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El penúltimo raulista vivo

Mi selección no es una profesión

Toni Freixa dijo el otro día en la Cadena Cope que a la selección se iba por profesionalidad y por compañerismo y no por patriotismo. Lo dicho por el ex portavoz del Barça, firmante, como el resto de candidatos a la presidencia culé, del manifiesto Compromís de país, me sonó rematadamente mal pero peor aún resultó comprobar que absolutamente nadie dijo nada, nadie replicó, nadie pidió la palabra. ¿Así que esas tenemos? ¿A la selección se va por profesionalidad? ¿Nuestros internacionales son como el panadero profesional que nos vende una profesional hogaza de espelta y maíz o como el fontanero profesional que nos arregla el profesional grifo que gotea? ¿En serio? ¿A esta situación tan profesional hemos llegado?

Me esfuerzo por tratar de comprender lo que dijo Freixa. A lo mejor quiso decir que a la selección española de fútbol se va por profesionalidad pero que a una hipotética selección catalana de fútbol se iría por patriotismo. Pero no es cierto, claro que no. Yo jamás he llorado de emoción cuando el profesional del taller mecánico me ha revisado los profesionales niveles del coche y sin embargo sí lo he hecho con la selección de mi país. Ese sentimiento, el orgullo de estar representados por nuestros deportistas de élite, nuestros mejores hombres y mujeres que quieren y respetan lo mismo que nosotros, es el que nos lleva a sufrir por sus derrotas y a avalanzarnos a la calle para festejar sus victorias, que son nuestras porque lo son de España. Sin esa conexión... se acabó la magia.

Lo único que yo quiero es que no me tomen el pelo. Lo único que yo quiero es que a la selección de mi país vayan sólo quienes se sientan orgullosos de vestir esa camiseta y de representar a España, y que quienes, como fue en su día el caso de Oleguer Presas, no sientan nada o sientan todo lo contrario se queden tranquilamente en el sillón de su casa viendo una película. Lo que yo quiero es no toparme con un geta que utilice el paraguas de mi equipo nacional para beneficiarse económicamente y luego, al colgar las botas, pida el voto para el secesionismo después de 47 internacionalidades. Es simple, ¿no? ¿O estoy pidiendo algo muy complicado? Lo que yo quiero es gente que no finja porque, como dijo hace mucho tiempo Cicerón, todas las cosas fingidas caen como flores marchitas. Mi selección, Toni Freixa, no es una profesión.

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