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El penúltimo raulista vivo

La España que se va a encontrar Del Bosque

La España que se va a encontrar Del Bosque, que tiene toda la pinta de llevar puesto a Antonio Vivaldi en el CD de su todoterreno, es la España de Rodolfo Chikilicuatre, un invento de Andreu Buenafuente. Dicen que, al escuchar por primera vez a semejante engendro musical bailando una cosa que se llama chiki chiki, a José Luis Uribarri casi le dio un ataque al corazón. Pero, claro, Uribarri está de modé. La España que se va a encontrar Del Bosque es la del Maiquel Yason y la del Breikidance. Y encima va TVE y dice en un comunicado que nos merecemos todo lo que nos pase. La España que se va a encontrar Del Bosque es la de Paolo Calabresi, un imitador de estrellas que se coló hasta el fondo de la zona noble del estadio Santiago Bernabéu diciendo que era Nicolas Cage. Dice Calabresi, un tipo capaz de llevar a sus 43 años una camiseta blanca en la que puede leerse Squadra Antitruffa, que nunca le habían hecho tantos regalos en un palco.

Si Eurovisión sobrevive a Rodolfo Chikilicuatre, el Madrid a Ramón Calderón y la federación española de fútbol a Angel María Villar, Del Bosque se encontrará una España lo suficientemente deprimida como para elegir como himno de la próxima Eurocopa una canción de Pignoise que se llama Pasar de cuartos, cuando en el pasado Mundial de Alemania tuvimos otra mucho más ambiciosa que se llamaba A por ellos. La España futbolística que se encontrará Del Bosque es una España que ha sufrido, y aún sufre, mucho, demasiado para mi gusto; una España excesivamente dividida y a la que le hacen falta unas cuantas inyecciones de tranquilina. Existe tanto ruido en la selección que no es de extrañar que Villar haya pensado en Vicente del Bosque como el hombre llamado a tender puentes y a protagonizar, esta vez sí, la gran sentada tantas veces prometida. Porque la España que se va a encontrar Del Bosque es una España excitada.

Decía Bill Shankly -y si no lo decía él, yo se lo atribuyo- que el éxito de un entrenador consistía en tener contentos a once jugadores, los once suplentes, puesto que los once titulares siempre estaban felices. Del Bosque es un especialista en eso. Tras la repentina dimisión de José Antonio Camacho, el ex del Benfica sonó otra vez insistentemente para volver al banquillo de la selección. Pero, dejando a un lado el hecho de que Camacho sea un entrenador que esté siempre yéndose repentinamente de todos los sitios, me parece que el murciano está demasiado aluisado, excesivamente aclementado. No diré, porque nadie puede hacerlo, que con Del Bosque al frente del equipo nacional España ganará el Mundial, pero por lo menos caeremos en octavos de final con total y absoluta tranquilidad, que ya va siendo hora. Ya verán como la España que se encuentre el sustituto de Vicente será más tranquila y en Eurovisión nos representará, por ejemplo, La Quinta Estación.

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