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Pedro de Tena

Julio Anguita y la copla

Es de agradecer el respeto que Julio Anguita manifestó por la tradición intelectual y artística española, algo que no cuajó en el comunismo nacional.

Es de agradecer el respeto que Julio Anguita manifestó por la tradición intelectual y artística española, algo que no cuajó en el comunismo nacional.
Julio Anguita, durante la presentación de su libro, en abril de 2013. | Cordon Press

Acaba de salir un nuevo libro sobre la copla, parte esencial de la canción popular española a la que Libertad Digital ha dedicado años de devoción y divulgación, incluso desde la propia sintonía Suspiros de España [1], que identifica el programa matinal de Federico Jiménez Losantos. Se titula: La copla. La fértil estela cultural de un género eterno (2021) y ha sido la activa y andaluza editorial Almuzara la que se ha hecho cargo de una edición preparada por el profesor e investigador José Miguel Gutiérrez Manjón-Cabeza y la profesora Amaya Ortiz de Zárate.

Se recogen en el volumen algunas aportaciones seleccionadas sobre este tan español género musical que se expusieron en el X Congreso Internacional de Análisis Textual que se celebró en Córdoba del 6 al 9 de febrero de 2019. El evento fue promovido por la Asociación Cultural Trama y Fondo, vinculada a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y llevó por título De cómo la copla canta el deseo de la mujer.

Se destaca emotivamente en el prólogo del libro, escrito por quien fue director del encuentro, el ya citado profesor Gutiérrez Manjón-Cabeza, que uno de los textos, "surgidos del propio congreso" fue escrito por el ex alcalde de Córdoba y líder del comunismo andaluz y español, Julio Anguita, al que considera "un apasionado y entendido de la copla" aunque su nombre no figuró en ninguno de los actos y sesiones de aquel encuentro de 2019.

Textualmente se dice: "Julio Anguita, político y profesor, fue nuestro alcalde muchos años y un apasionado y entendido de la copla. Asistió al Congreso y nos dejó para publicar su hermoso texto, La radio de cretona, en el que podemos reconocer su defensa y más que adhesión a esta forma de expresión popular y artística. Queremos dejar plasmado aquí nuestro más profundo agradecimiento a los autores y hacer especial mención al profesor Anguita, in memoriam". Anguita falleció el 16 de mayo de 2020, poco después de entregar su breve aportación.

La comunicación póstuma de Julio Anguita parece querer hacer de la radio de cretona el foco emisor básico de la canción española de posguerra si bien se refiere asimismo a los copleros ambulantes y las compañías artísticas. Se olvida de los tabancos, los colmaos y los festejos familiares, donde triunfaban periódicamente. Cierto es asimismo que ella misma y el flamenco pasaban de generación en generación, contaminados popularmente con el romancero, la zarzuela y los pasodobles, por transmisión oral desde los primeros años del siglo XX.

Véase por ejemplo El Relicario, pasodoble famosísimo de 1914 cuya letra se debe a dos periodistas liberales catalanes, Armando Oliveros y José María Castellví, y al músico almeriense José Padilla (autor de otros títulos de la época como La Violetera, Valencia y centenares de obras más, entre ellas un Himno de Almería). Pocos saben que su "Relicario" fue música utilizada en la campaña electoral de Dwight Eisenhower a la presidencia de los Estados Unidos desde 1952 hasta su victoria electoral.

La reflexión de Anguita acierta, pero no ahonda en la vena trágica esencial de la copla, subrayada en La Razón Alegre" [2] como fundamento de la película Copla, y referente básico de la canción española, pero se empeña en hacer una clasificación apresurada por temas (por ejemplo la copla El agua del avellano la agrupa en dos categorías diferentes) que es la que sigue:

— Coplas del amor y del desamor, vividos como una condena… es la tragedia asumida con serenidad y, a veces, con orgullo.

— Coplas del desamor, repite, los celos, el arrepentimiento, la venganza y el abandono asumido.

— Coplas del amor, vuelve a repetir, como entrega total, incluso a su recuerdo.

— Coplas del amor alegre.

— Coplas de la soledad ante el destino.

— Coplas de tema taurino, en su vertiente trágica y de gloria y su trasfondo de exclusión y ascenso social

— Coplas de vis cómica y/o costumbrista, con cierta amargura a veces.

— Coplas referidas a hechos históricos, personajes, lugares y costumbres de España contemplados bajo un prisma de romancero patriótico

— Coplas sobre animales legendarios y genéricos, de la jaca al toro o al caballo.

— Coplas de condolencia, burla y crítica, reitera.

— Coplas que no sabe clasificar como "Campanera", "Su primera comunión" o "Soy minero" pero que se refieren a la familia, los ritos de iniciación social, los oficios…

Julio Anguita testifica sobre el carácter popular de la copla aunque no aclara en qué sentido, si en la letra, si en la música, si en la representación e interiorización, si en todo o en parte, si en origen o en su ejercicio. Véase: "La copla es arte, popular por su origen y culto por su manifestación musical y artística. Baste con recordar la grandiosa belleza de las coplas que han sido versionadas por una orquesta sinfónica. Y añádase a lo anterior la pléyade de poetas y letristas que han transformado el relato popular en acervo cultural degustado y compartido por todos".

Pero su tesis, obviamente imprecisa, no tiene en cuenta que tal y como destacó hace un siglo y medio Marcelino Menéndez Pelayo, la poesía popular y la poesía erudita sostienen extrañas y fluidas correlaciones y fecundos vasos comunicantes. Resumió así su posición Juan Valera en su Introducción a las Odas, Epístolas y Tragedias del cántabro:

El antagonismo que ponen hoy los más de los críticos entre la poesía popular y la erudita no ha existido nunca. En cierto modo, no hay siquiera distinción entre ambas poesías. La popular es la erudita, que agrada o entusiasma al pueblo, haciéndose popular. Y la erudita, si, cuando no llega a ser popular, es tal vez porque no merece el aplauso y el entusiasmo de la muchedumbre, también puede ser porque el poeta vive en edad poco poética o porque el pueblo está extraviado por un pésimo gusto literario que le hace preferir lo malo a lo bueno.

Es más, incluso la poesía vulgar, sabida y compuesta por el vulgo, que suele expresarse en coplas en todos los países, tiene esa relación de intimidad con la poesía culta. "Es probable que las mejores de estas coplas hayan sido compuestas por poetas eruditos, quienes adivinaron el gusto y obtuvieron el favor del vulgo". Es lo que ocurre en nuestra copla.

Es una relación, la de artistas populares y poetas y músicos eruditos, que puede rastrearse en la copla, la canción española en general e incluso en el flamenco, tema sobre el que polemizaron Antonio Machado Álvarez, Francisco Rodríguez Marín y otros con quienes querían y quieren ver un exclusivo origen vulgo-popular en el flamenco ("el menos popular de todos los cantes llamados populares", sentenció Demófilo).

Si lo popular se concibe como algo aislado de toda influencia erudita, la tesis no resulta convincente por la intensa participación de poetas cultos y versificadores populares en la configuración de sus letras. Como recordó Juan Ramón Jiménez [3], muchos de los poemas de Bécquer eran, en realidad, peteneras, soleares, malagueñas o sevillanas mayores.

En la copla, esta influencia de la poesía erudita que es valorada y asumida por el pueblo resulta evidente. Ahí está la figura de Rafael de León, un aristócrata sevillano y poeta de la generación del 27, preterido absurdamente por franquista y homosexual, cuya gloria intelectual y estética es todavía muy inferior a la de un García Lorca entre los "culturalmente correctos". Sin embargo, tuvo la bienaventuranza de ser cantado, recitado, recordado e inyectado en vena en el pueblo y sus artistas. De María de la O y Tatuaje a Ojos verdes hay todo un universo popular y lírico en el que la gente de España nos reconocemos y nos sentimos. Antonio Burgos ha dejado constancia de su relevancia.

Manuel Machado lo clavó: "Hasta que el pueblo las canta,/las coplas, coplas no son,/y cuando las canta el pueblo,/ya nadie sabe el autor". Pero el último verso encubre un entuerto. Sí que se sabe el autor, pero no se expone, ni se sobrepone, ni se le da relieve. Kiko Veneno fue el autor del Volando voy de Camarón. Paco y Pepe de Lucía, de muchas otras. Sería un curioso y meritorio trabajo investigar cuántas coplas tienen un origen netamente popular, esto es, anónimo y de transmisión oral y familiar y cuántas han sido escritas por poetas cultos y consagrados. Véase el siguiente ejemplo:

Tengo a mi reló enseñao
pa que no cuente las horas
cuando te tengo a mi lao.

La letra es del gran poeta portuense y amigo y cómplice del cante grande José Luis Tejada, que estuvo a punto de ser Premio Nacional de Poesía en la década de los 60. De otras muchas no se conoce al autor, o proceden de los romanceros ("contaminación romancística" le ha llamado Luis Suárez Ávila) o de las recopilaciones de canciones populares realizadas en el siglo XIX. En el caso de la copla, de las 20 consideradas las más conocidas y valoradas, la inmensa mayoría han sido compuestas por Perelló, Mostazo, Naranjo, Murillo, Monreal, Valerio, Quintero, Rafael de León, Quiroga y otros escritores y compositores cultos. Espacio queda para el debate y la aclaración. Con todo es de agradecer el respeto que Julio Anguita manifestó siempre por la tradición intelectual y artística española, algo que no cuajó en el comunismo nacional, constitucionalmente apátrida cuando no antipatria o antimatria.


[1] Fue Antonio Álvarez Alonso quien compuso el pasodoble en 1902, se ha dicho que en una cafetería de Cartagena. El título le viene de unos pasteles conocido como los "suspiros".

[2] Libro de Agapito Maestre sobre el cine de Gonzalo García Pelayo, capítulo VII.

[3] Así lo cuenta Rogelio Reyes, doctor en Filología por la Universidad Complutense de Madrid y Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Sevilla, en un artículo Bécquer y el mundo del flamenco

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