L D (EFE) El Gran Canaria resistió hasta los últimos cuatro minutos en el encuentro que disputó en el Martín Carpena. Allí, le condenó un parcial final de 13-0, pero la fórmula para plantar cara a los andaluces se le quedó bien grabada en la mente. En Madrid, lo ha vuelto a intentar y le ha salido a pedir de boca durante los dos primeros cuartos. En los siguientes, sin embargo, no le quedó otro remedio que rendirse a un rival superior.
Jorge Garbajosa habría sacado de quicio a cualquier equipo con su polivalencia en unas cuantas jugadas. El internacional español cogió sitio en el arco de triples y, junto a Daniel Santiago -dentro de la zona- y Marcus Brown -emplazado como base durante muchos minutos-, mientras Carlos Cabezas le buscaba las vueltas al también norteamericano Marcus Norris, sostuvieron al Unicaja contra un rival ordenado, concentrado y ambicioso, cuando las cosas le salían y andaba sobrado de gasolina.
Harper Williams enchufó al equipo insular a la eliminatoria en un arranque pletórico. Anotó la primera canasta del choque, colocó un tapón a Cabezas y transformó un triple para colocar el marcador en 0-7 a los tres minutos. El Gran Canaria daba así el primer aviso. La semifinal ocupaba su mente y no iba a renunciar a ella tan fácilmente. La reacción malagueña llegó de inmediato. El cuadro de Sergio Scariolo tampoco había olvidado la experiencia del Martín Carpena en la ACB. Un 11-0 volteó el resultado y dio paso a un choque igualado y estudiado al milímetro por Salva Maldonado y Scariolo. Los emparejamientos en las defensas individuales en ambas zonas revelaban el trabajo de pizarra. Un solo punto separó a andaluces y canarios al final del primer cuarto (17-16). Aunque la producción ofensiva de unos y otros difería por completo. El Unicaja centró su juego de ataque en Garbajosa, Brown y Santiago. El Gran Canaria en todos sus efectivos.
Pero lo cierto es que, al cabo de veinte minutos y después de un segundo cuarto tan equilibrado y táctico como el anterior (36-35), el ritmo pertenecía a los canarios. Entre Norris y Gonzalo Martínez marcaron la pauta que quería llevar el conjunto insular. Habían conseguido que el poderoso cuadro de la Costa del Sol bailase a su paso. No hay muchos equipos que puedan decir lo mismo. En 2006, ninguno, porque las verdes de Scariolo defienden el título con un bagaje de doce victorias y cero derrotas desde que empezó el año. La calidad individual y el rodaje del grupo habían mantenido al Unicaja en pie de igualdad. Sin embargo, había una diferencia importante. La amplitud de las rotaciones del Unicaja le da mucha frescura. El Gran Canaria había empleado más esfuerzo físico para compensar la diferencia de kilos y centímetros.
Ese factor cobró dimensión en el tercer cuarto. Los canarios sólo sumaron once tantos en todo el periodo. Los andaluces veintiuno. El tercer tramo supuso el punto de inflexión de la eliminatoria. Unos segundos después, en la primera posesión del último corte, Garbajosa sentenció la eliminatoria y la clasificación malagueña para las semifinales. El ataque del Unicaja depositó el balón en manos del pívot madrileño. Garbajosa esperaba el pase con los pies clavados en el límite de la línea de 6,25 metros. Recibió, armó el brazo, lanzó y anotó el triple que apuntilló al Gran Canaria: 60-46. La diferencia en el parcial, la iniciativa y el ritmo del choque dieron alas al defensor del título para adueñarse del choque. El Unicaja jugó lo que restaba con los galones de campeón prendidos de la camiseta.
Jorge Garbajosa habría sacado de quicio a cualquier equipo con su polivalencia en unas cuantas jugadas. El internacional español cogió sitio en el arco de triples y, junto a Daniel Santiago -dentro de la zona- y Marcus Brown -emplazado como base durante muchos minutos-, mientras Carlos Cabezas le buscaba las vueltas al también norteamericano Marcus Norris, sostuvieron al Unicaja contra un rival ordenado, concentrado y ambicioso, cuando las cosas le salían y andaba sobrado de gasolina.
Harper Williams enchufó al equipo insular a la eliminatoria en un arranque pletórico. Anotó la primera canasta del choque, colocó un tapón a Cabezas y transformó un triple para colocar el marcador en 0-7 a los tres minutos. El Gran Canaria daba así el primer aviso. La semifinal ocupaba su mente y no iba a renunciar a ella tan fácilmente. La reacción malagueña llegó de inmediato. El cuadro de Sergio Scariolo tampoco había olvidado la experiencia del Martín Carpena en la ACB. Un 11-0 volteó el resultado y dio paso a un choque igualado y estudiado al milímetro por Salva Maldonado y Scariolo. Los emparejamientos en las defensas individuales en ambas zonas revelaban el trabajo de pizarra. Un solo punto separó a andaluces y canarios al final del primer cuarto (17-16). Aunque la producción ofensiva de unos y otros difería por completo. El Unicaja centró su juego de ataque en Garbajosa, Brown y Santiago. El Gran Canaria en todos sus efectivos.
Pero lo cierto es que, al cabo de veinte minutos y después de un segundo cuarto tan equilibrado y táctico como el anterior (36-35), el ritmo pertenecía a los canarios. Entre Norris y Gonzalo Martínez marcaron la pauta que quería llevar el conjunto insular. Habían conseguido que el poderoso cuadro de la Costa del Sol bailase a su paso. No hay muchos equipos que puedan decir lo mismo. En 2006, ninguno, porque las verdes de Scariolo defienden el título con un bagaje de doce victorias y cero derrotas desde que empezó el año. La calidad individual y el rodaje del grupo habían mantenido al Unicaja en pie de igualdad. Sin embargo, había una diferencia importante. La amplitud de las rotaciones del Unicaja le da mucha frescura. El Gran Canaria había empleado más esfuerzo físico para compensar la diferencia de kilos y centímetros.
Ese factor cobró dimensión en el tercer cuarto. Los canarios sólo sumaron once tantos en todo el periodo. Los andaluces veintiuno. El tercer tramo supuso el punto de inflexión de la eliminatoria. Unos segundos después, en la primera posesión del último corte, Garbajosa sentenció la eliminatoria y la clasificación malagueña para las semifinales. El ataque del Unicaja depositó el balón en manos del pívot madrileño. Garbajosa esperaba el pase con los pies clavados en el límite de la línea de 6,25 metros. Recibió, armó el brazo, lanzó y anotó el triple que apuntilló al Gran Canaria: 60-46. La diferencia en el parcial, la iniciativa y el ritmo del choque dieron alas al defensor del título para adueñarse del choque. El Unicaja jugó lo que restaba con los galones de campeón prendidos de la camiseta.