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El penúltimo raulista vivo

Lo bonito, bonito, bonito

Rebobinemos. Volvamos hacia atrás en el tiempo, en concreto al 31 de mayo de 2010, hace ya de eso casi dos años. El Real Madrid, a través de Jorge Valdano que le había puesto literalmente a parir y que aquel día tuvo que tragarse un sapo verde del tamaño de Yao Ming, presentaba a José Mourinho como su nuevo entrenador para las cuatro próximas temporadas. Dejemos a un lado el montón de obstáculos internos que el técnico portugués se ha ido encontrando a medida que avanzaba su relación con el mejor club del siglo XX según la FIFA y vayamos directamente al problema externo fundamental: el Fútbol Club Barcelona. Cuando Mourinho llega al Real Madrid se encuentra la siguiente situación: un Barcelona que lo gana todo, un Messi en estado de gracia, una serie de jugadores explotando y un señor Guardiola exageradamente alabado por todos y que cuenta incluso con el "beneplácito moral" de trabajadores del club merengue como es sin ir más lejos el caso del propio Valdano, mucho más cercano a ese "modelo" que al propuesto por Mou. De locos.

El problema parecía irresoluble, y no tengo la menor duda de que con los valdanistas al frente lo habría seguido siendo durante muchísimos años. Pero Mourinho debió tomárselo con un reto personal y poco a poco, muy despacito, fue cocinando otro modelo, otra filosofía, otro concepto de club en el que, por supuesto, no tenían cabida aquellos que aplaudían los goles de Messi y se excitaban con los planteamientos del señor Guardiola. Mourinho se puso desde el primer día con la trisección del ángulo y... ¡Eureka!... Menos de dos años después de su presentación como nuevo entrenador del Real Madrid, y después de que se haya ido varias veces al Inter, al City, al United, a la selección de Portugal y al Chelsea, nos encontramos con un Real Madrid campeón de Copa y de Liga, un equipo que ha sumado 100 puntos y marcado 121 goles en el campeonato más exigente de la historia. Y nos encontramos con un Barcelona sin el señor Guardiola y... con Tito Vilanova.

Recuerdo perfectamente aquella rueda de prensa de Mourinho de finales del mes de mayo de 2010. En aquella ocasión dijo que lo bonito, bonito, bonito no era entrenar al Real Madrid sino ganar con el Real Madrid, y hay que decir que ha cumplido a rajatabla su palabra. Mourinho, claro, ha cometido equivocaciones a lo largo de estos dos años y volverá a cometerlas sin duda en el futuro, pero, tras la necesaria e imprescindible criba, el club, que sigue teniendo cosas que no le gustan, empieza a estar posicionado donde quería él desde el principio. Mou está ganando la batalla y los 121 goles que acaba de marcar su ultradefensivo equipo son 121 patadas en el bajo vientre a todos aquellos que se han dedicado a sembrar su estancia en España de cizaña, cotilleos de baja estofa y rumores de Segunda División. Y, por cierto, esto mismo lo habría dicho también con un Real Madrid subcampeón. Lo bonito, bonito, bonito es ganar con el Real Madrid, algo que hoy debe resultar muy feíto, feíto, feíto para algunos. Qué se le va a hacer.

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