
La Operación Telaraña ha destruido en unas horas casi un tercio de los bombarderos nucleares de largo alcance de la Fuerza Aérea de Rusia. Ucrania ha conseguido hacer mella a una de las capacidades militares rusas más temidas por Occidente. Y también por ellos mismos, puesto que algunas de estas aeronaves estaban siendo empleadas para atacar con misiles de largo alcance el territorio ucraniano.
El Kremlin no ha dado ningún tipo de dato fehaciente sobre las pérdidas que le ha ocasionado el ataque. Sí hay datos preliminares facilitados desde el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), el servicio de inteligencia ucraniano. Cifra las pérdidas rusas en un cuarenta de bombarderos estratégicos Tupolev Tu-95 y Tupolev Tu-22 M3, además de varios aviones de alerta temprana Beriev A50. El coste total de las pérdidas rondaría los 6.000 millones de euros.
La Operación Telaraña empezó a fraguarse hace más de año y medio. Exactamente, según ha precisado en la red social X el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, "un año, seis meses y nueve días". Los planificadores del Gobierno de Kiev empezaron a diseñar una operación que debía golpear en cuatro bases de la Fuerza Aérea rusa situadas en cuatro regiones diferentes del país y en tres husos horarios distintos.
Footage of a Ukrainian FPV strike drone rising from a cargo truck and heading towards Russia's Belaya Airbase.
The drone launch and airbase hit were over 4000 km (2500 mi) from Ukraine. pic.twitter.com/XU7bCzV5QJ
— OSINTtechnical (@Osinttechnical) June 1, 2025
Los objetivos seleccionados fueron la base de Olenya (situada en la región de Murmansk, cerca del Ártico, fronteriza con Finlandia, a unos 2.000 kilómetros al norte de Ucrania), la base de Belaya (en la región de Irtutsk, en el sureste de Siberia, a unos 4.000 kilómetros al este de Ucrania), así como las bases de Ivanovo y Diaguilevo, ubicadas al este de Moscú, la blindada capital rusa.
El reto era cómo lanzar el ataque. Diseñaron una operación para introducir un total de 117 RPAS (sistemas aéreos remotamente tripulados) en suelo ruso. Según el diario Ukrainska Pravda, entraron en un número no conocido de camiones, que fingían trasportar cobertizos de madera hasta localidades próximas a sus objetivos. Esos falsos cobertizos, tenían un sistema mecánico para hacer correr su techo y llevaban en su interior los sistemas no tripulados.
Una vez con todos los agentes ucranianos que participaban en la operación de introducir los RPAS o drones en suelo ruso habían abandonado ya el país y se encontraban a salvo, se dio orden de iniciar el ataque, corriendo los techos de madera de los falsos cobertizos e iniciando los 117 operadores de los drones el vuelo hacia los aeródromos para hacer blanco sobre los objetivos que allí se encontraban.
El presidente ucraniano no ha querido "revelar todos los detalles" de la operación, pero sí ha subrayado que "se trata de acciones ucranianas que sin duda pasarán a los libros de historia". El SBU sí ha querido detallar que los RPAS o drones empleados en la operación tienen un coste por unidad de aproximadamente 430 euros y que Ucrania tiene capacidad actualmente para fabricar unos 5.000 al año.

