
Nacido en Montevideo el 17 de diciembre de 1927, Walter Gómez Pardal da sus primeros pasos en el fútbol en el Central Football Club (antes de ser Español). Poco tardaría en pasar a Nacional, el club más importante de Uruguay. Y ahí, con apenas 18 años, se convierte en ídolo.
Formaría un formidable ataque junto a Castro, Porta, García y Zapiraín, jugando generalmente Gómez por la derecha. Un ataque que le da dos títulos consecutivos al equipo, en 1946 y 1947, después de dos temporadas en blanco. También ganaría un Torneo Competencia y un Torneo Honor.
Sin haber cumplido los 20 años Walter Gómez no sólo ya es internacional, es pieza clave de la selección de Uruguay, una de las más potentes del planeta. Especialmente recordado es un partido ante Argentina el 15 de agosto de 1945. A pesar de la derrota de su equipo, Gómez deslumbró a todos, marchándose ovacionado por la afición argentina del Estadio Gasómetro de la Avenida La Plata al ser sustituido en el segundo tiempo.
No hay duda. Está llamado a ser una leyenda en casa. Imposible dejar salir a un futbolista así del país. Pero…
El puñetazo que lo cambió todo
Durante la disputa del clásico uruguayo, entre Nacional y Peñarol, Walter Gómez, que también es conocido por sus frecuentes actos de indisciplina, cruza todos los límites. Visiblemente enfadado por las decisiones del colegiado, Aníbal Bochetti, en un momento dado se lanza a por él y le agrede. Le suelta un puñetazo que es historia del fútbol sudamericano.
Una acción que le supondría una durísima sanción: expulsado de Nacional y de la selección uruguaya durante un mínimo de un año.
Sin poder jugar en casa, decide buscar un nuevo destino.
Antonio Vespucio Liberti, presidente de River Plate, no desaprovecha la oportunidad que de manera inesperada se le acaba de presentar. Y tras asegurar una importante suma de dinero tanto a Nacional como a Walter Gómez, se lleva al futbolista a Argentina.
La nueva Máquina
La llegada de Walter Gómez a River se producía justo en el ocaso de La Máquina, la delantera más famosa en la historia del equipo argentino.
Y el debut no puede ser mejor. Lo relata él mismo, en El Gráfico: "Llegué de Montevideo, me embarcaron para Rosario, me presentaron a mis nuevos compañeros en el vestuario y salí a jugar el primer partido del año, contra Newell's. Al minuto recibí un pase de Labruna y marqué el primer gol del campeonato".
Es el inicio de un quinquenio legendario. De la segunda máquina, junto a Labruna, Loustau, Prado y Vernazza. De 1950 a 1955 Gómez y River ganan tres títulos de liga y una Copa Ibarguren. En total, disputa 121 partidos en los que anota 74 goles.
Y deja algunos partidos inolvidables. Como el que disputó ante Lanús en 1954: marcó cuatro goles en 21 minutos, récord que continúa vigente. Así lo recuerda Enrique Omar Sivori, leyenda del fútbol argentino: "yo estaba muy nervioso, recién empezaba a codearme con los grandes. Debía jugar porque Labruna estaba enfermo. Tenía unos nervios bárbaros. Walter, que no hablaba nunca, me vio la cara blanca y quiso tranquilizarme: "No te preocupes, pibe, que este partido lo gano yo solo... me dijo. Esa tarde le metió cuatro goles en 20 minutos a Alvarez Vega"
O aquel encuentro el 16 de julio de 1950. Sí, el día que Uruguay se proclamó campeona del mundo con el inolvidable Maracanazo. Walter Gómez no pudo disputar el Mundial al continuar vigente la sanción por el puñetazo a Bochetti. Durante el transcurso del partido entre River y San Lorenzo se conoció la victoria uruguaya, y todo se detuvo. "Cuando entré a la cancha para el segundo tiempo lo anunciaron por los altavoces. El público me ovacionó como homenaje a mi país, y todos mis compañeros y los jugadores de San Lorenzo me vinieron a felicitar. Me temblaron las piernas. Después entré a buscar una pelota cruzada desde la derecha y la metí de zurda en el arco de Blazina. Me acuerdo que hice el gol con los ojos llenos de lágrimas", relata en El Gráfico.
Tras abandonar River Plate en 1955 puso rumbo a Europa. Nada menos que al Milan. Pero ahí tuvo un incomprensible paso: disputó un único encuentro, amistoso, y sería cedido al Palermo. En dos temporadas, una en Serie A y otra en Serie B, lograría 9 goles en 51 partidos. Bagaje escaso para sus antecedentes.
En 1959 regresa a Nacional, para iniciar un periplo que le lleva por Colombia y Venezuela, antes de dejar definitivamente el fútbol en el Darling uruguayo con 38 años.
A pesar de su imborrable legado como futbolista en Uruguay y Argentina, su post no fue el merecido. Terminaría en el anonimato. Casi en la pobreza, de no ser por la ayuda que le ofreció River para ser el aparcador de coches del estadio Monumental.
Walter Gómez fallecería el 4 de marzo de 2004, a la edad de 76 años.
Se marchaba así uno de los mejores goleadores de la historia del fútbol sudamericano. Leyenda en Nacional, a pesar de todo, y especialmente en River Plate. Ahí, dicen, en las gradas del Monumental, se escuchó por primera vez el cántico hoy extendido por todo el planeta fútbol de "U-ru-gua-yo". Un recuerdo eterno para un futbolista eterno.

