En la Barcelona de 1888, a las puertas de la celebración de la Exposición Universal, Mina Índigo se abre paso como la médium más solicitada de la ciudad. En su palacete organiza sesiones espiritistas para ricas damas de la alta sociedad, clientas que comparten sus secretes más íntimos durante esos minutos de exaltación. Mina es tan solo un personaje de ficción de Las dos vidas de Mina Índigo (Planeta), de la escritora Alaitz Leceaga (Bilbao, 1982), pero podría ser cualquiera de las espiritistas reales que frecuentaban las clases adineradas y que despertaban auténtica fascinación en la época.
"El espiritismo y el ocultismo viven un momento de esplendor entre las clases más altas durante esa época. Era extraño el evento social o la fiesta de alto copete que no incluyera una sesión de espiritismo o de contacto con el más allá. Había una fascinación absoluta y algunas de las médium eran absolutas celebridades", explica Leceaga a Libertad Digital. "Justo a finales del siglo XIX, hay un cambio a la modernidad. Las médium, la parapsicología y el ocultismo representaban esas nuevas ciencias. Despertaban mucho interés también entre escritores famosos y políticos. Por otra parte, eran mal vistas por una parte de la sociedad", añade.
La autora reconoce que disfrutó documentándose sobre "esas espiritistas famosas que se movían por ambientes de lujo y de glamour en la ciudad". En Barcelona ejerció, por ejemplo, Amalia Domingo. No fue un fenómeno exclusivo de la ciudad condal: "En Estados Unidos estaban muy de moda y en Europa llegaban a hacer sesiones delante de nobles y reyes que les preguntaban por su pasado y su futuro".
En Las dos vidas de Mina Índigo, esta espiritista esconde una doble identidad. En realidad, es una experta investigadora que usa sus contactos para obtener información comprometedora de sus clientes. Se verá envuelta en un crimen, que tratará de resolver, antes de que le salpique en exceso, junto a un patólogo forense, el británico doctor Ellis. "Tiene una mente científica, es todo modernidad y se interesa en esos primeros avances forenses, la resolución de la criminología más moderna. Entre ellos se establece una relación de socios y amantes. Son el contrapunto del otro", detalla la autora. La trama está ambientada en "un momento histórico extraordinario" que refleja cómo era la ciencia forense o las pesquisas policiales en el siglo XIX: "Ellis consigue, por ejemplo, huellas dactilares, algo desconocido entonces, que no se aceptaba en un tribunal".
Para Alaitz Leceaga, es una "historia de misterio clásico" que combina asesinatos, traiciones, conspiraciones, secretos, luchas de poder y amores prohibidos. Como trasfondo, aparece una urbe en plena transformación urbanística. "Me atraía la Barcelona que comienza esa industrialización y esa modernización, representada en la Exposición Universal, la metáfora perfecta. Como autora, esos movimientos sociales que empiezan a surgir y esos cambios son muy atractivos". La acción pasa por el Cementerio del Este —hoy Cementerio de Pueblo Nuevo— el antiguo y gótico Hospital de la Santa Cruz, el palacete de Permanyer, uno de los pocos pasajes que todavía mantienen el mismo encanto arquitectónico, o las callas del Raval.
Alaitz Leceaga ganó con su tercera novela, Hasta donde termina el mar, el Premio de Novela Fernando Lara 2021, convirtiéndose en la autora más joven en lograr esta distinción: "Fue un momento maravilloso a nivel profesional que me permitió llegar a más lectores y presentarles a mis personajes".
Alaitz Leceaga. Las dos vidas de Mina Índigo. Editorial Planeta. ISBN-10 -8408271733. 672 páginas. 22 euros.