
El 30 de abril de 1945 Adolf Hitler se suicidaba en su búnker de la Cancillería del Reich en Berlín. La guerra terminaba para Alemania, derrotada. Sólo unos días antes las tropas soviéticas habían entrado en la capital. Y en ese clima, el mismo 29 de abril, sólo unas horas antes del suceso que terminaría por marcar el conflicto, aún se disputaba un partido de fútbol en Hamburgo.
Es cierto que desde el comienzo del conflicto el fútbol había servido para trasladar cierta normalidad entre la población alemana. Pero no lo es menos que con la multiplicación de los frentes, su práctica se fue reduciendo.
Era normal. No sólo por el hecho de que la mayoría de los futbolistas del país se encontraban en el frente, lo que hizo por ejemplo que la selección alemana de fútbol dejara de competir en 1942. También, y sobre todo, porque se podían contar por millones los soldados repartidos por todo el planeta, fragmentándose de ese modo los campeonatos regionales y amateurs.
Pero no es menos cierto que, en determinadas situaciones y circunstancias, el fútbol continuó presente hasta los últimos días del III Reich. De hecho, hasta sus últimas horas…
Uno de los equipos más representativos de aquella resistencia era el Hamburgo. Todo a pesar de que su presidente, Emil Martens, había sido castrado tras ser acusado de homosexualidad –en un proceso muy similar al que sufriría Alan Turing-, y a que una de sus principales estrellas, Rudi Noack, sería capturado por los soviéticos y enviado a un campo de prisioneros en los Urales, donde fallecería en 1947.
Sería el Hamburgo quien se proclamaría campeón del último campeonato disputado en la Alemania nazi, con una clara superioridad sobre el resto de competidores.
Superioridad que se repetiría en aquel último partido, disputado el 29 de abril de 1945, y que le enfrentó en un duelo amistoso a otro equipo de Hamburgo, el Altona 93. Justo el mismo día que representantes de la ciudad se reunían con los británicos, que habían entrado en Hamburgo horas antes, para negociar la rendición.
Tres goles de Rolf Rohrberg contribuyeron al 4 a 2 con el que el Hamburgo se impuso a su rival. Era el último partido en el Tercer Reich. Sólo cuatro días más tarde concluía la II Guerra Mundial en Europa con la firma de la rendición de Alemania.
También el primer partido
Nuevamente el Hamburgo disputaría el primer encuentro de fútbol de la nueva Alemania, poco después de concluir la guerra. Se enfrentaría en un partido amistoso al equipo británico de la Real Fuerza Áerea, en el intento del país de restablecer cuanto antes la normalidad. Con el fútbol como indudable apoyo para lograrlo.

