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El penúltimo raulista vivo

Que le pregunten su opinión al cristalero

Imagino que no se referiría a esto Sandro Rosell cuando advirtió que a José Mourinho se le iba a recibir como merece. Supongo que los señores de Antiviolencia, tan dados a salir al paso de auténticas chorradas con objeto de salir en los papeles, lo harán también ahora de oficio para saber qué pasó exactamente con el autobús del Real Madrid, cómo es posible que en pleno siglo XXI haya un grupo de cien chalados que puedan saltarse la seguridad y para poner las medidas necesarias impidiendo que algo así vuelva a suceder en el futuro. Las imágenes del estado de las lunas del autobús merengue no dejan lugar a la especulación: Arbeloa y Albiol estaban sentados al lado de la ventanilla en cuestión y si no les abrieron la cabeza fue porque Dios no quiso. Me parece que esto también sería sancionado con dureza en la Premier League.

Cabría aquí aplicar la teoría de los vasos comunicantes de Galileo: la violencia gratuita contra el Real Madrid aumenta cuanto más crecen sus posibilidades de victoria sobre el terreno de juego. Por otro lado, si reconocemos que el Fútbol Club Barcelona quiere representar históricamente una serie de cosas, habrá que convenir que el Real Madrid encarna otras bien distintas: de ahí, por ejemplo, que también sea recibido con crudeza en el País Vasco. Lo digo, más que nada, porque a Juanito, que en paz descanse, y a Hugo Sánchez, Camacho, Michel o Benito ya les tiraban pelotas de goma, mecheros o cristales rotos en San Mamés cuando Cristiano Ronaldo todavía no había nacido. Ideologías al margen, el Real Madrid no cae demasiado bien entre quienes sueñan con una España rota en mil pedazos, débil, quebradiza y al borde del colapso. Las cosas son así.

Las lunas rotas del autocar merengue certifican el hecho de que el Real Madrid ha vuelto, ya está aquí. Y no me refiero al Real Madrid ganador, (en 2007 y 2008, no hace tampoco tanto, conquistó la Liga) porque ese nunca se ha ido, sino al Real Madrid luchador, al que presenta batalla, al que siempre da la cara y nunca desfallece, al que persigue la victoria hasta el último minuto. En Barcelona, como atestiguaba anoche Benito Floro, siempre han tenido especial cuidado con el Real Madrid porque "saben que es otra cosa", pero a éste al que me estoy refiriendo le tienen auténtico pánico. Es el Real Madrid de un entrenador que quiere recuperar la filosofía que hizo grande al club y de un jugador que afirma sin esconderse que él da espectáculo y que si alguien no está contento que quite la tele. Yo hoy no la quitaré, la pondré. 1, X ó 2 en la quiniela, lo cierto es que ya está aquí otra vez el Madrid. Que le pregunten, si no, su opinión al cristalero, que llevaba un tiempo a verlas venir.

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