
Hizo siempre en esa vida que acaba de apagarse lo que realmente quiso y pudo. Destacó en el teatro y sobre todo en el cine y tal vez algo más, al menos en Francia, a través de sus canciones. Tuvo un excepcional compañero, su pigmalión, Serge Gainsbourg. Se ha muerto cuando todavía estaba en activo, ya se sabe que víctima de la leucemia. Intentó superar el suicidio de su hija primogénita, sin conseguirlo. Desde hacía diez años, cuando ocurrió ese drama, tenía el corazón herido de una infinita tristeza, que procuraba disimular para no herir a cuantos estuvieran a su lado.
Nacida en Londres, debutó en una obra teatral haciendo de sordomuda. Otras representaciones llevaban la firma de Graham Greene. Su casamiento con el destacado compositor John Barry, del que nació Kate, la hija que luego perdió, fue desafortunado. Dio el salto a París donde para ganarse el sustento recurrió a ser "chica au-pair", las sirvientas que cuidan de niños, en un edificio del distrito 16 donde en uno de los pisos vivía Edith Piaf. Pero al poco tiempo, tras acudir a unas pruebas cinematográficas, fue seleccionada para la película que iba a emparejarla con un ocasional actor, poeta maldito que iba a ser su gran amor: Serge Gainsbourg.
Entrevisté a la actriz en un par de ocasiones. La primera cuando vino a rodar una película en Bará, a pocos kilómetros de Tarragona, "Demasiado bonitas para ser honestas". Cuatro muchachas envueltas en un robo perpetrado en un banco de Niza. El papel de Jane Birkin era el de una prostituta. Me contó esto: "Mi verdadero lanzamiento en el cine vino con La piscina, con Alain Delon, Romy Schneider y Maurice Ronet, que era mi padre en el guión". A propósito de ese rodaje pude enterarme que Gainsbourg, ya siendo su amante, no se fiaba de Delon, por si acaso trataba de camelarse a Jane, y portaba discretamente una pistola, que usaría, aseguraba, en caso de que se cumplieran sus pensamientos. Celoso perdido.
Jane Birkin ya había rodado dos películas en Inglaterra, que serían importantes a la hora de estudiar su filmografía, a pesar de que su aparición en ambas no fuera protagónica. Fechada en 1965, una de ellas fue The Knack, dirigida por Richard Lester, la otra en el año siguiente, a las órdenes de Michelangelo Antonioni, Blow-up, que la distribuidora española tituló absurdamente Deseo en una mañana de verano. A Jane no le importó desnudarse, como tampoco interpretar sus dos papeles que venían a ser dentro de esos argumentos un ejercicio estético, vanguardista cinematográfico. Tiempos en los que empezaba a estar de moda en la pantalla la aparición de un nuevo tipo de mujer joven, a través de historias que rompían con la visión conservadora de la sociedad europea.
El hombre de su vida
Ya instalada en la capital francesa inició su convivencia con Serge Gainsbourg, que tanta influencia iba a tener en su proyección artística y en su vida íntima. El director de aquella película, Slogan, que uniría a la pareja pretendió que se conocieran antes de empezar el rodaje y los citó en la discoteca Régine, donde el anfitrión no apareció a propósito. En aquella velada es cuando Serge y Jane intercambiaron ideas, conversaron hasta altas horas de la noche para acabar uniendo sus cuerpos. Y eso que ella creía estar ante un ser pedante e insufrible. Lo describiría más adelante como un tímido y torpe, que acabó siendo "el hombre de su vida".
Desde luego, en sus doce años de convivencia, atravesaron momentos también difíciles. Gainsbourg era un bohemio incorregible, que no renunciaba a gozar de las noches locas en cualquier parte. Y, para no dejarlo solo, muchas veces ella lo acompañaba, incluso a garitos de mala fama en el barrio de Pigalle, entre putas, maleantes, chulos… De esos burdeles entresacaba luego Serge ideas para sus escritos. Le estimulaba desde luego mucho el alcohol; tanto que acabaría con su vida.
El punto de arranque musical de Jane Birkin acaeció en el año 1969 cuando él le propuso cantar "Je t´aime moi non plus". Ya se ha contado hasta la saciedad que primero la grabó Brigitte Bardot, con quien el compositor había roto su relación sentimental. Pero el disco no se comercializó. Y fue entonces cuando Jane se convirtió en un mito viviente envuelta en el escándalo de aquella pieza erótica, entre jadeos orgásmicos, que hoy seguro que a nadie produciría repulsa. En la revista musical Rolling Stone le preguntaron a Gainsbourg que si registraron aquella pieza musical al tiempo que "hacían el amor". A lo que éste respondió: "Si eso hubiera ocurrido así la canción habría durado muchísimo más".
En 1976, siete años después del lanzamiento de aquel disco prohibidísimo en las radios, que se vendía a escondidas a precio desorbitado, una productora norteamericana propuso a la pareja rodar una película con el eje argumental de la canción. La dirigió el propio Gainsbourg, quien buscó a un galán para Jane, un tal Joe D´Alesandro, que tenía fama de homosexual, al menos así aparecía en sus filmes. ¡Menudo era Serge, que no permitía que nadie se entrometiera entre él y su mujer! No tengo idea de si tal cinta se estrenó en España; me parece que no. Ni creo que mereciera la pena verla.

Jane Birkin combinaba el cine con la canción y, en ocasiones, desfilaba en las pasarelas o aparecía en las revistas de moda. También en otras de corte erótico, donde no se cortaba un pelo a la hora de desnudarse ante los fotógrafos. Su independencia la llevaba a ciertos excesos que, por mucha liberalidad que existiera en Francia, molestaba a quienes toleraban menos tales exhibiciones. De una mujer culta que no tenía necesidad de llamar la atención de esa guisa. Pero ella era así, le importaba un rábano lo que dijeran acerca de su inmoralidad.
Recapacitando aquella época, con sus hijas ya crecidas, Jane Birkin declaraba en Times: "No sé si para ellas tener una madre que salía sin ropa en las revistas les resultaría fácil de comprender, y además con un padre que quemaba billetes de cien francos". Esto último, por lo visto, es lo que hacía algunas veces Serge Gainsbourg en pleno delirio alcohólico.
Símbolo progresista
Lo importante en la biografía de la actriz-cantante es que se convirtió en un símbolo progresista en la Francia de finales de los 60 y en adelante. La dirigieron importantes cineastas: Resnais, Godard, Tavernier, Laconte, Audiard, y Roger Vadim que reunió a Jane y a quien fue su esposa, Brigitte Bardot en Don Juan 73, filme también conocido como "Si don Juan fuera mujer".
Cuando contaba cuarenta años, su manera de vestir llamaba la atención, luciendo espléndida shorts y minifaldas. Modelos que inmediatamente eran copiados por jóvenes y no tan jóvenes. A ella la ayudaba un físico especial, delgada, de estatura bien proporcionada. En ocasiones le dio por imponer un look andrógino y así apareció más de una vez en la pantalla o en sus actuaciones cara al público.
Estuvo en España en varias ocasiones por motivos profesionales. Ya conté el primero de mis encuentros con ella mientras rodaba una película en Tarragona. Y en 1978, gracias a mi amistad con el director, guionista y productor Pedro Masó, acudí al primer día de filmación de La miel, que llevaba argumento de Rafael Azcona. Jane era la protagonista femenina junto a José Luis López Vázquez y un chaval madrileño de nueve años que velaba sus primeras armas como actor: Jorge Sanz. Jane era una joven de vida alegre, madre de ese chico, que acababa enrollándose con el profesor del muchacho, personaje encarnado por José Luis.
Le recordé mi anterior entrevista con ella, a lo que replicó que no se acordaba, pero es que tampoco tenía mucha idea de las películas en las que había tomado parte, exceptuando sólo las que consideraba esenciales en su carrera: "Lo que sí me viene a la memoria – me dijo – es que efectivamente he venido a España a rodar en varias ocasiones, creo que tres. La tercera fue junto a Michel Piccoli, película que me gustó mucho y que se titulaba algo así como Siete muertos por receta. ¿Qué películas no olvido? Pues una junto a Jean-Louis Trintignant, El cordero loco, donde también hacía de prostituta como ahora en La miel. Y desde luego siempre he de recordar la película que me llevó desde Inglaterra a Francia, Slogan, pues fue cuando conocí a mi gran amor, Serge Gainsbourg. Si no hubiera sido por ella probablemente no hubiera sido una mujer tan feliz al haberlo conocido, ni me hubiese convertido en una actriz popular en Francia. Slogan desde luego no era una buena película, pero le estoy muy agradecida por cuanto acabo de contarte. Y desde luego Blow-up está entre mis favoritas, donde me desnudé por primera vez ante las cámaras.
"La verdad es que no sé cantar"
Le pregunté que si estaba satisfecha por aquel disco escandaloso y por sus desnudos en la pantalla: "Nunca vi nada malo en lo que hacía, ni quise hacer daño a nadie, pero reconozco que soy una mujer amoral".
¿Y cantante, te consideras una buena intérprete? "No, la verdad es que no sé cantar, pero sigo haciéndolo con mi voz bajita. Interpreto piezas intimistas, en las que trato de no esforzarme, de ser natural siempre; de igual modo que me gusta ir por la calle con tejanos. Me gusta ser como soy, como lo siento".
En vida de Serge Gainsbourg siempre estrenó sus composiciones. A su muerte en 1991, ya empezó ella a componer también. En homenaje a quien fue el hombre al que más amó, realizó un homenaje en el Casino de París recordando sus muchos éxitos. Terminó arrojando en el suelo el micrófono, y desapareciendo lentamente del escenario. Las canciones tanto de él como de ella no se parecían a las de nadie. Por sus letras, fundamentalmente. La poesía estaba presente en todas ellas. Un disco de Serge llevaba por título Arabesque, y estaba inspirado en textos árabe-andaluces.
Del repertorio musical de Jane Birkin recordamos sus duetos con Caetano Veloso, Bryan Ferry, Paolo Conte, Manu Chao (hijo de gallegos), Françoise Hardy… En canciones escritas por ella aparecía de vez en cuando la melancolía, consecuencia del dolor inmenso que le produjo el suicidio de Kate, su hija. Iba a menudo al cementerio a estar largo rato ante su tumba. Y sobre esas visitas al camposanto escribió esta frase, que llevó a una canción: "El cementerio es el miedo a la realidad de las cosas".
Sus otras dos hijas, Lou y Charlotte, se dedican también a la canción, y esta última, es asimismo actriz, directora de un documental, Jane by Charlotte, que se estrenó en el Festival de Cannes de 2021. Confesaba: "Me cuesta mucho dormir porque le doy vueltas a la cabeza pensando siempre en mi hija muerta". Ahora, también ella ha entrado en la eternidad.

