En el mundo globalizado las editoriales están a por uvas. No tendrán otra opción, porque si no, es para matarlas. En el cine o la televisión ya va pasando menos. Sabemos de los libros y conocemos todos sus detalles en cuanto se publican. Y no en España, en Estados Unidos, en Francia, donde sea. Los esperados Diarios de Patricia Highsmith se publican en Estados Unidos y Gran Bretaña el 16 de noviembre. En España tendremos que esperar a la primavera, gracias a Anagrama. Tengo algún cargo de conciencia por leer algo que Highsmith no quiso publicar en vida, pero confieso que ya me he leído el adelanto del ‘New Yorker’ y cuando llegue la primavera y el libro a España ya habremos destripado y escrito todo sobre esos ‘Diarios’. Ha pasado lo mismo con un libro, me temo, menos importante (lo que he leído me ha parecido cursi). El de Laurence Debray, Mi rey caído, sobre el rey Juan Carlos. Aunque haya demasiada gente hablando del mismo sin haberlo leído, cuando el 7 de abril de 2022 Debate lo saque a la venta ya estará quemado. Aquí nadie te saca la melonada del spoiler, pero ya me dirán si no es peor.
Acabo de leer y de un tirón La familia grande (Península), de Camille Kouchner. Y claro que, desde enero, cuando se publicó en Francia y montó un follón, estamos al tanto del mismo. Enero en Francia. Octubre en España. Vale que algunos estamos sobreinformados y no dejamos de ser una burbuja de pedantes y enteradillos, pero empecé a leer lo de Kouchner esperando el incesto, cuando lo mejor de todo es la descripción de esa familia de izquierdas (esa parte que es como los Durrell con la aparición de Fidel Castro). Y en eso, perversidades sexuales aparte, hay un gran parecido con Hija de revolucionarios (Anagrama), de Laurence Debray, este sí, apasionante (¿no lo es que Laurence Debray sea ahijada de Simone Signoret). Pijas que por lo menos sirven para describir a sus familias y los amigos de sus familias.
Para los no enteradillos, en La familia grande Camille Kouchner cuenta la historia de su familia y el incesto que su encantador padrastro comete con su hermano gemelo cuando este tenía 14 años y el secreto que mantuvieron durante años. Una familia donde la madre era Évelyne Pisier, antigua amante de Fidel Castro, intelectual reconocida, historiadora, incluso con cargo político. Hermana de la actriz Marie-France Pisier (aparte de trabajar con Truffaut o Buñuel, fue novia de Daniel Cohn-Bendit). El padre, Bernard Kouchner, no sólo ministro sino fundador de Médicos sin fronteras y, más tarde, de Médicos del mundo (casado, además, con Christine Okrent, la famosa presentadora de televisión). Y el padrastro, Olivier Duhamel, uno de los más importantes constitucionalistas de Francia, profesor, personalidad televisiva y político que dimitió de todo, sobre todo de la Fundación Nacional de Ciencias Políticas, en enero de 2021, cuando se publicó el libro. La víctima del incesto se lo contó a su hermana gemela y ambos callaron. Muerta su madre, a la que se lo dijeron también pasados muchos años, destaparon la historia.
Escribe Camille Kouchner que "a partir de 1990 la izquierda revolucionaria cede ante la izquierda caviar". "El poder enriquece. Ni se plantea que los pequeños vayan a la escuela pública. Apuntan a Luz, Pablo y todos los ‘primos’ a una privada, la Escuela Alsaciana, aunque a mí me habían enseñado a condenarla". Kouchner describe una familia libre donde cada uno hace lo que quiere ("los polvos son nuestra libertad", dice la madre), donde los hijos idolatran a los padres (y a los padrastros). Una familia con al menos tres suicidas. Una familia y unos amigos que parecerían envidiables si no supiéramos todo lo que cuenta Kouchner. Aunque animaran a los niños a pensar y a argumentar. Esa generación que es más bien "esa gente".
La culpabilidad y la "hidra" de Kouchner por no haber dicho nada antes me importa menos en el libro. Lo que le dijo su hermano: "Guárdame el secreto. Se lo he prometido, así que prométemelo. Como lo cuentes, me da algo. Me muero de vergüenza. Ayúdame a decirle que no, por favor". Y la izquierda que ella conoce, como la gran burguesía, no airea sus trapos sucios. Me ha encantado leer este libro viejo.