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Interesante Premio Planeta

Sólo el hecho de que por un día nos haya liberado de la vergonzosa política de los partidos españoles, ya merece que compremos su libro.

Sólo el hecho de que por un día nos haya liberado de la vergonzosa política de los partidos españoles, ya merece que compremos su libro.
Las escritoras Luz Gabás, ganadora, y Cristina Campos, finalista, durante la gala del Premio Planeta. | EFE

La 71 edición del cuantioso Premio Planeta, un millón de euros, premio que no siempre es interesante, esta vez lo es. No siempre lo es porque hay tantos intereses en juego, tantas maniobras y obediencias en los Jurados y tantos libros que vender para pagar al ganador que no siempre triunfa el mejor, si es que se sabe cuál es. Pero, en esta ocasión, sea o no la "mejor" novela la presentada por Luz Gabás, Lejos de Luisiana, tiene mucho encanto preliminar.

Primero, por su autora, que tiene acumulados méritos propios suficientes. Ya en su exitosa Palmeras en la nieve, llevada al cine en 2015, relataba una aventura bien desconocida de aragoneses del norte pirenaico que se fueron a Guinea a buscarse la vida. Fue una historia que conocí ampliamente durante un viaje que hice a Vilas del Turbón, en la falda del mágico monte ribagorzano donde aún se dice que bailan las brujas y juegan a las tormentas cada tarde. Allí, desde los tiempos de Joaquín Costa hay un agua embotellada muy famosa y, muy cerca de allí, se erigen los Pirineos.

Precisamente, y este es su segundo elemento de atractivo, uno de los centros de la comarca es Benasque, una pequeña población, centro del valle "escondido", hasta ahora cosida al mundo por carreteras horribles y peligrosas –parece que algo se ha resuelto tras años de protestas—, y con un río, el Ésera, que cuando baja de los Pirineos enfadado, parece un glaciar derritiéndose sobre las almas. Allí nos cogió un aguacero de verano que nos impresionó tanto que nos volvimos hacia tierras menos comprometidas. De poco más de 2.000 habitantes, tuvo una alcaldesa del PP desde 2011 a 2015. El nombre de aquella mujer, que fue la primera edil de Benasque durante esos cuatro años, era María Luz Gabás Ariño, del Partido Popular. Montisonensa del histórico y oscense Monzón, un día dejó la cosa pública, seguramente por esa "desesperación de la política" de la que nos habló Ortega, y se dedicó felizmente a la literatura.

Un tercer aliciente de este Premio Planeta es su tema, la presencia española en América del Norte. Cuando lo leamos, veremos si se queda en Luisiana, hoy estado norteamericano pero que formó parte del virreinato de la Nueva España. Su origen y su nombre son totalmente españoles (hay un pueblo del mismo nombre en la provincia de Sevilla aunque en este caso se deba al ego de Luis XIV) y seguramente es por ello que es un territorio en el que más tribus indias han sobrevivido de todos los Estados Unidos.

Acabamos de celebrar, esta vez sin tantos complejos, el Día de la Hispanidad que, gracias a una reacción creciente contra las leyendas negras y falsas sobre la presencia española en América del Sur, del Centro y del Norte. La bestial y cruel esclavitud que se desarrolló en Luisiana durante casi dos siglos, tuvo todo que ver con el racismo y la violencia de los anglosajones. Hasta 1995 no se abolió este pecado en el Estado de Misisipi.

Gracias a esta nueva mirada que crece en España y fuera de nuestras fronteras, se va conociendo la gran aventura civilizadora, e incluso heroica, de España en el continente avistado en 1492. En el propio México, se ha hecho una película, Epitafio, que narra con respeto, o al menos, sin odio, la aventura de unos hombres de Hernán Cortés que subieron cargados de hierros y armas a la cima del volcán Popocatepelt, muy por encima de los 5.000 metros. Luego volvieron otros españoles para buscar azufre para las pólvoras. Su valor asustó a los propios indios que los guiaron.

Pero en lo que se refiere a la región del delta del Misisipi, fueron los españoles, como en tantas otras ocasiones, los primeros en llegar al territorio. Ha recordado la escritora sevillana, Eva Díaz Pérez, que fue un explorador jerezano, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, miembro de la fracasada expedición que exploró la Florida y el norte de México, el que describió por vez primera en sus Naufragios estas tierras de los Estados Unidos. Posiblemente antes, otro español y cartógrafo, Alonso Álvarez de Pineda, cacereño, ya anduvo por allí. Y como dice Díaz Pérez, "la sensación que nos queda es que todas estas crónicas de viajeros españoles han queda­do olvidadas como si nunca hubieran exis­tido. ¿Quién recuerda esas epopeyas?". Pues sí. Pero ahora hay una novela que nos lo va a facilitar.

Habrá que leerla porque dice la propia Gabás, que describe ese "gran cosmos" inicialmente español que reunió "desde colonos a criollos, españoles, jesuitas y esclavos africanos", apareciendo en sus páginas otro héroe nacional, Bernardo de Gálvez, malagueño de origen, que fue nombrado ciudadano de honor de los Estados Unidos por el propio George Washington, para agradecer su contribución como Virrey de la Nueva España a la independencia norteamericana.

Sólo el hecho de que por un día nos haya liberado de la vergonzosa política de los partidos españoles, ya merece que compremos su libro. Y lo he intentado, pero aún no está a la venta. Mañana será otro día.

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