
Richard Osman se convirtió en el tercer escritor inglés más leído tras Dan Brown y J. K. Rowling gracias a una saga protagonizada por cuatro jubilados que investigan asesinatos, El club del crimen de los jueves - pronto se estrenará la película con Steven Spielberg como productor, y Helen Mirren, Pierce Brosnan, Sir Ben Kingsley y Celia Imrie como protagonistas- . Fue el debut de novela negra más vendido desde que se tienen registros. Tras ese apoteósico éxito, regresa con Resolvemos asesinatos (Planeta), una nueva serie que entró directamente en el número 1 de The Sunday Times en Reino Unido y en el número 2 de The New York Times en Estados Unidos. Netflix no ha perdido el tiempo y ya le ha echado el lazo para su adaptación audiovisual.

Osman vuelve a apostar por un atípico grupo de investigadores que resultan adorables: Amy, una guardaespaldas de millonarios; su suegro, Steve, un policía retirado que solo quiere "una vida pacífica junto a su gato", y Rosie, la escritora de misterio más exitosa del mundo a lo Jackie Collins. "Son tres personajes que no tienen nada que ver, pero que se preocupan los unos de los otros, cada uno con sus fortalezas y debilidades. Esa es la gracia y el lujo de poder escribir estos personajes. Lo mismo me pasó con El club del crimen de los jueves. Independientemente de la trama, tú quieres seguir pasando tiempo con ellos. Te hacen reír, te hacen pensar. Cuanto más diferentes son entre sí los personajes, más bien lo paso", reconoce el autor en un encuentro online con periodistas españoles desde su residencia de Londres.
El estilo de Osman es totalmente opuesto al nordic noir. "Cuando comencé a escribir, en las novelas que estaban de modo no solo había un cadáver, sino un cadáver hecho pedacitos, torturado, sangre por todas partes. Yo quería algo más cálido sin perder la autenticidad del tiempo en el que vivimos. Quería dibujar unos buenos personajes con su humanidad y que fuera una novela divertida. Me gusta agarrar un libro que hable de seres humanos, auténticos y genuinos, amistades, algo que nos haga reír y llorar, y que no tenga mutilaciones y cabezas en un congelador, no es necesario", reivindicó.
Tampoco llega a ser cozy crimen: "Hablo del mundo y son divertidos porque sin humor yo no puedo escribir, así funciona mi corazón y mi cerebro. Pero estos libros no son tan cozy porque hablo de la realidad, hablo de demencia, de fragilidad humana, de envejecimiento… Está bien que se diga que mis obras son amables, pero debajo de ese papel de regalo no todo es así".
Humor inglés

Los libros de Osman se leen con mucho agrado por su fina ironía y su humor inglés que ha exportado a mercados de medio mundo, demostrando la "universalidad del humor". "Han acogido súper bien todas esas referencias súper británicas. Las versiones en China son el doble de largas porque están llenas de notas al pie explicando todas las referencias. El humor es universal, sobre todo si es un humor que sale de los personajes".
La trama es importante, sí, pero no lo esencial: "Me interesa hablar de lo que significa ser un ser humano en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir. Yo puedo utilizar la novela negra como vehículo para hablar de la realidad. Yo escribo personajes", insiste.
Personajes maduros
Osman apuesta por personajes maduros, nada de jóvenes recién incorporados a la vida real. "Me gusta que mis personajes sean añosos porque te dan más juego, han vivido mucho más y han tenido muchas más experiencias. Mis libros van sobre la vida. En nuestra cultura, parece que estamos obsesionados con la juventud y todo lo que nos venden son esos cuerpos de 25 años, pero a mí me encanta escribir sobre el vecino de al lado, el que acaba de subirse al autobús, los mayores. Son tan tan fabulosos, son mucho más divertidos como personajes que los jóvenes".
En este sentido, se muestra optimista con la vida: "Yo creo firmemente en las personas, en el ser humano, y soy optimista con la naturaleza humana. Oímos hablar justo de todo lo contrario, pero hay mucha humanidad en el mundo".
En cuanto a los desafíos que plantea la Inteligencia Artificial, cree que hay que legislar para proteger al autor y defender el copyright, pero no teme que pueda sustituir al humano: "¿Puede escribir una novela? Sí. ¿Una gran novela? No".

