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El Círculo de Escritores Chekistas, los poetas de la Stasi

El escritor y guionista Jorge Corrales recupera en El escritor y la espía este "capítulo bastante desconocido" de la Alemania de posguerra.

El escritor y guionista Jorge Corrales recupera en El escritor y la espía este "capítulo bastante desconocido" de la Alemania de posguerra.
Un bunker usado por la Stasi, la policía de la RDA. | Pixabay/CC/hoeldino

La Stasi, la temible policía secreta de la República Democrática Alemana (RDA), contaba entre sus miembros con poetas y aficionados a la literatura que se reunían periódicamente para intercambiar impresiones, compartir intereses y escribir. Era conocido como el Círculo de Escritores Chekistas y entendían la poesía como arma al servicio de los trabajadores. Llegaron a publicar varias antologías.

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El escritor y guionista Jorge Corrales ha tomado a este peculiar grupo como punto de partida para El escritor y el espía (Planeta), "un thriller cultural y una falsa novela de espías, con giros y dobles identidades, en el que descubrir curiosidades sobre Berlín, la literatura y el proceso creativo".

"Es sorprendente que miembros de una de las entidades más malignas de la historia quedasen una vez por semana para hablar de metáforas y para escribir relatos. Los mejores personajes son los que son difícil de comprender, los contradictorios", explica el autor a Libertad Digital. Lo que no sabían estos agentes es que, tanto en la realidad como en la novela, estaban siendo monitorizados. Al escribir sus inquietudes, anhelos o miedos, se volvían vulnerables, mostraban su verdadero yo, lo que permitía detectar a individuos subversivos o desleales. "Los escritores, al escribir, abrimos un agujerito para que se nos vea por dentro. Es muy interesante que alguien que constantemente está vigilando a los demás, por un rato sea el observado", explica Corrales. "Es una dicotomía muy interesante que también sucede a los espías. Al crearse una identidad ficticia, tienen que decidir cuánto dejan mostrar realmente su verdadero yo. Como decía John Lecarré: ‘Espiar y escribir novelas están hechos el uno para el otro. Ambas cosas exigen una mirada atenta a la transgresión humana y a los numerosos caminos de la traición’".

Los más deplorables escriben

"La escritura es un rasgo humano que compartimos todos, desde la gente más deplorable de nuestra sociedad a la más interesante. A la Stasi no le preocupaba demasiado la literatura, la consideraba una forma menor de intervenir en la sociedad, menos problemática que, por ejemplo, la música o el cine, que sí que estaban muy vigilados", comenta Corrales, que se define como un apasionado de la historia del siglo XX.

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Jorge Corrales, escritor | Javier Ocaña

El protagonista es Daniel Medina, un traductor del alemán y escritor frustrado, que recibe un cuaderno de poesía del que desconoce sus autores. Se trataba de una de esas antologías de agentes de la Stasi. Paradójicamente, reconoce en una de sus páginas, palabra por palabra, un párrafo escrito por él mismo en su única novela. "Se da cuenta de que hay alguien que piensa y siente exactamente como él". Viaja hasta Berlín para encontrar a los escritores y conocerá a varias mujeres que no son ni hacen lo que aparentemente parece.

"La buena escritura no solo está en las librerías, sino que es la que permite al escritor conocer algo de sí mismo o de su realidad", dice. Con estas pequeñas historias "podemos entender mejor un lugar tan abominable como el Ministerio de Seguridad de la RDA". "Sabían que no podían hablar con libertad, ni siquiera en los grupos más íntimos porque probablemente alguien les estuviera escuchando y vigilando".

El Berlín más literario

"Berlín es como un parque de atracciones para los historiadores", dice Corrales, que vivió en la capital alemana, la que considera su casa, durante 11 años. "En cada esquina había una historia que contar". Introduce en la trama reflexiones sobre la memoria histórica. "El proceso de educación en valores democráticos que hizo Alemana venía de la mano de conocer muy bien su historia y saber cómo habían dado todo el poder al nazismo y cómo habían ocurrido las barbaridades que ocurrieron. Los niños son muy conscientes del pasado de su país, cosa que aquí en España no sucede. Solo aquel que conoce su pasado no está condenado a repetirlo, aunque ahora parece que se esté torciendo con la llegada de la extrema derecha", defiende el autor.

"Yo he notado que sigue habiendo un muro invisible que sigue dividiendo Berlín. Es como si la parte oriental tuviera un síndrome del secuestrado por el que desconfía de la otra parte y del Estado. Eso trastoca desde los pilares la idea de una sociedad civil fuerte. La Alemania occidental ha sido más rica, en el sentido económico y en el cultural, y denuesta lo que pasó en el Este porque no entiende su historia".

El autor se ha documentado profusamente, pero el rigor histórico no es su prioridad: "No soy un historiador, quien quiera aprender historia que se compre un libro de historia. Lo que yo quiero es emocionar. Ninguno de los personajes de la novela existió, aunque he dejado pistas para buscar los modelos en los que me he inspirado".

Corrales suele publicar en redes sociales hilos culturales sobre historia. "Creo que es una herramienta más que tiene nuestra sociedad para introducir cultura. La televisión, hace 50 años, era una caja tonta y hoy probablemente ofrece el contenido más interesante, me refiero al audiovisual. Los escritores tenemos que reclamar nuestro lugar en las nuevas tecnologías".

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