como el general Emilio Mola. El PSOE y la UGT dedicaron ese año de 1934 a preparar un golpe sangriento, la revolución de octubre, y si bien tomó medidas para impedirlo, éstas fueron insuficientes.

Cuando comenzó el golpe, el 6 de octubre, Hidalgo, notario de profesión, recurrió a Francisco Franco, al que había ascendido a general de división, para reprimirlo. Desde entonces, las izquierdas le distinguieron con su odio. Pero dimitió por las acusaciones de las derechas de haber sido negligente ante una conspiración anunciada en la prensa de izquierdas con bombo y platillo.

El 18 de julio lo sorprendió en Valencia, donde había asistido a la boda de la hija de Samper y durante unos meses su vida estuvo en peligro, y no por las balas de los militares sublevados ni de los falangistas. El periodista estadounidense Edward Knoblaugh, que le entrevistó en uno de sus escondites, le calificó como "el hombres más odiado y buscado" por los rojos. Hidalgo le aseguró que los ministros que él conocía de sus años de lucha contra la monarquía le darían un pasaporte para salir de España, "pero los anarquistas que vigilan los puertos poco caso harían de él. Me matarían como a un perro".

Al final, pudo escapar a París y allí se casó con Gerda Schnur, una intelectual alemana de origen judío.

Al regresar a España, en el verano de 1939, se reincorporó a su plaza de notario en Madrid.

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