
La serie Hysteria, que tiene sus ocho capítulos ya estrenados en SkyShowtime, es el caramelo de este Halloween. En un panorama televisivo copado en el género -como en tantos otros - por Ryan Murphy, la comedia de terror satánico ideada por Matthew Scott Kane apela de manera evidente al fan acérrimo del horror, explotando la figura de un excelente Bruce Campbell (el inolvidable Ash de la saga Evil Dead) poniéndolo en uno de los papeles protagonistas. Pero su evidente revisionismo de las mejores décadas del horror fantástico, los setenta y los ochenta, se aleja del experimento nostálgico de Stranger Things: estamos ante una festiva reflexión sobre cómo el miedo es moneda de cambio en todo experimento social que se precie y una serie más cerebral de lo que aparenta.
Ambientada en 1989, Hysteria! sigue los pasos de tres chicos de instituto en la típica "small town" norteamericana, Happy Hollow, tratando de montar una banda de heavy metal. Mientras los tres marginados luchan por hacerse un hueco con lainiciativa a contracorriente, en el pueblo se suceden desapariciones y muertes que inyectan siembran el miedo en sus calles y obligan al diligente sheriff Dandridge a ponerse en acción. Pero lo más inquietante de todo es que, además de lo anterior, algunas mujeres de Happy Hollow sufren episodios paranormales que podrían calificarse de violentos...
Aparte de la evidente ironía de llamar al pueblo "agujero feliz", Hysteria! se aleja de muchos de los vicios y costumbres institucionalizados por Ryan Murphy en un género que sigue bebiendo de la iconografía otoñal del Halloween de John Carpenter. La serie, eso sí, es irónica pero auténtica, revisionista pero sobria en su estilo visual y la estructuración del misterio. Y sobre todo se aleja de convertir lo fantástico en pasto de las habituales reflexiones psicosexuales (y por qué no decirlo, "queer bait") de Murphy, responsable -por otro lado- de notables productos televisivos repletos de afiladas reflexiones como American Horror Story o Dahmer. Un soplo de aire fresco que recoloca al estereotipo del "nerd" y marginado fuera de reflexiones de género tan abundantes en los últimos años, y una que utiliza la nostalgia para tratar de articular un argumento y no una colección de referencias populares gratuitas.
Hysteria!, y el título no engaña, es una furtiva reflexión sobre los mecanismos de manipulación de masas (ya sea en 1989 o en la actualidad) y la clásica censura y desprecio a manifestaciones populares como el cine de género y, sobre todo, la música heavy, causa última de todos los males según figuras represoras como la que encarna una hilarante (y guapísima) Anna Camp, volviendo a retomar el cliché de chiflada tras la hilarante True Blood.
Con una notable selección musical y una factura visual más que buena, la serie se beneficia de la presencia de talentos tras la cámara como Jordan Vogt Roberts (bienvenido a la dirección tras la infravalorada Kong. La isla calavera) o Alonso Álvarez Barreda en algunos capítulos, los más capaces de estimular al espectador con elegantes o grotescos ángulos de cámara. El equipo de intérpretes juveniles tiene el suficiente encanto o, al menos, capacidad de no molestar, y todo en ella obliga a respetarla más allá del típico producto coyuntural y descerebrado. Hysteria! es, por todo ello (y a falta quizá de un recuento de víctimas algo más constante) un lugar feliz para los fans del género, pero también una sólida serie de terror cómico para todos los demás espectadores.

