
La cumbre de la OTAN en La Haya (Países Bajos) será la cumbre de la inversión del 5 por ciento en Defensa. Una imposición del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con la que no estaban de acuerdo algunos países aliados, pero casi nadie ha querido contradecir al impulsivo mandatario norteamericano. No se quería que una de sus coléricas reacciones pudiese poner en peligro la continuidad de una organización internacional con más de 75 años de historia.
Los técnicos de la OTAN lo habían estado negociando con los países miembros en los últimos días. Todo estaba listo. La decisión se tenía que tomar con unanimidad, sin grietas de ningún tipo, como se ha hecho siempre en la Alianza Atlántica, y así ha quedado aprobada. Todos los países han apoyado el comunicado conjunto final que marca la inversión mínima en Defensa del 5 por ciento del PIB nacional.
"Los Aliados se comprometen a invertir el 5 por ciento de su PIB anualmente en necesidades básicas de defensa, así como en gastos relacionados con la defensa y la seguridad, para 2035, a fin de garantizar nuestras obligaciones individuales y colectivas, de conformidad con el Artículo 3 del Tratado de Washington", dice el comunicado hecho público por la OTAN, que apenas supera el folio de extensión, cuando en otras cumbres superaba la decena de folios.
"Nuestras inversiones garantizarán que dispongamos de las fuerzas, las capacidades, los recursos, la infraestructura, la preparación para la guerra y la resiliencia necesarias para la disuasión y la defensa, en consonancia con nuestras tres tareas principales: disuasión y defensa, prevención y gestión de crisis, y seguridad cooperativa", continúa el comunicado de la organización internacional.
Pese a que España se ha convertido en el socio paria de la Alianza Atlántica, mostrando su rechazo al 5 por ciento en público, algo que está mal visto en el seno de la organización y que traerá consecuencias a futuro, Pedro Sánchez ha apoyado el comunicado final. Y eso que en ningún momento se habla de la posibilidad de que algún país pueda salirse de la senda marcada por las capacidades militares que debe aportar a la organización internacional.
Eso sí, queda claro que ese 5 por ciento se divide en dos ramas, es decir, que no se trata de inversión militar pura, la forma clásica de medir de la OTAN. La inversión militar estricta (personal, equipamiento, armamento…) sólo tendrá que alcanzar el 3,5 por ciento del PIB, una cifra que muchos países europeos apoyaban desde finales de 2024. El otro 1,5 por ciento será en infraestructuras y seguridad, una materia mucho más abstracta.
El comunicado deja claro también que todo es revisable en 2029. "La trayectoria y el equilibrio del gasto en virtud de este plan se revisarán en 2029, a la luz del entorno estratégico y los Objetivos de Capacidad actualizados", dice. Esto viene a significar que esta es la senda a seguir mientras Donald Trump permanezca en la Casa Blanca. Una vez el presidente estadounidense sea relevado de su puesto todo se puede volver a negociar.



