

El psiquiatra Robert Waldinger y el psicólogo Marc Schulz publican Una buena vida, el libro que recoge los resultados del mayor estudio mundial realizado sobre la felicidad. Es un proyecto científico puesto en marcha por la Universidad de Harvard en 1938 y que sigue desarrollándose hoy en día. Arrancó con 724 participantes y hoy son más de tres las generaciones que incluye, tras incorporarse al estudio las parejas, hijos y nietos de los sujetos originales. Los cuatro directores con los que ha contado este ambicioso estudio han visto a adolescentes crecer, estudiar, convertirse en operarios, abogados, albañiles o médicos; formar una familia e incluso morir. Recopilaron miles de muestras de sangre y ADN, electrocardiogramas, resonancias magnéticas e, incluso, 25 cerebros donados por participantes en un último gesto solidario.
El libro incluye muchas historias reales de las personas a las que se entrevistó, se analizó y se siguió en su desarrollo profesional y personal, cambiando el nombre del protagonista para proteger su intimidad. Una buena vida se ha convertido en un auténtico fenómeno desde su publicación en Estados Unidos, alcanzando los puestos más altos en las listas de ventas. Se han vendido los derechos a más de 50 lenguas.
No es un libro de autoayuda, sino un estudio científico que trata de responder qué nos hace ser felices. Como pueden imaginar, la respuesta no es única. La felicidad depende de varios factores y se alcanza con un equilibrio entre seguridad económica, éxito profesional y personal y, sobre todo, teniendo relaciones personales. "Tras estudiar miles de vidas, descubrimos que el mejor predictor de la felicidad es una red social activa: amigos, familia, pareja o buenos compañeros de trabajo. Es lo más importante para alcanzar una vida larga, plena y satisfactoria. Hay personas muy introvertidas que no necesitan mucha gente en sus vidas, con una o dos relaciones buenas basta. Más personas podrían suponerle un estrés. La gente más extrovertida necesita muchas personas. Depende de nuestro carácter, cada uno puede analizar qué necesita", explica el psiquiatra Robert Waldinger, de visita en España para presentar los resultados de este estudio.
Aun así, el concepto de felicidad es tan complejo que no se alcanza siempre. "Hay personas con hijos y riqueza que no son felices, que sufren depresión o se sienten frustrados. Hay muchas causas que provocan infelicidad", concluye Waldinger. "Hay un estudio de la psicóloga Sonya Lubomirski que estima que el 50 por ciento de nuestra felicidad depende de la genética, el 10 por ciento de las circunstancias particulares del momento que atravesamos y el resto, el 40 por ciento, depende de nosotros y podemos controlarlo o cambiarlo", añade. La vida nos pone en bretes y conlleva desafíos. Lo importante, insiste el psiquiatra y director del estudio Harvard, es tener los medios para manejarlos: "Seremos más fuertes con amigos, familia, recursos intelectuales y físicos, económicos… Cuando no tenemos herramientas, es un drama".
La soledad
La felicidad no es imprescindible para llegar a anciano o para disfrutar de una salud de hierro, concluye el estudio, pero sí es un predictor. "Las buenas relaciones nos ayudan a regular el estrés. La soledad es un factor de estrés. Creemos que el cuerpo libera más hormonas de estrés y se inflama, esto daña muchos sistemas del cuerpo como el cardiovascular y las articulaciones y provoca diabetes. No es necesario que sea una pareja. Los amigos, familiares o tener buenas relaciones en el trabajo son positivas para encontrar la felicidad".
Curiosamente, de este estudio se desprende que "el grupo comprendido entre los 16 y los 24 años es el que más solo se siente" y que, lejos de lo que podríamos pensar, la felicidad suele encontrarse con la aparición de más de una cana: "Somos más felices con la vejez. Se es más feliz a partir de los 45 años hasta que perdemos la salud y tenemos más dolor y problemas físicos. Hay muchos estudios que explican cómo es posible".
La forma en la que nos relacionamos hoy en día no es la misma que hace 80 años, cuando se inició este proyecto científico, y aún no hay respuestas sobre los beneficios o perjuicios de las redes sociales. "Por el momento sabemos que internet es una oportunidad para conectar los unos con los otros y hay investigaciones que dicen que aumenta el bienestar, pero el consumo pasivo de internet también puede provocar depresión y ansiedad. Es complicado". Tras el confinamiento al que nos obligó la pandemia de Covid-19, "contamos con la experiencia de lo que supuso reencontrarnos en persona con nuestra gente. Necesitamos el contacto en la vida real para nuestro bienestar".
Dinero y trabajo
"El éxito profesional no te da la felicidad pero las relaciones con compañeros sí", afirma con rotundidad Robert Waldinger. "Los logros y los premios no nos hacen felices. Somos mejores trabajadores cuando tenemos amigos en el trabajo". En este sentido, el dinero, "mucho dinero", no garantiza tampoco la felicidad: "No se necesitan millones para ser feliz, sino un nivel básico de seguridad económica. En Estados Unidos se estima que está en 75 mil dólares por año. Nada mal".
Por otro lado, el estudio concluye que las expectativas influyen en la percepción de nuestra propia felicidad. "Por ejemplo: al principio del estudio había muchas amas de casa. Los investigadores pensaban que vivían vidas aburridas y tristes, pero, tras las entrevistas, descubrieron que la gran mayoría estaba muy feliz. Depende de las expectativas y esa generación de mujeres esperaban ser amas de casa. Hoy en día no es así".
Los investigadores han observado, igualmente, que la "gratitud" es crucial para nuestro bienestar físico y emocional. "Se trata de pensar activamente en las cosas que no dan problemas: que tenemos un techo, comida, que no tengo dolor… Pensar activamente en esas cosas nos hace feliz. Está demostrado científicamente", explica.
El estudio de Harvard continúa y las preguntas que se formulan en los cuestionarios actuales no son las originales puesto que ahora existen "métodos probados e instrumentos que antes no existían". Sí que se estudian los mismos parámetros que hace 80 años: salud mental y física, las relaciones, el trabajo...Actualmente, están recopilando datos sobre la experiencia durante la pandemia y la relación con las redes sociales.

