Sostiene Quique Sánchez Flores desde la lejana Dubai que es una lástima que ya no quede nada del Atleti del doblete. Y es cierto; no recuerdo ahora quién me dijo el otro día que de aquel equipo sólo queda un jugador. Del desmantelamiento de una plantilla que demostró que podía ganar títulos quizá debería responder el director deportivo de aquel entonces, pero vete ahora a echarle un galgo y un lazo a Jesús Vicente García Pitarch, que además podría alegar en su defensa que con él se consiguieron una Copa de la UEFA y una Supercopa de Europa. Del desastre del Atlético actual tendrían que responder quienes no piensan hacerlo (Gil y Cerezo, pero especialmente Gil) y José Luis Pérez Caminero, que es el único que parece que va a quedarse ahí tras la penúltima remodelación. Me da lástima ver en esa situación al Atlético de Madrid, un club al que tengo mucho cariño.

Ahora que Gregorio Manzano está dos metros bajo tierra deportivamente hablando, el representante de José Antonio Reyes (uno de los futbolistas más descerebrados de la Unión Europea, un tipo que fue incapaz de soportar las inclemencias de tener que vivir en Londres siendo integrante de la primera plantilla del Arsenal) va y dice que a lo mejor se queda el jugador. El fútbol es así. Y puede que sea cierto que Simeone necesite un futbolista de sus características, un puñal por las bandas, pero no me digan ustedes a mí que no suenan a cachondeíto las declaraciones de Mariano Aguilar. Dentro de seis meses estoy viendo a Manzano dirigiendo a un equipo de Primera y al Atlético, y ojalá me equivoque en esto último, más o menos en la misma situación. Tiempo al tiempo.

Sobre el Cholo debo decir que le conozco poco como entrenador y que, como jugador, era una auténtica máquina de repartir estopa. Para que se me entienda: Pepe, que es ahora tan criticado y vilipendiado, es una Josefina Trinitaria si le comparamos con él. La extrema dureza del argentino no impidió, sin embargo, que Simeone se erigiera en uno de los ídolos y referentes de la afición colchonera. Si es cierto eso de que el nuevo técnico quiere "once Cholos", ya voy adelantándoles a los más jóvenes que se va a ver muy poquito fútbol en el estadio Vicente Calderón. En mi modesta opinión, el Atlético de Madrid no va a salir de este atolladero con gritos y huevos. No nos engañemos: Simeone no viene aquí por sus éxitos como entrenador sino porque la afición le respeta y, como consecuencia de ello, tardará un poco más de tiempo en pedir su cabeza y luego, de nuevo, otra vez, la de Gil y Cerezo.