Miley Cyrus interpreta a un ídolo musical juvenil en la nueva entrega de Black Mirror (se puede ver en Netflix). Una estrella del pop en plena era tecnológica. Para criticar a la industria, ella misma ha aportado a Charlie Brooker y su equipo experiencias propias. No le dio tiempo a incorporar la última. Miley Cyrus en su verdadero papel de estrella del pop ha estado en Barcelona para el Barcelona Sound y, según las informaciones apocalípticas, fue atacada por un fan a la salida de su hotel. Hemos visto el vídeo. Venga, tampoco es Monica Seles siendo apuñalada por un chiflado. Claro que el tío la agarra por detrás y le planta un beso. Pero estando rodeada de guardaespaldas (qué eficaces) no da la impresión de que se tratara de un momento de peligro. O de miedo por su parte. Un escolta aparta al tipo y Liam Hemsworth rodea a su mujer para acompañarla al coche. Aunque sí, nadie puede establecer qué es lo que siente, puede o debe sentir otra persona.
La cantante se sintió "realmente inquieta". Quizá cinco segundos más el sobresalto posterior. Lo de ataque es la denominación de la prensa extranjera (los diarios digitales). También dicen que la imagen es impactante. Anda ya, impactantes fueron las imágenes de Isabel Pantoja a la salida de la Ciudad de la Justicia en Málaga cuando en 2013 acudió a conocer el fallo del juicio por blanqueo de capitales. Alguien debería ponerle la música de Tiburón. La imagen empieza con ella protegida por vallas y rodeada por sus abogados andando muy digna (qué bien anda y qué derecha, qué hombros en su sitio, no hay más que verla en Supervivientes). Pero la cosa, imaginemos la música de tensión, acaba en un tumulto y un embudo antes de llegar al coche con ella desmayada imitando una figura del Guernica.
En Netflix se ha estrenado una película loquísima protagonizada por Allison Williams (la Marnie de Girls, la chica de Déjame salir). Un retorcido thriller sobre dos violonchelistas. Una historia tan absurda como sorprendente. Tan imprevisible como ridícula. Antes de verla ya había leído que era asquerosa, que hacía vomitar, que era lo más repugnante que muchos espectadores habían visto. Ni que decir que todo eso era razón más que suficiente para verla. Y no es para tanto. Claro que es repugnante, pero también divertida. En esos avisos hay tanta exageración como en lo del ataque a Miley Cyrus.
Menos mal que he visto el vídeo de Miley y la película. Pero todo es igual, periódicos incluidos. Todo muy Sopa de ganso. ¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?