
Iker Casillas dice que el Real Madrid "ha dado la cara" esta temporada con José Mourinho al frente del banquillo y lo que más lamenta es "todo lo que se ha hablado, para bien o para mal, durante los cuatro clásicos" porque "parecía que había gente que estaba con la guadaña preparada".
Y es que el guardameta internacional admite que ha terminado "hasta las narices de los clásicos", con cuatro enfrentamientos entre el Madrid y el Barcelona en apenas 18 días -uno en Liga, otro en la final de la Copa del Rey y dos en las semifinales de la Liga de Campeones-. "Esto se debe a que cada vez hay más medios y la gente habla más, se da más opinión. Y encima, si se reúnen cuatro clásicos en 20 días, pues imagínate", afirma Iker, quien no oculta que lo que más le molesta el mal ambiente que se ha creado con los jugadores azulgrana.
A este respecto, Casillas confía en que se restablezca la normalidad en las relaciones entre los jugadores de los dos grandes del fútbol español. Él, de momento, tiene claro que seguirá siendo amigo Sergio Busquets, uno de los grandes protagonistas que ha dejado el maratón de clásicos por sus supuestos insultos racistas a Marcelo en la ida de semifinales de la Champions (0-2), el pasado 27 de abril en el Santiago Bernabéu.
El capitán madridista insiste en que Busquets llamó "mono" al lateral brasileño, pese a que en el Barcelona insisten que lo que le dijo el centrocampista catalán fue que tenía "mucho morro".
Con quien no ha tenido contacto Casillas durante estas últimas semanas ha sido con Xavi Hernández. "Yo con Xavi no he hablado en el último mes y medio, pero tampoco creo que haga falta hacer una reunión. Estoy convencido de que en el momento en el que lleguemos a la selección, nos volveremos a ver y empezaremos a llamarnos 'capullo' o 'cabrito'... y al instante todo estará arreglado. No hay más vuelta de hoja", asegura el portero del conjunto blanco.
También ha hablado Casillas de su gesto en el partido de vuelta en el Camp Nou el pasado 3 de mayo (1-1), cuando se llevó la cara a la mano varias veces, en un gesto dirigido hacia el árbitro belga Frank de Bleeckere, después del gol anulado a Gonzalo Higuaín por una supuesta falta previa de Cristiano Ronaldo sobre Gerard Piqué.
"Cuando yo me equivoco, lo reconozco. El día de Barcelona me llevé la mano a la cara varias veces y reconozco que me equivoqué", admite. "Fue un momento de calentura porque te estás jugando muchas cosas. Es un Barça-Madrid, el pase a una final y en un momento dado, te calientas. Yo no sé si Marcelo le dice algo antes a Busquets, pero las cámaras han pillado a Sergio. Por eso digo que no lo entiendo", insistía.
