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La tragedia de Joe Gaetjens, el héroe inesperado del fútbol mundial

Artífice de una de las victorias más inverosímiles de la historia de los Mundiales, terminó asesinado en su propio país.

Artífice de una de las victorias más inverosímiles de la historia de los Mundiales, terminó asesinado en su propio país.
Joe Gaetjens es llevado a hombros tras la victoria de Estados Unidos ante Inglaterra en el Mundial de Brasil. | Archivo

Más allá del eterno Maracanazo, en el mismo Mundial de Brasil de 1950 se vivió otra de las grandes hazañas que nos ha dejado la historia de los campeonatos del mundo de fútbol. Inglaterra, el equipo invencible, caía derrotado en su estreno ante un conjunto muy inferior: Estados Unidos. Nadie podía creérselo. Y Joe Gaetjens fue el héroe de aquel histórico triunfo, de aquella inconcebible victoria.

Futbolista por necesidad

Tal día como hoy hace justo cien años, el 19 de marzo de 1924, nacía en Puerto Principe, capital de Haití, Joseph Edouard Gaetjens. Hasta ahí se habían desplazado sus abuelos, comerciantes alemanes.

Sus indudables cualidades y la buena posición económica de la familia le permitieron ingresar con 14 años en las inferiores del Etoile Haitienne, uno de los equipos de fútbol más importantes del país. Con 17 años ya formaba parte del primer equipo, con el que conseguiría dos campeonatos nacionales, en 1942 y 1944.

Con todo, no era el fútbol una vía con la que pudiera ganarse la vida, así que en 1945 puso rumbo a Estados Unidos para estudiar contabilidad en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Compaginaría los estudios con un trabajo de friegaplatos en el restaurante Rudy, dirigido por un español, quien era además el propietario del equipo de fútbol Brookhattan. En cuanto conoció su pasado futbolista en Haití, Rudy le propuso jugar para su equipo a cambio de un sueldo extra camuflado en su nómina como empleado.

No fue, desde luego, una mala decisión, pues Joe Gaetjens se convirtiría en el máximo goleador del Brookhattan, con el que llegaría a disputar una final del U.S. Open Cup, una especie de Copa del Rey estadounidense.

Su facilidad anotadora llamaría la atención de la selección de Estados Unidos, clasificada para el Mundial de 1950. Aunque él era haitiano, bastó una declaración de intenciones en la que asegurara que iba a solicitar la ciudadanía estadounidense (algo que, en realidad, nunca llegaría a hacer) para entrar en la lista que se desplazaría a Brasil.

Héroe por un día

El debut de Estados Unidos en el Mundial sería ante España. 3 a 1 ganaron los nuestros, en un partido mucho más complicado de lo que refleja el marcador. Se adelantaron los estadounidenses, con gol de Pariani en el minuto 17. Y los tres tantos españoles no llegarían hasta los últimos diez minutos de partido.

Sin embargo, el gran día para Estados Unidos llegaría en el segundo encuentro.

El 29 de junio de 1950 se enfrenta a Inglaterra en el estadio Independencia de Belo Horizonte, ante algo más de 10.000 espectadores. Un partido, por cierto, que ya quedaría para la historia antes de arrancar: por primera vez en un Mundial, un equipo de fútbol, Estados Unidos, saltaba al campo con dorsales. Todos sus jugadores llevaban en la camiseta un número del 1 al 11.

Llegaba Inglaterra como gran favorita. No era para menos. Eran los inventores del fútbol, el equipo que había renunciado hasta la fecha a disputar ningún Mundial porque, consideraban, era un torneo menor para exponer su indudable superioridad futbolística. Estados Unidos, un combinado en el que todos sus futbolistas trabajaban en otros oficios fuera del fútbol, no tenía nada que hacer.

Lo que aconteció aquel 29 de junio nadie lo esperaba.

Estados Unidos aguantó las embestidas iniciales de Inglaterra, que no veía la manera de superar a Frank Borghi, el portero. Y en uno de los escasos ataques yankees, Gaetjens terminaría por anotar el 1-0. Walter Bahr disparó a portería, y el delantero haitiano fue capaz de variar el destino inicial del balón, superando así a Bert Williams.

Un gol, por cierto, del que no existen imágenes filmadas. Todas las cámaras estaban pendientes del área de Estados Unidos, donde se suponía se iban a producir todas las acciones.

Era el 1-0. Quedaba toda la segunda mitad. Pero Inglaterra fue incapaz de igualar el marcador. Estados Unidos daba la gran campanada. Un resultado que pillaría por sorpresa incluso a la prensa británica: cuando llegó el telegrama con el resultado del encuentro, pensaron que se había tratado de un error en la transcripción, y se publicó que el equipo había vencido por 1-10.

Pero no. Había sido 1-0. Un 1-0 histórico en el que Joe Gaetjens, el autor del único tanto, se erigía en el gran héroe. Su salida del campo, a hombros de sus compañeros, así lo refrenda.

Periplo y retorno

Con todo, Estados Unidos no pasaría de grupo. Tampoco Inglaterra, que volvería a perder en la tercera jornada, esta vez ante España, quien sí se clasificaría para la Fase Final en la que, ya saben, terminaría imponiéndose Uruguay.

Tras aquella inolvidable aventura en Brasil, Joe Gaetjens probó fortuna en Europa. Ficharía por el Racing Club de París francés. Dos temporadas, menos goles de los que se podía esperar, y una temporada más en el Olympique Alès, de segunda división.

Y regreso a Haití, en 1954. Como un semidiós. La hazaña brasileña también había llegado hasta su país. Y su retorno para retirarse del fútbol fue recibido como una bendición. Su último partido fue con la selección de Haití, con la que pudo jugar al no haber llegado a firmar nunca la ciudadanía estadounidense.

No fue un gran partido. Gaetjens ya estaba lastrado por las lesiones. Se trató de algo más bien simbólico. El reconocimiento al haitiano que ha logrado el gol más importante en la historia de un futbolista del país.

Una caída dramática

Tras su retirada pasó a ser entrenador. En un país en el que el fútbol no estaba aún desarrollado, quería servir sus conocimientos adquiridos en Estados Unidos y Francia. Especialmente para los más jóvenes, inculcándoles su amor por el deporte.

Gaetjens también montaría una cadena de lavanderías.

Pero eran momentos convulsos en el país. En 1957 François Papa Doc Duvalier había sido elegido Presidente. Un Presidente basado en la fuerza, con un ejército personal que no permitía rivales. Se estima que unas 30.000 personas fueron asesinadas durante los 14 años que duró su mandato.

La familia de Joe Gaetjens, relacionada con la oposición y con movimientos agitadores de cambio, salió del país en el momento en el que Duvalier se autoproclamó presidente vitalicio. Sin embargo, el futbolista decidió quedarse en casa. Pensaba que dada su figura, su reconocimiento en el propio país, estaría a salvo.

Nada más lejos de la realidad. El 8 de julio de 1964 un grupo de Tonton Macoutes, la policía secreta del régimen, entró en la lavandería en la que se encontraba Gaetjens. Le hicieron salir a punta de pistola. Y nunca más se supo.

Pese a los esfuerzos de los familiares por conocer qué había sucedido; si, como se comentaba, había sido encarcelado, o incluso expulsado del país a un paradero desconocido, nada hallaron.

Hasta que en 1972, tras la muerte de Duvalier, se conoció que Joe Gaetjens había fallecido. No se sabe ni cómo, ni cuándo, ni dónde. Lo más probable es que fuera aquel mismo 8 de julio de 1964.

De nada le había valido ser un héroe nacional en Haití. De nada le había valido haber anotado el gol más importante en la historia del fútbol estadounidense. De nada le había valido ser el artífice de una de las mayores sorpresas vividas jamás en un Mundial de fútbol.

Un gol que le valió, eso sí, el reconocimiento eterno. En 1976 ingresó a título póstumo en el Salón de la Fama del fútbol de Estados Unidos. Hoy que la selección es ya una potencia mundial, y que se encuentra a punto de albergar el próximo campeonato del mundo, todos miran hacia atrás y recuerdan aquel día en el que un haitiano, Joe Gaetjens, logró el tanto que llevó el fútbol estadounidense a lo más alto del panorama futbolístico mundial durante unas horas.

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