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El fin de la happycracia: ¿funcionan realmente los libros de autoayuda?

Los psicólogos alertan de que muchas personas acuden a las consultas culpabilizadas por el mantra "si no eres feliz es porque no quieres".

Ser feliz, tener éxito, encontrar el amor… Las librerías albergan secciones enteras, y cada vez más grandes, dedicadas a los libros de autoayuda, uno de los géneros más vendidos a día de hoy. Sus lectores, como fieles de una religión mística, acuden ansiosos a los nuevos títulos en busca de inspiración para encontrar un objetivo tan esquivo como obvio: ser feliz. Y, por supuesto, contarlo en las redes sociales, porque ¿qué sentido tendría alcanzar el Nirvana si no puedes ilustrarlo en Instagram con la fotografía de tus pies en la arena mientras degustas un fantástico mojito durante una puesta de sol paradisíaca? Ser feliz (o al menos parecerlo) ha llegado a convertirse casi en una obligación social y los psicólogos alertan de que muchas personas, cada vez más jóvenes, acuden frustradas a las consultas porque los libros de autoayuda no siempre son eficaces.

El libro Autoayuda (Samuel Smiles), publicado en 1859, está considerado uno de los primeros del género. Desde entonces, la popularidad de este tipo de libros no ha dejado de crecer. Títulos como El hombre en busca de sentido (Viktor Emil Frankl, 1946), La ciencia de hacerse rico (Wallace D. Wattles, 1910), Tus zonas erróneas (Wayne W. Dyer, 1976) contribuyeron a engrandecer el fenómeno, que parecía que comenzaba a decaer tras el boom de los años 90. Nada más lejos de la realidad.

"Sigue siendo un género que vende mucho", explica Álvaro Manso, portavoz de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) y librero en Luz y Vida. "Entre los veinte primeros libros más vendidos de cualquier semana, encontramos cinco o seis de autoayuda. La autora que más se está vendiendo en este momento y posiblemente la más vendida durante 2020 es Miriam Estape con dos libros: Encuentra tu personalidad y Cómo hacer que te pasen cosas buenas."

La clave del éxito de los libros de autoayuda es que ofrecen recetas para solucionar problemas concretos de forma aparentemente sencilla (¿a quién no le gustan los atajos?). Sin embargo, no hay que olvidar que los libros se escriben para ser comprados. La psicóloga Rosana Pereira advierte precisamente de que muchos de estos libros "se escriben de cara a vender mucho y se utilizan frases que a nivel de marketing quedan muy pomposas y muy rimbombantes, pero cuando te empiezas a leer el libro te das cuenta de que mucho del contenido es humo".

Pereira insiste en que "hay libros muy buenos, escritos por muy buenos profesionales que dan ayudas y consejos. Pero este tipo de ayudas y consejos tenemos que entender que son puntuales porque van para un público general, porque estos libros están pensados para que lo lea cualquier persona".

¿Y qué ocurre cuando, a pesar de proyectar el éxito, focalizar en lo positivo y reinventarse como persona, los lectores no consiguen lo que quieren? Muchos de ellos caen en la frustración y la culpabilidad por no haber seguido bien las instrucciones del libro. "Es cierto que cuando este tipo de personas viene a terapia, muchas veces vienen muy culpabilizadas porque a pesar de que ha leído un millón de libros, no lo consigue. Y a veces lo que tenemos que cambiar es el proceso de pensamiento en sí. Quizás lo que más le cuesta a la gente es diferenciar entre qué cosas dependen de mí y puedo cambiar y qué cosas no dependen de mí y no puedo cambiar", señala Pereira.

La anti-autoayuda contra la cultura happy

Jesús Ignacio San José es un militar jubilado que, cuando volvió de Afganistán, comenzó a sentir un terrible dolor físico por todo el cuerpo. Incluso llegó a pensar que estaba sufriendo un infarto. El médico le dijo que estaba "somatizando emociones", pero a San José aquello le sonó a chino. Tras eso, su divorcio le llevó a una espiral depresiva de la que intentó salir leyendo libros de autoayuda y acudiendo a talleres y charlas con coach motivacionales. Aquello no funcionó. Comenzó a trabajar en su propia inteligencia emocional y ahora ha publicado un libro de título tan revelador como realista: Crecimiento personal a tortazos. San José está convencido de que nuestro cerebro no está preparado para la felicidad.

"El título viene porque yo me he pegado muchas tortazos emocionales y realmente creo que son los que me han llevado a escribir este libro porque los tortazos son los que me han llevado a salir del agujero", explica el autor. "Nuestro cerebro no está diseñado para la felicidad. Está diseñado para la supervivencia y tenemos miles de creencias autolimitantes y tenemos miedos que nos retrotraen porque el cerebro está diseñado para protegernos desde el origen de la vida. Las emociones son las que nos han librado de que los leones nos comieran. Huimos porque tuvimos miedo".

Para San José, ser feliz "no es tan fácil", los colegios deberían fomentar más la inteligencia emocional y "lo de la felicidad es algo que hay que aprender de generación en generación porque son hábitos". Por eso, es muy crítico con los mantras habituales de los libros de autoayuda: "Esto de que la felicidad aparece cuando menos te lo esperas es mentira. Si no trabajas cada día en ello, no lo vas a conseguir. El "querer es poder" es otra de las ideas que nos están vendiendo casi constantemente y muchas veces, aunque uno quiera algo, no lo puede conseguir y si no, que se lo digan a las mujeres iraníes."

Otro de los mantras manidos de los libros de autoayuda proponen que el lector se reinvente para ser su mejor versión: "Yo ya soy mi mejor versión. Lo intento todos los días. No voy por ahí intentando ser el más cabrón, el más antipático o el más desagradable. Yo soy mi mejor versión y ya sé que soy humano y que no voy a estar al 100% todos los días", responde San José, también muy crítico con los "gurús" que proponen focalizar en lo positivo: "Dicen mucho lo de fíjate lo bueno y olvídate de lo malo. Es como si el médico y te dice que tienes cáncer de páncreas pero tus pies están estupendos".

San José ha reflejado su propia experiencia en Crecimiento personal a tortazos por si su historia pudiera servir de ayuda a las personas que atraviesan por situaciones complicadas y están hartos de la happycracia: "Nos hacen ser felices a la fuerza y si no eres feliz es porque no quieres porque simplemente tienes que trabajar con tu ser interior y ya está. No es así. No es tan fácil".

No es el único ejemplar del género anti-ayuda que ha surgido como reacción a la asfixiante happycracia. Así es la puta vida, del youtuber Jordi Wild, plantea que "ni eres el centro del universo ni todos tus sueños van a cumplirse". El Manifiesto en contra de la autoayuda: En defensa de la autodestrucción (Marian Donner) insiste en que "lo que realmente necesitas es darte cuenta de que tú no eres el problema". Y, un último ejemplo, Me tenéis hasta los cojones del pensamiento positivo (Buenaventura del Charco Olea) se centra en la forma de afrontar los problemas y entender las propias emociones para aceptarlos y superarlos, en lugar de ignorarlos como si no existieran, cubriéndolos con "purpurina, unicornios y confeti de colores".

La happycracia o tapar el dolor

La happycracia es un término que inventó el psicólogo español Edgar Cabanas para referirse precisamente a este fenómeno, la obligación social de ser feliz para no parecer débil o inferior a los demás. Para la psicóloga Rosana Pereira está claro que "el dolor que uno siente ante la comparación es brutal. A lo mejor todo el mundo te está vendiendo la película de que están haciendo cosas que en realidad, luego cada uno en la soledad de su casa hace lo que puede con lo que tiene. Y esto lo vemos ahora mismo con las redes sociales y en lo que vemos hay mucho de fachada".

Cada vez más adolescentes acuden a las consultas de los psicólogos víctimas del sufrimiento o la depresión que les provoca comparar sus propias vidas reales con esa falsa fachada que muestran sus amigos o los influencers a través de las redes sociales. Son incapaces de percibir que nadie muestra sus fracasos en esos escaparates virtuales y que, como afirma el escritor San José, todos mentimos "como bellacos" en las redes sociales: "Nos hemos vuelto adictos a los ‘me gusta’ y con eso el cerebro ya cree que es feliz, cuando en realidad son recompensas instantáneas que nos hacen sentir un poco de bienestar, no la felicidad".

Es más, explica Pereira, "las cosas que nos provocan dolor o tristeza, a veces queremos ponerle un lacito, meterlo en una caja, echarlo a un lado y no abrirlo porque provoca dolor. Y hay una cosa que yo siempre le digo a la gente que viene a la consulta: ¿Estás vivo? Prepárate, porque lo vas a pasar mal y vas a sufrir. Y esto es algo que creo que todo ser humano debería asumir. Vas a pasar por momentos difíciles y vas a tener que atravesarlos. Echarlos a un lado no te va a servir de nada. Así que esos mensajes del happy-happy o el buenismo, no ayudan a nada pasar por esas emociones desagradables, aunque no nos gusten".

En cualquier caso, destaca Pereira, "si la gente está sufriendo, si lleva entre tres y seis meses (o más) pasándolo mal, si todos los libros de autoayuda que se ha leído no sirven para nada, que no los retrase más y acuda a un profesional. Porque muchas veces nos llegan personas que intentan ayudarse a sí mismas sin pedir ayuda a un profesional y, si hubieran venido en su momento, hubieran trabajado muchísimo más rápido y no se hubiera provocado un daño peor. No hay que tener miedo de recurrir a un profesional, que para eso estamos".

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