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La música en Auschwitz, un oasis de libertad y privilegios como tener un funeral en el campo

El campo de concentración tuvo seis orquestas y un coro formado por músicos de primer nivel como Alma Rosé.

El campo de concentración tuvo seis orquestas y un coro formado por músicos de primer nivel como Alma Rosé.
Valla electrificada que rodea el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. | Cordon Press

El 27 de enero es el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto y este 2025 se cumplen 80 años de la liberación de los presos en el campo de concentración de Auschwitz en 1945.

Pero como sucede en toda barbarie, en los momentos de extremo dolor y sufrimiento el afán por sobrevivir del ser humano deja pequeñas huellas luminosas.

El dúo Metha, formado por los hermanos músicos e investigadores Jorge González Cabello (pianista) y Rocío González Cabello (violinista), se dedican a recordar a los músicos judíos de los campos de exterminio nazis, tal como contaron en una entrevista para Libertad Digital.

La música en Auschwitz, "contra la deshumanización de los nazis"

"Ver cómo la música llegó a salvar vidas, ver cómo la música podía ser, en algunos momentos, un grito de decir ‘estamos vivos, estamos aquí’", dice Jorge González.

La música en Auschwitz

Los autores favoritos de los alemanes eran Mozart, Verdi, Beethoven y Wagner, música épica, y la mayoría de origen alemán. También se componían canciones dentro del campo, como por ejemplo "Nana a mi hijo en el crematorio".

Como estos dos músicos cuentan existían orquestas para acompañar a los presos durante los trabajos forzados. "Los alemanes pedían marchas para que fueran caminando al ritmo".

Al principio, las orquestas, conformadas por músicos amateur y profesionales, solo contaban con un acordeón, una mandolina y un violín, hasta que aumentó el número de instrumentos. En Auschwitz, se instaló un piano con teclas de colores diferentes que no correspondían a los sonidos de las notas.

Además, los domingos se reservaban para los teatros representaciones y conciertos para los generales alemanes del campo. En este día especial, los músicos no llevaban el traje a rayas, sino que se vestían con uniformes para la ocasión; incluso acudía gente de fuera a disfrutar de los conciertos.

Rocío González cuenta en la entrevista con Nuria Richart que "por falta de partituras, lo que tenían que hacer los prisioneros era realizar las transcripciones de esas obras".

No obstante, no toda la música era permitida, ya que el jazz, el swing o las obras de compositores judíos era considerada por los nazis como "música degenerada", lo que obligaba a muchos músicos a interpretar estas obras en la clandestinidad. Por el contrario.

Músicos de primer nivel

Alma Rosé, sobrina de Gustav Mahler, fue una de las grandes violinistas de la época. Fue trasladada a Auschwitz por su ascendencia judía, donde finalmente falleció en 1944 a causa de una probable indigestión. Esto causó una gran conmoción, y cabe destacar que fue la única prisionera judía a la que se le realizó un funeral dentro del propio Auschwitz.

Pero ser parte de las agrupaciones musicales no era sinónimo de libertad. "Era muy duro, era sentirse culpable por pertenecer a esa orquesta y tener privilegios", cuenta González, ya que los únicos privilegios a los que aspiraban los músicos eran tener una ración de comida más, cambios de ropa más frecuentes, etc.

Otra figura importante fue Fania Fénelon, pianista, compositora y cantante francesa, quien formó parte de la Orquesta de Mujeres de Auschwitz y escribió sus memorias en la obra Playing for Time (1976), que sería adaptada a la pantalla como telefilm en los años 80.

Otros músicos que estuvieron prisioneros en Auschwitz fueron Adam Kopyciński (compositor y director de orquesta), Zofia Czajkowska (directora de la Orquesta de Mujeres de Birkenau, único grupo musical femenino oficial creado por los nazis en los campos de concentración), Pavel Haas y Hans Krása, compositores checos que fueron asesinados en la cámara de gas.

Aunque cabe destacar que uno de los más conocidos por el público es Władysław Władek Szpilman, pianista polaco cuya vida fue llevada al cine en la película El Pianista (2002), dirigida por Roman Polanski.

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