
Al Manchester City le va el rock and roll. El equipo inglés llega dolido al Santiago Bernabéu, en el primer asalto de semifinales de la Champions, con sed de venganza ante el Real Madrid. El año pasado, también en la penúltima ronda del torneo, el City ganó en la ida disputada en el Etihad Stadium por 4-3. En la vuelta iba ganando por 0-1 en el Bernabéu hasta que, en el descuento, el equipo blanco le dio la vuelta al partido y a la eliminatoria (3-1 para un global de 6-5).
Ganas de revancha, como es lógico. "Creo que el fútbol te da la oportunidad de trabajar en la revancha, pero mi filosofía y la del equipo es también que siempre se puede aprender de las experiencias anteriores. Hicimos dos partidos muy buenos, pero el fútbol es así", ha dicho Rodri Hernández, centrocampista internacional español, en la rueda de prensa previa al duelo de este martes en el Bernabéu (21:00 horas).
Por eso sorprende que Pep Guardiola, el entrenador de los citizens, eluda hablar de la palabra ‘revancha’. El técnico de Sampedor reconoce que la forma en la que cayeron eliminados el año pasado ante el Madrid fue "dura", pero no quiere hablar de ‘revancha’ —’posibilidad de recuperar lo perdido o de ganar en un juego o competición en que se había perdido’, según una de las acepciones de la RAE— de cara a la eliminatoria de este curso, donde será "muy difícil" superarla si no hacen "una prestación cojonuda en los dos partidos".
"Fue duro, evidentemente, pero al final tuvimos un primer partido excepcional y uno, no excepcional, pero muy bueno aquí y que no fue suficiente. Felicitarles, aceptarlo y avanzar, un año después aquí estamos otra vez", señaló Guardiola, que prefiere hablar de "nueva oportunidad" antes que de revancha.
Un ejercicio de falsa modestia y falso buenismo —tratando de evitar palabras que puedan tener una connotación negativa— que, a estas alturas del partido, ya nadie se cree en un personaje como Pep Guardiola.

