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Mateo 24,35 sobrevive al Papa peronista y al fariseo capillita

En 'La marca de Dios', Abadía y Segarra sostienen que todo lo que sabemos de comunicación lo inventó la Iglesia.

En 'La marca de Dios', Abadía y Segarra sostienen que todo lo que sabemos de comunicación lo inventó la Iglesia.
Jesús curando a un leproso en 'The Chosen'. | thechosen.es

Cuenta Francisco con la simpatía de unos medios que celebran su peronismo efervescente y que, a la vez, se ponen cachondos –con perdón– publicando noticias sobre la más que evidente, al menos, a nivel cuantitativo, decadencia de la Iglesia Católica en España. Mengua el número de practicantes, de bautizados, de profesionales de la cosa, etcétera, con denominación de origen. El signo de los tiempos, aparentemente, y el adverbio es importante, promociona a Greta Thunberg y margina a Jesús de Nazaret. Sin embargo, los datos macro ofrecen una postal muy diferente, sobre todo, allende Occidente: según L’Osservatore Romano, en 2021, con respecto al año anterior, el número de católicos, a nivel mundial, aumento un 1,3%; en África, un 3,1%; en América, un 1,01%; en Asia, un 0,99%.

En La marca de Dios (Espasa, 2023), el profesor y escritor Leopoldo Abadía y el publicista Toni Segarra, padre del "¿Te gusta conducir?" o del "Be water my friend", sostienen que todo lo que sabemos de comunicación lo inventó la Iglesia, que no hay agencia de marketing que la iguale y que, por ello, lleva dos milenios influyendo urbi et orbi. Y lo que le queda. El primero lo hace desde un prisma "muy economista y muy católico"; el segundo, "sin quererlo o sin reconocerlo, fatalmente cristiano". El libro plasma una divagación dialogada, creciente e inteligente, mas no exhaustiva –ni de lejos, de hecho–, en la que, por ejemplo, se hacen paralelismos entre las estrategias eclesiales y las de McDonald’s, en la que se destaca la maestría a la hora de pensar a largo plazo o de conservar el misterio, o en la que se justifica empíricamente que san Pablo sea el patrón de los publicistas. Según el autor de La Crisis Ninja y otros misterios de la economía actual, este éxito se debe a que "el mensaje de la Iglesia es único y vigente": "Las maneras de trasmitirlo habrán cambiado y es necesario cambiarlas, sin cambiar el contenido".

Leyendo el ensayito de Abadía y de Segarra se entiende, por ejemplo, el éxito salvaje de The Chosen (Los elegidos), serie creada y dirigida por un tal Dallas Jenkins que, después de peregrinar por plataformas minoritarias durante no pocos años, estrenó Movistar Plus en Semana Santa. Financiada, en origen, mediante crowdfunding, acumula una audiencia que supera los 450 millones de espectadores en más de 140 países. Más que en Jesucristo, la trama se centra en sus seguidores, unos tipos no exentos de dudas y de conflictos internos que, en general, no acaban de pillarle el punto a una doctrina que, permítanme la licencia, no entiende ni Dios. Por sus interpretaciones, su ritmo narrativo, su humanidad y, sobre todo, su ausencia de wokismo y de su presunta antítesis, el insoportable meapilismo capillita y fariseo, reconozco que me tiene enganchadísimo. Al margen de la fe que gaste cada hijo de vecino, es un buen producto audiovisual. Y celebro, como creyente de hojalata y pecador de la pradera, pero creyente al fin y al cabo, la vigencia de las palabras pronunciadas por mi tocayo y recogidas en Mateo 24, 35.

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