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Roberto Villa presenta un libro asombroso con analogías y paralelismos con la situación política actual de España. "En el 23 se quiebra el sistema por culpa de los políticos", dice su autor.

Libros con Marco: Los socialistas contra la monarquía. Así fue la quiebra del sistema y de la legalidad común en 1923

Roberto Villa presenta un libro asombroso con analogías y paralelismos con la situación política actual de España. "En el 23 se quiebra el sistema por culpa de los políticos", dice su autor.

Recibimos en Libros con Marco al historiador Roberto Villa García que viene a presentar 1923, el golpe de Estado que cambió la Historia de España, (Espasa, 2023), uno de los libros "más satisfactorios que he hecho en mi carrera", confiesa. Lo ha disfrutado "porque he refutado al propio autor. Imagínate todas las ideas preconcebidas que yo tenía sobre el año 23..., pues se han venido abajo, con lo cual, hacer este libro ha sido como disfrutar de la mejor serie sin saber el final".

Ha pasado un siglo de una de las mayores crisis políticas de España y después de leer la nueva investigación de Villa se hiela la sangre al comprobar que la historia se repite. "El montón de analogías, el montón de paralelismos que pueden establecerse con respecto a lo que nos pasa, es increíble", dice su autor. "En el 23 se quiebra el sistema y se quiebra por culpa de los políticos", añade. Entre las semejanzas, la amnistía.

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"Una de las consecuencias fundamentales de la deslegitimación del régimen tiene que ver con la amnistía de 1918. Refuerza mucho el discurso de las fuerzas políticas antisistema y hace perder notablemente apoyo social no solamente a los partidos monárquicos y constitucionales del periodo, sino también al propio Estado de Derecho, al propio principio del imperio de la ley justamente en el año 23. Es decir, que en buena medida la quiebra tiene que ver con una desconfianza cada vez más grande en la legalidad común que se había creado y consolidado desde 1876."

El historiador encuentra también paralelismos entre 1923 y 1931, año de la proclamación de la Segunda República.

"Una de las cosas más sorprendentes y que el lector va a poder apreciar incluso visualmente, en las fotografías, es que aquellas jornadas del 13, 14, 15 de septiembre de 1923 con un montón de personas en la calle vitoreando a los militares alzados se parecen muchísimo a la ruptura también del 12, 13 y 14 de abril de 1931. Habitualmente hablamos del golpe de 1923, el título insiste en esa idea, pero si se analiza más a fondo, lo que parece más bien es una revolución. Se explica a corto plazo con la gestión del último Gobierno de la concentración liberal, que siempre fue más bien una desconcentración, con ministerios que funcionaban casi como cantones independientes, con ministros que realmente no se soportaban entre sí".

La revolución de 1923

El libro también analiza la figura de Miguel Primo de Rivera y el gran apoyo social que logró, por parte de los intelectuales, como Ortega y Gasset.

Explica que se produce un cambio porque "Primo de Rivera está convencido de que aquel régimen constitucional ya no tiene una salida normalizada y el 23 tiene que significar una censura importante". Más que como una dictadura aquello se ve como "un Gobierno de poderes excepcionales, un paréntesis, para volver después a la normalidad, a una versión mejorada de la normalidad".

"Es el golpe mejor preparado de todos los que ha habido en el siglo XX. Y es curioso, porque en la propia historiografía siempre se ha visto como una cosa improvisada y desastrosa. Para nada".

"El lector se va a encontrar con que lo puramente militar, lo típico del golpe que es sacar las tropas a la calle, eso no dura nada, entre cuarto de hora y veinte minutos, pero lo importante, la gran batalla, es la batalla de la opinión pública. Es decir, es curioso que Miguel Primo de Rivera y los generales que se han concertado con él en Madrid se pasan dos días hablando con los periodistas, abriendo los cuarteles, la capitanía general a cualquier persona de la calle que quisiera adherirse al golpe".

"El Gobierno es el que se encuentra completamente desasistido de la opinión pública y de la publicada y se limita a permanecer en su puesto buscando sobre todo que el rey tenga algún tipo de margen de maniobra para canalizar aquello. Es increíble que la prensa publica el manifiesto de Primo de Rivera con toda normalidad, o sea, el Gobierno ni censura".

¿Y el papel de Alfonso XIII? ¿Estuvo involucrado en el golpe?

Responde:

"Es una leyenda. Las leyes de memoria histórica no empiezan ahora, son de la época de la Segunda República. El famoso acta de acusación que aprueban las Cortes constituyentes contra el rey, al rey le juzgan las Cortes. Es verdad que no le juzgan en persona, está en el exilio, pero le juzgan. Además, por una razón muy sencilla, ya sabéis que la Segunda República sobreviene por una ruptura revolucionaria".

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El rey Alfonso XIII y a su derecha el general Primo de Rivera

La imagen que proyecta el libro es opuesta a la que encontramos hasta ahora en la historiografía. "Mi tesis es diametralmente opuesta. No es solamente que el Rey no esté implicado en el golpe, sino que hay golpe porque el rey no apoya una solución. Porque se empeña en que siga la concentración".

"El último Presidente del Gobierno constitucional, que es Manuel García Prieto, se quiere ir. Si no hubiera habido golpe habría dimitido. No hay posibilidad de retomar de nuevo el turno de partidos porque la izquierda constitucional está fragmentada y la derecha constitucional, que es el Partido Liberal conservador, no puede volver al poder hasta que no se zanje el famoso debate de las responsabilidades -de la guerra de Marruecos y el desastre de Annual-. Por eso el rey casi les atornilla, les obliga a seguir y eso es lo que precipita el golpe".

Lo militar de principios del XX

Dice Roberto Villa que el ejército, que "arrastra sus propios problemas desde 1917 -los jefes oficiales que habían subvertido la jerarquía militar con la creación de las juntas militares, el conflicto entre los grados intermedios y bajos, entre junteros y africanistas- acaba cohesionado en torno a la figura de Primo de Rivera".

"Es más, lo sorprendente es que si Primo de Rivera no hubiera dado el paso, probablemente hubiera habido un levantamiento de las juntas militares todavía más profundo y más grave que el de 1917 y a diferencia de éste abiertamente republicano".

Añade,

"Las juntas militares están ahora mucho más politizadas que en 1917 y son más pro republicanas porque tienen la apreciación de que el rey está con el Gobierno, es decir, que no hace absolutamente nada por modificar la propia situación política".

Los socialistas

"Los socialistas piensan que con el proceso de las responsabilidades políticas -por la guerra en el norte de África- pueden no solamente destruir a los dos grandes partidos constitucionales, sino alcanzar al propio rey, al que se le culpa también de la derrota de Annual y de la intervención en Marruecos. Lo que los socialistas plantean en este caso es el oportunismo revolucionario.

Es curioso cómo ya en los años veinte del siglo pasado se entonaba el ‘No a la guerra’.

"El Partido Socialista lo hace como algo meramente propagandístico, es decir, tratan de capitalizar el sentimiento contrario a la intervención en Marruecos. Pero cuando cuando se les decía que el abandono implicaba también el abandono de Ceuta y Melilla porque no se podía garantizar la seguridad de esas dos ciudades frente a las cavilas los socialistas no sabían contestarte. O sea, en este caso, tenían una posición en esto también puramente oportunista".

Algo muy llamativo es la transparencia de los movimientos políticos,

"Todo se publica. Cada político tenía su medio afín y de todo hablan con todo el mundo. Los periodistas estaban siempre al cabo de la calle. Es increíble que el día 13 de septiembre, en medio del golpe, la prensa está publicando el manifiesto de Primo de Rivera con toda normalidad, o sea, el Gobierno ni censura".

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