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No apto para esnobs: el diccionario más salvaje sobre dolencias e idioteces literarias

El escritor y traductor Marco Rossari apunta contra todos los hábitats y las especies que conforman el universo literario en un libro divertidísimo.

Portada del libro. | Libros del Kultrum

La editorial Libros del Kultrum acaba de publicar en España el Breve diccionario de enfermedades (y necedades) literarias, del escritor y traductor Marco Rossari (Milán, 1973), una obrita que vio la luz en la patria de Dante y de Raffaella Carrà hace un lustro y que funciona como un chupito de Vodka Spirytus: se administra en pequeñas dosis, pero arrasa por donde fluye. La traducción la firma José Brown; el apéndice apócrifo, una tal Hilaria Schwarzenegger.

El Breve diccionario de enfermedades… es un Mark 46 que apunta contra todos los hábitats y las especies que conforman el universo literario italiano, sobre todo, pero, por extensión, también el occidental: los periodistas culturales y los críticos –"Reseña: Diagnóstico equivocado de un médico amigo"–, las polémicas –"Debate literario: Antestesia infalible"–, las modas –"Aforismo: Forma de pereza desoladora y crónicamente sentenciosa"–, los eventos –"Festival literario: Proliferación cutánea (sobre el cuerpo metropolitano) de actos, cuchipandas y guateques perfectamente superfluos"– y, sobre todo, los esnobs, los coolturetas, los dioses del gremio y los que aspiran a serlo.

Rossari, que considera que la literatura es excretada por los seres humanos "como el sudor que ayuda a paliar la fiebre", también define dolencias derivadas de algunos de los autores más icónicos del siglo pasado. Van cuatro ejemplos:

Bukowskosis: Infausta propensión a creerse escritor tras una cogorza monumental.

Foster Wallace (congestión de): Perniciosa tendencia a considerar las notas a pie de página más importantes que el texto central.

Ginsberg (organillo de): Ecolalia insípida y hueca que brota espontáneamente en las laringes de los poetas tras la millonésima lectura de sus inspiradas composiciones.

Henry Miller (complejo de): Inclinación patológica a escribir sobre sexo cuando solo fornicas contigo mismo.

Como ya se ha mencionado, el Breve diccionario de enfermedades… cuenta con un apéndice firmado por Hilaria Schwarzenegger, enfocado al panorama literario español, tan cáustico y tan divertido como el de Rossari, si bien más cobarde: mientras el italiano va de frente y firma con su nombre, la presunta catedrática se escuda en un seudónimo descarado. Sirvan como biopsia estas tres definiciones:

Beatería: Idea precocinada en los beaterios de la virtud, que (como la inteligencia, como el corazón y como todo el mundo sabe) está a la izquierda. Si esta es soberanista (moderada o extrema), miel sobre hojuelas: nos acercamos a la santidad.

Cervantes (Instituto): Canonjía para escritores carismáticos y/o mamónicos con buenas conexiones en la administración de turno (cuando cambia el turno los destituyen sin contemplaciones carismáticas). Produce diabetes, hipercolesterolemia y michelines (por exceso de ágapes untuosos).

Obra maestra: La que deja una huella indeleble cuando no la has leído.

Parafraseando a Valle, el sentido trágico de la vida literaria sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada, y el librito de Marco Rossari es un espejo cóncavo en el que aparecen reflejadas, con inteligencia y mucha mala leche, no pocas de esas enfermedades y necedades que afectan a todos los que orbitamos, en palabras del autor milanés, en torno a "una fiebre hermosísima".

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