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El penúltimo raulista vivo

Cuando despertamos, el dinosaurio Blatter ya no estaba allí

Si cuando despertamos hoy, el dinosaurio Blatter ya no estaba allí, no ha sido en absoluto debido al afán renovador exhibido de repente por el septuagenario ex presidente, ni tampoco por el amor a unos colores que no sean los suyos propios sino por la visión, al principio lejana y después cada vez más cercana hasta acabar convirtiéndose en una presencia verdaderamente incómoda y a la que no se puede regatear, del Séptimo de Caballería. Si Blatter decidió arrojar ayer la toalla por sorpresa, menos de una semana después de haber sido elegido, no ha sido porque le asqueen los innumerables casos de corrupción que le llevan salpicando desde hace un montón de tiempo ni tampoco por la sombra de sospecha que se cierne sobre la concesión de los Mundiales de Rusia y de Qatar sino porque los yankees han entrado en acción descolgando sin previo aviso a los hombres de SWAT por la escalera de incendios de la sede de la organización en Suiza.

Blatter no se ha ido porque sus colegas no confiaran en él, al contrario: hace cinco días que apoyaron mayoritariamente y sin fisuras su candidatura. Luis Figo, que intentó competir con el viejo dinosaurio, tuvo que poner pies en polvorosa tras comprobar que resultaba imposible adentrarse en esa selva sin el consentimiento expreso de la famiglia. Blatter ha hecho la maleta deprisa y corriendo nada más ver que la fiscal general de Estados Unidos estaba jugando en serio al Hundir la flota y acababa de dejar tocado a Jérome Valcke, designado por él para el cargo de secretario general, y que por lo tanto ya no podría seguir esgrimiendo en su defensa que todos los casos de corrupción recientemente destapados eran ovejas negras que habían abandonado sin su conocimiento la senda de la virtud.

En definitiva, si Blatter se ha ido es porque tiene la impresión de que el próximo puede ser él y que el Séptimo de Caballería no se va a parar ante nada ni ante nadie. Blatter, el viejo dinosaurio, la cabra de las montañas suizas que jamás retrocede, lo ha hecho, ha retrocedido ante la perspectiva nada halagüeña de que le metan en prisión. Aún así, la nomenklatura que eligió sin titubear y con los ojos convenientemente cerrados el pasado viernes a Joseph Blatter, volverá a elegir otra vez a su sucesor allá por el mes de diciembre. Y es justo en este punto, el de la sustitución de Blatter, cuando cobra todo el sentido del mundo el famoso refrán español que dice eso de "otros vendrán que bueno te harán". Villar, el honrado y trabajador Villar, podría postularse perfectamente como sustituto del diplodocus, y cuando despertáramos, el Saltasaurus seguiría allí.

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