Incapaz de decidirse por Spartacus o Roma, la serie ambientada en el Imperio Romano Those about to die se quedó a medias. Producida y dirigida en gran parte por el alemán Roland Emmerich, autor de filmes de catástrofes y ciencia ficción como Independence Day, El día de mañana y algún ocasional experimento histórico como Anonymous, la factura visual de la serie protagonizada por un elenco coral en el que destaca Anthony Hopkins es, desde luego, superlativa... lo que no quiere decir que todo funcione en ese nivel.
Los problemas de la serie son, en primera instancia, narrativos. Those about to die es incapaz de destacar un personaje y ninguno de ellos es especialmente interesante. Las esperanzas parecen estar depositadas en Tenax (Iwan Rheon), un delincuente poco común que lleva con mano férrea una casa de apuestas. La referencia de Emmerich y el creador de la serie, Robert Rodat (que escribió para el director el estimable film histórico El Patriota), parece ser el personaje de Cillian Murphy en Peaky Blinders, pero la falta de foco de la serie arruina parcialmente esa posible intención.
Emmerich trata de aportar un estilo visual más dinámico incluso que en series como Juego de Tronos, pero el montaje se antoja apresurado y la presentación, confusa. Diríase que el director trata de imitar su propio estilo en las películas de catástrofes que él mismo se encargó de traer de vuelta en los noventa, con un tratamiento visual igualmente más cinematográfico. Ninguno de estos extremos funciona por mucho que Those about to die sea un caramelo para la vista en secuencias tan logradas como las carreras de cuádrigas, al fin y al cabo parte mollar del entretenimiento de la serie.
El resultado en una serie correcta, para nada terrible, pero un tanto carente de vida propia. Falta, por un lado, la enjundia que le presumimos a una serie histórica, pero también la emoción de un folletín aventurero más ligero como, por ejemplo, la película 10.000 a.C del propio Emmerich. Mirarse en tantos espejos (desde la película 300 a la citada Juego de Tronos) da una textura extraña a las imágenes y narrativa de una serie que, no obstante, parece aclararse algo las ideas según avanza. Aunque los escenarios no siempre son convincentes, el despliegue de medios desde luego está ahí para satisfacer a espectadores un tanto huérfanos de este tipo de series.