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La catástrofe demográfica

¿Realmente la baja natalidad y el envejecimiento de la población van a acabar con el mundo tal y como lo conocemos?

Entrevista a Alejandro Macarrón

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¿Realmente la baja natalidad y el envejecimiento de la población van a acabar con el mundo tal y como lo conocemos?

El título del libro puede parecer un poco excesivo, suicidio demográfico’, pero quizá para evitarlo sería bueno investigar si realmente estamos en vísperas de un suicidio demográfico. Es lógico pensar que si uno gasta más de lo que tiene, llega un día que se queda sin nada. Eso también puede llegar a pasar con la población.

Alejandro Macarrón Larumbe se empezó a interesar por la demografía por mera curiosidad y muy pronto se percató de datos demoledores. España la gente se centra solamente en que dentro de 20 años habrá un problema con las pensiones, sin embargo el problema es mucho más profundo, con muchas más derivadas, ángulos y frentes en los cuales tiene incidencia el que el que nazcan pocos niños y la sociedad envejezca. Es decir, el problema ya ha empezado, aunque no con la intensidad que tendrá en unos años si seguimos así. Por eso es así de claro desde su título, porque vamos a la catástrofe por la baja natalidad. Y es curioso porque el enfoque, como cuenta Macarrón Larumbe, ha variado recientemente: hace 500 años tener hijos era una manera de garantizar el futuro una manera de garantizar la supervivencia de la familia mientras que ahora se les ve como una carga.

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Pone como primer quiebro de la modernidad a la Revolución Industrial, momento en el que se pasó de que los hijos sirvieran como mano de obra a no tener razones de utilidad real (tan solo de tipo religioso y de valores). Al llegar el desarrollo y la modernidad, cambia todo: los niños dejan de morirse (gracias a las mejoras en la alimentación y sanidad), pasamos a vivir en las ciudades, se produce la igualdad entre hombres y mujeres… En el libro se aprecia la perfección cuál es el mejor anticonceptivo existente: la riqueza. Los países más ricos menos hijos tienen. Y esto ya se está traduciendo en algunas consecuencias importantes en el llamado mundo occidental. Lo primero que se aprecia es el envejecimiento de la población, pero también sobresale el histórico descenso en la densidad de población: hacia el año 1900 el conjunto de Europa, incluyendo a Rusia, concentraba en torno en el 25% de la población mundial; y ahora estamos en el 10%, y bajando.

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En África tan solo hace 100 años grandes partes estaban literalmente en medio de la selva, y ahora la tasa de penetración de telefonía móvil está en torno al 90%. Esto da una idea de la evolución tan rápida que se ha producido en solo un siglo. No hay que olvidar cómo en la edad de piedra había zonas del mundo completamente despobladas, y no solo hablamos del Polo Norte. Pero no se centra el fenómeno demográfico en un plano geográfico, sino que también se toca otros factores, como la religiosidad. Indudablemente algunos grupos humanos tienen más fecundidad que la media, por ende, es interesante conocer los factores de esta correlación, así como los racionamientos darwinianos de aquellos que simplemente abogan por el curso natural de las poblaciones, que sostienen que en el fondo gracias a la no interferencia hemos llegado hasta aquí. Este libro es un intento intelectualmente honesto basado en datos para hacer prospectiva, y no es sencillo porque dentro del paquete de la modernidad, se mueven una serie amplia de causas y consecuencias.

Alejandro Macarrón Larumbe, Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo: ¿A la catástrofe por la baja natalidad?, con prólogo de Josep Piqué y de Joaquín Leguina.

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