
A María José Solano (Sevilla, 1975), colaboradora de En casa de Herrero de esRadio, le pirran los libros y los viajes. Condensa estas dos pasiones indispensables y efervescentes, órganos vitales de su ser –y de su estar–, en Una aventura griega (Debate, 2023), un artefacto literario de búsqueda, aventura y aprendizaje, con Patrick Leigh Fermor como destino, en el que conviven el ensayo, la crónica, el libro de viajes y la novela del yo. Figura interesante la de este trasunto inglés de Jasón que la autora compara con Pablo de Tarso, que lideró la patrulla que capturó al general nazi Heinrich Kreipe en Creta, que pudo competir con Julio Iglesias en número de amantes y que aprendió a escribir a máquina en el epílogo de su vida. LD entrevista a la columnista de ABC y fundadora de la revista Zenda en La Rotonda del Hotel Palace, con el 2023 boqueando.
P: Señora Solano, ¿en qué se parecen san Pablo y Patrick Leigh Fermor, Paddy?
R: En que los dos están en mi biblioteca. Borges decía que una biblioteca es lo más parecido al Paraíso. En una biblioteca cabe un Paraíso, y de paraísos sabía mucho san Pablo. Paddy es mi paraíso personal. Con lo cual, en mi biblioteca, todo tiene sentido porque todo está relacionado. El nudo que une las cintas de los hombres muertos es el lector, y yo soy la dueña y señora en mi biblioteca, donde todo está relacionado.
P: Bibliotecas al margen, ¿en qué se parece usted a ellos?
R: En que he sido cazadora toda mi vida. Al final, el cazador termina pareciéndose a la presa. Ellos son mi presa, pero no sé distinguir dónde está la frontera entre uno y otro: creo que tengo un poco de san Pablo, un poco de Patrick Leigh Fermor, un poco de Alejandro Dumas y un poco de los amores que he ido persiguiendo a lo largo de mi vida.
P: Somerset Maugham, sobre el personaje que inspiró su libro: "Un gigoló de clase media para mujeres de clase alta". ¿Verdad, mentira o inquina?
R: Una inquina que se convirtió en una verdad que corrió como la pólvora por la intelectualidad del momento. Somerset Maugham estaba enamoradísimo de Paddy. ¿Cómo no estarlo? Le invitó a su casa de Niza para epatar, y al final fue Paddy, con esa cosa que él tenía de niño malo y de gamberro impresentable, el que terminó epatando por sí mismo, no por el glamour que Somerset Maugham…
P: Se metió con su tartamudez, ¿verdad?
R: Es que Somerset Maugham era muy tartamudo. Paddy, que no tenía filtro porque era como un adolescente gamberro, para bien y para mal, en aquella fiesta estaba incómodo. Él era un animalillo salvaje, le incomodaba aquella cosa estirada que tanto le gustaba a Somerset Maugham. Entonces, metió la pata, empezó a gamberrear y Somerset se levantó y lo echó de su casa. Al día siguiente, como venganza, dijo esta frase. Frase que a Paddy le encantó. Lo fue contando por ahí como si le hubieran dado una medalla.
P: Permítame una pregunta retórica: ¿es Una aventura griega una declaración de amor hacia Patrick Leigh Fermor?
R: Sí, absolutamente. Una declaración de amor a Paddy y a los libros y a los viajes. Es una autodeclaración de amor: en Una aventura griega, utilizando a Paddy como destino, vuelco todos mis afectos, todas mis filias, todas mis pasiones, que se resumen en dos: los viajes y los libros.
P: Escribe: "Es una lástima, incluso una injusticia, que las palabras de las esposas perduren en las biografías y, en cambio, las de las amantes suelan terminar destruidas u olvidadas". Por favor, desarrolle.
R: Siempre me interesó más Nausícaa que Penélope. Las cito como dos símbolos épicos de los dos tipos de mujer literaria. Al menos, de la mujer literaria que me interesa a mí: una que espera bordando, reúne todas las virtudes que debe tener una mujer o un ser humano y es alabada por todo el mundo, y luego están esas brujas del Mediterráneo, esas seductoras de las orillas. Cito la Odisea porque es la gran referencia de donde sale todo. A mí, por razones biográficas, literarias y complejísimas, siempre me interesaron más las mujeres que se quedaron esperando en la orilla, las mujeres en sombra detrás de los héroes, que las esposas oficiales. Como me interesa ese tema, siempre busco, siempre rasco en esas mujeres que entregaron todo por los hombres, a pesar de que ellas sabían que no iban a ganar, que no iban a estar en los titulares. Esas voces apagadas, voluntariamente a veces, sacrificadas por amor, construyen la épica que me interesa a la hora de escribir sobre mujeres.
P: Sostiene que Paddy es un héroe. ¿De qué tipo?
R: Es el héroe mediterráneo. Los héroes evolucionan, claro, como evoluciona todo. Podemos mapear la evolución de los héroes a través de la evolución de la historia de la literatura. Hemos llegado al héroe final, al nuestro, que es un héroe descreído, cansado, de Chandler, que fuma y tal. Cuando conocí a Paddy, cuando leí la biografía que hizo sobre él Artemis Cooper, dije: "¿Esto es real o Artemis Cooper está creando el héroe?". Para mí, era Ulises de nuevo, un héroe sobre el que había leído en la Odisea y en la Ilíada. Después, descubrí en los libros de Paddy que era así. Era Aquiles y era Jasón. Ese Paddy que primero es un jovencito que vive aventuras y que, después, es un anciano que se cuenta a sí mismo esas aventuras, me reconcilia, me hace creer que el héroe mediterráneo no ha sido sepultado por el héroe moderno de Chandler.
P: ¿A cuántos héroes ha conocido usted?
R: A unos cuantos. Sólo hace falta ir a un hospital para ver que existen los héroes todavía.
P: ¿La heroicidad puede ser impostada?
R: Sí, supongo. (Piensa) Supongo que puede ser impostada en lugares como este (el hotel Palace de Madrid), pero en los momentos cruciales o de crisis, la heroicidad no se puede impostar. Nosotros no hemos vivido guerras nuestras, sí ajenas, pero sí que vivimos un momento en el que los héroes demostraron su presencia: la pandemia de la covid-19. Pero pasó lo de siempre, la Historia de la Humanidad se repite: el pueblo clamó por esos héroes y luego los olvida o los oculta porque no interesan.
P: Balasha Cantacuzene, a Paddy, al acabar la guerra: "Ya no quieren saber nada de nosotros, de nuestra educación ni de nuestra cultura". La frase sigue vigente en diciembre de 2023…
R: Absolutamente. La Europa que creó Occidente, desde Atenas hasta la II Guerra Mundial, está desapareciendo. Es normal: toca un ciclo nuevo, vienen cosas nuevas. Balasha Cantacuzene dijo eso en plena guerra: intuyó el final de una civilización. El Gatopardo construye una historia de 400 páginas para contar el final de Europa; Balasha Cantacuzene lo supo resumir en una frase.
P: Y usted escribe: "El siglo XXI se ha encargado de eliminar algunos de los misterios de la tierra, pero no todos". ¿Por qué?
R: Estamos empeñados en conocer. En este mismo lugar, entrevisté a Sánchez Ron, autor de uno de los libros más importantes que ha salido sobre ciencia. Él me dijo una cosa que nunca olvidaré: "El hombre, desde siempre, quiere saber. Se mueve porque se pregunta cosas y trata de averiguar las respuestas. Pero hay respuestas que no va a encontrar jamás. Tenemos que asumir que hay cosas que no podemos entender". El hombre siempre ha querido entender. Por eso, el siglo XXI, para poder entender, ha sacrificado el misterio. Hemos sustituido a Dios por la ciencia; al espíritu, por las compras; la vida familiar, por las fotos en Instagram. Estamos arrancando los velos del misterio. Y el misterio es parte del potencial del hombre.
P: Vamos acabando, señora Solano. En Una aventura griega cuenta que, cuando era azafata de vuelo, alguna vez sonreía con tranquilidad en algunos casos en los que "creí que moriríamos todos".
R: Fui azafata desde los veinte a los veinticinco. Es una etapa fundamental en la vida de todo ser humano. Tuve un aprendizaje interesantísimo: saber que puedes morir y que tu obligación sea la de sonreír… No sonreír como una idiota, sino porque es la máscara que protege la seguridad de todos. Te das cuenta del caos que se puede generar cuando no sabes cómo van a reaccionar ciento sesenta personas… Entonces, saber que puedes morir y saber que tienes que sonreír mientras, por dentro, te preparas para abrir una puerta, desplegar una rampa…, a esa edad, por lo menos a mí, me sirvió mucho. Me sirvió para entender al ser humano y para escribir.
P: Y, para finalizar, ¿compartiría un viaje en Falcon con el presidente del Gobierno?
R: (Risas) Sí, por supuesto.
P: ¿Y qué le preguntaría?
R: Si sabe abrir una puerta de emergencia.

