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El penúltimo raulista vivo

El verdadero milagro de Isco

Lo más sorprendente no es que Isco se fuera largamente ovacionado el otro día del estadio Manuel Martínez Valero de Elche sino que no saliera en camilla. No critico la táctica de Escribá porque cada cual juega a lo que quiere, puede o le dejan, ni siquiera cuestiono que los futbolistas del equipo ilicitano convirtieran el terreno de juego en un campo poblado de minas: si un futbolista te pega en la cara y el árbitro se lo consiente, luego te pega en la cara y te tira del pelo, después te pega en la cara, te tira del pelo y te mete un dedo en el ojo y acaba pegándote en la cara, tirándote del pelo, metiéndote un dedo en el ojo y dándote una patada en el tobillo. Y eso es lo que ocurrió (también pasó con Kroos, Cristiano, Benzema o Bale) con Isco el otro día, de ahí precisamente lo milagroso de que pudiera salir ovacionado y andando del campo y no en camilla y con una cornada de dos trayectorias en su muslo derecho.

El árbitro consentidor fue en esta ocasión Ignacio Iglesias Villanueva, que lejos de impartir justicia la trivializó, jugó con ella y acabó encestándola en una papelera. No quiero creer que Villanueva fuera a Elche con el encargo de intentar hacerle olvidar a alguien la actuación, acertada desde mi punto de vista, de Muñiz Fernández de hace un año y medio, pero si no lo fue lo pareció, que es tan malo como lo primero. Decía antes que el árbitro consentidor del domingo fue Iglesias Villanueva (recuerdo que antes, hace mucho tiempo, se decía "el señor Iglesias Villanueva", "el señor tal", "el señor cual", pero es una costumbre que se ha perdido probablemente porque es un derecho que uno ha de ganarse día a día) pero el sábado fueron otros los árbitros que impartieron injusticia y el fin de semana que viene serán otros más. Hasta que un día ocurra una tragedia.

El sábado, en el Barcelona-Málaga, otro mal árbitro llamado Juan Martínez Munuera dejó sin castigo una brutal entrada de Neymar sobre Darder y a Jordi Alba le mostró una tarjeta amarilla, y por protestar, después de la paliza que le pegó por la espalda a Juanpi estando el futbolista del equipo andaluz indefenso y en el suelo. El otro día acaeció un hecho extraordinario en Elche y es que, aun siendo constantemente golpeado, agarrado y sacudido, el fútbol de Francisco Román Alarcón Suárez lograra brillar por encima del resto hasta el punto de ser reconocido por la afición del equipo rival. Pero el verdadero milagro, el milagro que convierte a Isco en santo, consistió en que, pese a la dejación, desidia y mal hacer de un árbitro lamentable, el chico saliera indemne, sin ayuda de la Cruz Roja y por su propio pie del campo. El domingo se libró... hasta el próximo Iglesias Villanueva, claro.

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