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Cien años de la Tregua de Navidad

En el frente belga de Ypres, soldados alemanes y británicos dejaron las armas durante dos días. Jugaron un partido de tremenda deportividad.

En el frente belga de Ypres, soldados alemanes y británicos dejaron las armas durante dos días. Jugaron un partido de tremenda deportividad.
Cien años de la Tregua de Navidad.

Se cumple un siglo, todo un centenario, de uno de los mejores momentos, si es que puede haberlos, dentro de una Guerra. Ya se llevaban transcurridos más de cuatro meses desde que se inició la Primera Guerra Mundial; casi seis desde que fuera asesinado en Sarajevo el Archiduque Francisco Fernando, provocando el estallido de esta descomuncal batalla que se cobró la vida de cerca de diez millones de personas, muriendo uno de cada ocho combatientes.

Si no era la propia guerra, era el frío. O el hambre que se pasaba en las trincheras. Pero hubo un día que todo esto cambió. Para mejorar el ánimo de las tropas alemanas, sus generales les enviaron chocolate, tabaco y hasta elementos navideños para decorar sus propias trincheras. Así, el 24 de diciembre de 1914, en plena guerra, los soldados alemanes se mostraron más contentos de lo habitual. Y comenzaron a cantar villancicos, entre ellos, el Stille Nacht (Noche de Paz). Una canción que se oyó al otro lado, donde aguardaban las tropas aliadas británicas.

Apenas 40 metros de separación. Pero entre el silencio sonó esa melodía. Dejaron de silbar las balas. Era en el frente occidental, concretamente en Ypres, Bélgica. Y según recogen diversos textos, ambos bandos cesaron en sus ataques. Bien podrían haber aprovechado los ingleses para haber atacado a unos indefensos y sonrientes alemanes. Pero en vez de ello, imbuidos por el espíritu navideño, se unieron a la fiesta. Desde el más bajo militar, hasta las esferas más altas allí presentes.

Willie Loasby, el artífice

Entonaron canciones. Pero lo más llamativo es como ambos bandos salieron de las trincheras. Poco a poco, los soldados iban dejando sus armas atrás. De un lado, británicos y franceses; del otro, alemanes, austríacos y húngaros. Se unieron a charlar. Según una carta de Willie Loasby, este soldado inglés fue el artífice de dicha "tregua", saliendo de su trinchera y avanzando los 36 pasos que conducía a la línea enemiga. Llegó hasta el bando alemán y, tras un diálogo, comenzó esta tregua.

Según cuenta las crónicas de la época, no en todo el frente se paró. Hubo sitios en los que esta "tregua" duró un día, dos, semanas o incluso un par de meses. Pero hubo otros sitios en los que ni siquiera se produjo.

Los alemanes ganaron el partido 3-2

Pero si Ypres destaca por algo es por lo que ocurrió al día siguiente, en Navidad. Tal y como explicó en una carta Johannes Niemann, un teniente alemán, fueron los aliados los que decidieron comenzar el partido: "De repente, un Tommy (como se conocía al bando británico), un escocés, salió con una pelota de fútbol. Y en unos minutos ya teníamos juego". Porterías a base de chaquetas o sombreros, con un intenso frío. "No era nada sencillo jugar en un terreno congelado, pero no nos desmotivó". Jugaron durante una hora en una época en la que el fútbol empezaba a crecer. Incluso hubo tiempo para las bromas y las risas, con los alemanes fijándose en las faldas de los escoceses. Jugaban contra sus enemigos, pero según se ha dicho siempre, ese partido destacó por la tremenda deportividad mostrada en el terreno de juego, un lugar en el que horas antes habían recogido a sus caídos para enterrar unos cuántos metros más allá.

Duró una hora, hasta que un oficial alemán dijo "basta". "Se enteró de lo que estaba pasando y mandó suspender el partido. Un poco después regresamos a nuestras trincheras y la fraterniazación terminó. El partido acacó con un marcador de 3 para los Fritzes (alemanes) -2 (Tommies)."

Así, con un partido de fútbol, se fraguó hace cien años "La Tregua de Navidad". Un momento, un partido, que hace unos días recibió su homenaje por parte de la UEFA. Durante el homenaje, Platini dijo que "en Ploegsteert y probablemente en otros lugares en el inmenso campo de batalla, desde el Mar del Norte hasta Suiza, sacaron un balón de fútbol, o una pelota de tela, y empezaron a patearla". De muchos de ellos hay dudas. Sin embargo, del disuptado en Ypres sí se tiene constancia. Este partido, el que unió a enemigos irreconciliables, se disputó. La Guerra, gracias al deporte, paró, aunque sólo fuera por una hora.

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