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'Teacup', la primera adaptación de terror de Robert McCammon se salda con un notable

Teacup, estrenada en SkyShowtime, es una serie de terror sin disculpas, ironías ni limitaciones.

Teacup, estrenada en SkyShowtime, es una serie de terror sin disculpas, ironías ni limitaciones.
Ivonne Strahovski en Teacup. | SkyShowtime

De los muchos autores de la mítica etapa de terror surgida tras el alocado bamboleo que supuso Carrie en las últimas décadas del siglo XX, de Stephen King, el norteamericano Robert McCammon (no dejen de leer Muerte al alba) podría calificarse como un gran infravalorado. Hasta el punto de que la serie Teacup, estrenada en SkyShowtime, es el primer trabajo audiovisual surgido de un libro suyo, en este caso Stinger (nunca publicado en nuestro país).

Producida por la factoría de James Wan, ahora mismo un tanto devaluado tras el inminente epílogo de su universo Conjuring, Teacup es una dosis de serie B ochentera sin ironía ni coartadas. Un argumento bien concentrado que no se alarga en subtramas sentimentales y que, partiendo de lugares familiares para el público como los de la saga cinematográfica Un lugar tranquilo, propone un acoso doméstico que en sus primeros compases goza de un buen sentido del suspense... y del gore.

Las malformaciones físicas de la amenaza que cerca la granja de los Chenoweth bien parecen sacadas de alguno de los relatos de Mundo Azul, premiada novela de McCammon sí publicada en España. Las tensiones entre los personajes ya están bien asentadas cuando empieza la serie, subrayando ese carácter de horror sin disculpas ni explicaciones que aproxima la serie a una película de ese terror fantástico de los 70/80 que hace del absurdo, lo arbitrario e incluso lo estúpido un puro alimento para el temor.

Evidentemente, Teacup no es un dechado de virtudes en cuanto a caracterización psicológica de los personajes, y mucho menos en unos diálogos que en ocasiones se asoman a lo vergonzante. Pero da igual dado el bien acotado contexto en el que nos movemos: crear una única situación de pánico extremo que tendrá que resolverse o no en unas coordenadas (espaciales, temporales) bien delimitadas. Es una pena que en estas circunstancias la puesta en escena se antoje algo pobre, aunque estamos en un género capaz de convertir ese hándicap en vehículo para lo incómodo.

Ivonne Strahovski, que ya hizo sus pinitos en otro relato fantasioso de acoso en la granja, la olvidada pero decente He's Out There (2018), eleva el nivel en una serie de terror carente de ironías a lo Ryan Murphy, que bebe de las transformaciones y malformaciones físicas del cine de Carpenter, sin convertir el invento en una cadena de homenajes y guiños al aficionado, y que en definitiva antepone la confusión por el horror a los enigmas y recursos típicos de una serie televisiva. Por si hay algún curioso que no sea particularmente aficionado al terror, esto es una recomendación en toda regla (y una petición para traducir el relato de McCammon).

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