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Sandro Giacobbe ('El Jardín Prohibido') ha muerto tras luchar 10 años contra un cáncer

El intérprete italiano de baladas románticas falleció tras una década de combate. Padeció cáncer de huesos y meningitis.

El intérprete italiano de baladas románticas falleció tras una década de combate. Padeció cáncer de huesos y meningitis.
Archivo

No ha podido vencer la enfermedad que arrastraba desde hacía diez años: un cáncer de huesos implacable. La desgracia no era sólo esa: tiempo atrás también padeció un tumor en las meninges. Pero es que, por si eso fuera poco, uno de sus dos hijos también, con sólo trece años, fue víctima de otro cáncer, aunque operado, salió adelante. "La vida me ha dado cosas buenas, pero las he pagado: con intereses". Lo confesaba Sandro Giacobbe, uno de los cantantes románticos italianos que inició su carrera musical a comienzos de la década de los 70 del pasado siglo XX, y que mantuvo hasta época reciente, hasta que ya la enfermedad le impedía aparecer en un escenario, sujeto a una silla de ruedas. A su lado, siempre acompañándolo su segunda esposa, quien de verdad fue su verdadero amor tras un primer matrimonio fracasado, a pesar de que fuera padre de dos hijos. Adorado por millones de admiradores, sobre todo mujeres que recordaban sus baladas románticas, sobre todo una, "El Jardín Prohibido", que aún se escucha; en su día un número 1 no sólo en Italia, sino en España y otros muchos países europeos y de allende el Atlántico.

Lanzamiento en San Remo

Santino Alexandro era su verdadera identidad. Un muchacho apasionado por la música desde que era joven. Su padre, un obrero siciliano, no compartía el deseo de que su hijo se dedicara a cantar por los pueblos abandonando los estudios. Pero no pudo impedir que quien había decidido ser un ídolo de la canción con el nombre de Sandro Giacobbe, decidiera ser líder de una banda juvenil, Giacobbe & Le Allucinazioni, con la que actuaba los fines de semana en los alrededores de Génova. Había dejado sus estudios de contabilidad y no soñaba en otra cosa que conseguir ser admitido como participante del Festival de San Remo. Era el mejor escaparate para un artista novel, el trampolín por donde desfilaron en los años 60 y 70 sobre todo los más importantes intérpretes de la canción italiana, bien con melodías románticas, o bien con piezas rítmicas, herederas del rock and roll, de las que se llamaban "yeyés".

Liado con una treintañera

Contactó con casas discográficas hasta que obtuvo un contrato en 1972. Le supuso estrenarse con una composición propia, "Señora mía", punto de arranque de su carrera musical. Tal éxito le proporcionó que la acreditada directora cinematográfica Lina Wertmüller la incluyera en la banda sonora de su película "Barridos por la barrida", título español de uno más largo en el original italiano.

Cuantos autores comienzan una profesión escribiendo novelas, guiones de cine o letras de canciones no pueden sustraerse generalmente a inspirarse en historias que han vivido. Y al componer "Señora mía", Sandro evocó en unos versos la historia real que mantuvo, él con diecinueve años, con una mujer de treinta y cinco. Para entonces, "una señora mayor", según iba trazando su argumento. Primer éxito del muchacho y primer amor de otros que tuvo más tarde. Porque era un chico guapo, alto, simpático, tal vez un punto tímido. Y eso atraía al circuito femenino que empezaba a frecuentar el novel intérprete, en sus actuaciones ya en escenarios de mayor importancia que cuando era vocalista de aquel grupo antes citado.

Transcurría 1976, mes de enero, cuando Sandro Giacobbe vivió su gran ilusión, estar en el certamen de la ciudad costera de San Remo, donde consiguió el tercer premio con su canción "Gli occhi di tua madre" (Los ojos de tu madre). Allí se dio a conocer a través de la RAI, en toda Italia y otros países que transmitió el festival. Por razones que me resultan desconocidas esa misma canción, en principio publicada en España con dicho título, fue luego también comercializada con el de "Amor, no te vayas".

Boda, fracaso, dos hijos

Los años que siguieron a esa presencia en el Festival de San Remo fueron afortunados para Sandro Giacobbe, que se situó en las primeras listas de ídolos de la canción romántica desde mitad de la década de los 70 y gran parte de la siguiente. En esta, en los primeros 80, sonaban otras novedades suyas muy bien acogidas por crítica y público: "Será la nostalgia", "Primavera" (con la que optó de nuevo en el Festival de San Remo, pero sin la misma suerte anterior) y desde luego, la que en su repertorio siempre destacó, y aún sigue en la memoria de muchas damas de hoy, jovencitas entonces, fue "El jardín prohibido". Su argumento: la infidelidad de un hombre que engaña a su pareja, con el agravamiento de que lo hace con la mejor amiga de ella. En un pasaje de la letra, se dice: "Lo siento mucho / la vida es así / no la he inventado yo". Una historia que tal vez, vista desde la óptica actual, no parezca novedosa. El caso es que, con tal canción, Sandro Giacobbe se instaló en un puesto predominante de la música romántica popular, hizo versiones en varios idiomas, el español por supuesto, visitando España para promocionar ese imparable éxito. Lo entrevisté entonces, pareciéndome un tipo encantador. Por cierto: sus cabellos eran rubios. Con el tiempo, fueran de bote o auténticos, los fue cambiado por otros de color castaño.

Al margen de su vida artística supe que tenía mucha afición al fútbol. Y con otros colegas cantantes formaron una selección que solía actuar en público con fines benéficos. Jugaba de defensa central y acabó siendo el entrenador.

He consultado la prensa italiana para dar con el nombre de la primera mujer que lo llevó al altar, sin conseguirlo. Probablemente el mismo cantante, en su día, prefirió que no se supiera. Porque aquella boda, de cuya fecha tampoco he hallado dato alguno, fue un fracaso. Lo único positivo para él es que tuvo dos hijos, que estuvieron con él, llamados Alessandro y Andrea.

El otro amor que le acompañó

Uno de esos hijos, el último citado, le proporcionaría un gran susto a Sandro. Adolescente, con trece años, Andrea tuvo los primeros síntomas de un cáncer, que precisaba intervención quirúrgica, pero sin que los facultativos dieran seguridad de que podría curarse. Ni qué decir el estado de nervios que el cantante arrastró hasta que pasado un tiempo el chico pudo salir adelante.

En 2015, fue el sufrido padre quien sería diagnosticado de otro cáncer que afectaba a sus piernas, a los huesos. Se puso en manos de especialistas oncólogos. Iba pasando el tiempo y Sandro Giacobbe parecía estar seguro de su curación definitiva, lo que le permitió continuar su carrera, con nuevas canciones, discos y giras. En España volvió a actuar en varias ocasiones. En Madrid, la última en 2022. Todavía su nombre despertaba interés en nuevas generaciones, las de hijos de aquellas madres que lo habían admirado escuchándolo en "El Jardín Prohibido". Tan bien lo recibían en nuestra capital que él contaba esta anécdota: "En uno de mis viajes a Madrid, cuando un día tuve que avanzar con dificultad porque un montón de chicas me impedían llegar al taxi que me esperaba en la Gran Vía, pasé un momento de miedo porque empujaban la puerta y casi consiguieron echarla abajo".

Hacía años que Sandro vivía una gran ilusión porque el amor había llamado por segunda vez a su puerta. Será o no cursilería, pero él así lo experimentaba en 2009 cuando a través de un amigo conoció a una graduada en técnicas psicosociales, Marina Peroni, que despertó en él un renovado interés sentimental. Comenzarían una relación de trece años de convivencia, durante los cuales fue diagnosticado con su grave enfermedad. Marina lo cuidó amorosamente. Pasado el susto tiempo más tarde, se casaron en octubre de 2022.

Fue una época de gran felicidad para Sandro, porque Marina se desvivió por mantener estable el matrimonio, al que aportó una hija de relación anterior, que el cantante aceptó como si fuera propia.

Pero poco después de aquel enlace, la salud de Giacobbe iba empeorando. Galopaba su cáncer. Acabaron diagnosticándole que la metástasis se había extendido por los huesos de la pelvis y el fémur. Sandro se vino abajo. Marina, preocupadísima. Si tiempo atrás él había sido paciente de un psicólogo hubo de solicitarle de nuevo ayuda. No quería perder la esperanza de seguir viviendo como fuera. En marzo de este 2024 hubo de tomar una decisión: manifestar públicamente su estado. Ya no podía caminar. Iba en silla de ruedas. No salía de casa para impedir que los fotógrafos captaran con sus cámaras esa situación dramática.

Llevaba meses recibiendo sesiones de quimioterapia; en consecuencia, estaba calvo. Se proporcionó una peluca, bromeando con sus íntimos, pues la llamaba "Teresa". No obstante ese final que lamentablemente iba cerniéndose sobre su cuerpo herido ya de muerte, Sandro mantenía la esperanza de que le proporcionaran un medicamento que le habían dicho podían ir alargando su vida. Al mismo tiempo le daba vueltas en la última primavera a montar un espectáculo en otoño para el que ya tenía elegido título: "Voglia di Hit Parade", consistente en una revisión de sus mejores canciones y otras ajenas, representativas de sus años de gloria.

No pudo ser. Se le adelantó la muerte.

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