Los llama escépticos, pero en realidad, se dirige a cualquiera con ganas de aprender aparcando prejuicios. El prolífico autor jiennense Juan Eslava Galán invita al lector a un viaje dos mil años atrás en Historia de Roma contada para escépticos (Planeta), una larga crónica de superación con una vigencia absoluta. Nos legó, ante todo, la lengua y la ley. "Roma -dice Eslava Galán- somos nosotros".
"Lo que más me ha interesado en el mundo ha sido Roma. Este libro me lo debía a mí mismo. Cuento desde que es semilla para plantar hasta que ya está el árbol troceado y listo para el fuego. Son mil años. Viendo como ese imperio sube y se consume a sí mismo se puede establecer un paralelismo con lo que somos nosotros", aseguró el autor.
Este es un libro ameno, irónico, reflexivo y didáctico, cimentado sobre una nutrida bibliografía pero desde la destreza de un narrador que se detiene en la historia, las gentes y las costumbres de los que nos precedieron hace dos siglos. Salta de lo épico a lo puramente anecdótico, con personajes ficticios que dialogan con emperadores, soldados y gladiadores reales. "Lo que más impresiona de Roma es que un villorrio levantara un Imperio casi por casualidad, sin apenas proponérselo", escribe el autor. Fue "la aldeíta que ocupó el mundo".
"Roma es un espejo en el que mirarnos", defiende Eslava Galán. "Lo mejor que tenemos de Roma es la ley, que todo el mundo debe obedecerla. Está en la esencia de la democracia. Sigue siendo la mayor aproximación a la justicia que se tiene en todas las civilizaciones". En contra, lo peor "es la corrupción". "Roma era un pueblo muy corrupto y no hay nada nuevo bajo el sol", añade.
La deformación del cine
Eslava Galán propone revisar algunas ideas instaladas en el imaginario común sin demasiada consistencia -pero muy bien rodadas por el cine-, como las persecuciones a los cristianos, de las que piensa que "se han exagerado", o el pensamiento de que "solo había mujeres y todo eran centuriones arrogantes". "Hay una visión del Imperio Romano, a través del cine, en el fondo muy machista. Todos hemos aspirado a ser un gladiador o esos centuriones arrogantes que vemos en las películas. Nunca vemos al comerciante panzudo, calvo, que es el que está sosteniendo la economía de su imperio. Lo vemos todo a través de la visión de Hollywood, que es una visión deformada. Y no quiere decir que no existieran. Existían orgías, pero no solo eso. Al lado había una economía muy organizada", consideró el escritor.
No desprecia el cine de romanos, pero matiza: "Si en Gladiator, Ridley Scott hubiera reproducido una verdadera batalla romana, hubiera quedado mucho más espectacular que esas bolas de fuego que vienen por el aire".
Algo muy parecido ocurre con algunos personajes, como Nerón, por el que rompe una lanza a su favor. "Cuando ocurrió el incendio de Roma, él estaba ausente, lejos, y se portó con la abnegación que cabe esperar en un buen gobernante. Cuando ya lo vio asolado, pensó que sobre esas cenizas iba a montar su nuevo palacio". En cambio, de Calígula "podemos decir que nunca nombró cónsul a un caballo y, por otra parte, no hubiera ido peor el Imperio romano si el caballo fuera el cónsul. De igual modo que en algunos lugares de Occidente, iría mejor el gobierno si hubiera un caballo al frente. Los caballos normalmente son sensatos".
Para Eslava Galán los paralelismos entre nosotros y Roma son constantes. "Ellos también pintaban en la puerta de los retretes", bromea. "En Europa, la civilización cristiana occidental se ha suicidado. Llegó a su culmen en el siglo XIX y se ha suicidado a través de dos guerras mundiales y ahora somos lo que somos. Un nuevo espectro de lo que alguna vez hemos sido. Así es que en eso también nos estamos pareciendo a Roma".
La esclavitud y los derechos
Historia de Roma para escépticos habla esclavitud, "la base de su economía". "No podemos censurar una sociedad antigua", advierte Eslava Galán. "Se aceptaba que la fuerza de trabajo más barata que podías tener era un esclavo. Había propietarios que tenían 20 mil esclavos. Por otra parte, en su época de esplendor, al conquistar países nuevos hacían muchos esclavos. Ha habido esclavitud en Occidente hasta muy avanzado el siglo XIX. La reina María Cristina era la mayor propietaria de esclavos de Cuba".
"Si tú eras ciudadano romano, tenías todos los privilegios, aunque fueras un auténtico don nadie. De hecho en la época imperial estaba lleno de vagos que no hacían nada. Si eras itálico, tenías más derechos que los de fuera de Roma. Si la ciudad había sido tomada a la fuerza, tenías escasos derechos, pero, si había colaborado desde el principio, tenías más. Se procuraba ser amigo de Roma para tener mejor puesto en el banquete".
Le pedimos al autor que elija un personaje y, tras dudar unos segundos, se decide: "Heliogábalo, que se casó con cuatro mujeres y dos hombres, lo abarcaba todo".
Juan Eslava Galán. Historia de Roma contada para escépticos. Planeta, 2024. 456 páginas. 23,90 euros.