Los cuarenta grados a la sombra que caían sobre el Carranza el pasado domingo fueron una premonición. En el minuto 94 de partido Salinas recortó al guardameta gaditano para sentenciar la eliminatoria. Sube el filial de los leones, el Bilbao Ath. Se queda el Cádiz en el infierno. Y es el quinto año consecutivo.
En verano de 2010 el equipo descendía a Segunda División B habiendo estado en primera tan sólo cuatro años antes. Habían ascendido a Segunda en 2009 en una eliminatoria ante el Universidad de Las Palmas, pero ahora volvían al pozo. Desde entonces cinco años sufriendo, llenos de sinsabores. Primero en 2011 con una promoción ganada ante el Mirandés en la ida tras un 2-0 pletórico. En Anduva, el desastre. 4-1 y eliminación.
En 2012 otro drama. Siendo primeros de grupo, el Castilla para subir directo pero un mazazo de dimensiones grandiosas se produjo en Carranza (0-3) en la ida. En la vuelta otro varapalo (5-1). En el resto de eliminatorias de aquel año dos tandas de penalties, una ganada ante el Albacete, otra, la definitiva, perdida ante el Lugo.
En 2013 una temporada para el olvido, 13º, un año que incluso se llegó a temer el descenso a tercera división. En 2014, en la primera eliminatoria 0-0 ante el Hospitalet en Cádiz. En la vuelta en un encuentro difícil de olvidar para los cadistas, dos goles en el descuento del conjunto catalán terminaron con sus opciones.
Y llegaba este 2015, el año en el que más cerca estuvo. Como campeones de grupo un 1-1 en la ida en Oviedo y eliminatoria muy de cara. En el partido de vuelta, grandes momentos de dominio, pero el gol ovetense llevó la ansiedad. Fue el día que se tuvo que subir. Claudio Barragán, llegado en enero, lo dijo en rueda de prensa, casi entre lágrimas. "Ese día fue el del ascenso. Perderlo entonces supuso un mazazo".
Luego eliminaron al Hércules pero un día nefasto en Bilbao, sin acierto, sin alma, convirtieron en pesadilla el mejor de los sueños. 2-0 y a remontar en la vuelta. Una remontada que no llegó.
Claudio, primer entrenador y Alfredo, segundo, volvieron a vivir una pesadilla juntos. Ellos que vieron como Djukic falló el penalty de sus vidas en 1994, jugando los tres en el Deportivo de la Coruña. Ellos que ganaron la Copa en 1995, juntos, al Valencia. Ellos, tan amigos, vivieron juntos el peor día de sus existencias cuando se les había encomendado la labor no lograda.
Será el sexto año en Segunda B consecutivo. Dicen que el pozo puede ser tan profundo y que nunca salgas de él. Otros ven la luz al final del tunel. Tanta mala suerte no se puede tener. El Cadiz merece, por afición, estar más arriba. Pero el futbol es tan desagradecido que no entiende de sentimentalismo.