
Hace ya casi 90 años, la selección de Noruega lograba una de las victorias más importantes de toda su historia futbolística. En pleno corazón de la Alemania Nazi, en un partido que debía ser una exhibición local, una apoteosis nacionalsocialista durante la celebración de sus Juegos Olímpicos, los noruegos, dirigidos por el genial Asbjorn Halvorsen sorprendieron al mundo con una victoria tan brillante como estremecedora.
Mucho se ha contado sobre lo que sucedió con aquel técnico noruego, y su resistencia a la invasión nazi. También sobre Magnar Isaksen, el judío que anotó los dos tantos del partido para vergüenza de las autoridades nazis. Y también sobre Odd Frantzen, el mejor futbolista de aquella selección noruega y cuya vida da para un best-seller.
Hoy, nos detenemos en la figura de otro de los futbolistas que formaron parte de aquella tarde histórica. Un goleador empedernido, que terminó sufriendo las atrocidades coyunturales de su época en sus propias carnes. Es la historia de Reidar Kvammen, el goleador que sobrevivió al campo de concentración.
Un goleador despiadado
Nacido el 23 de julio de 1914 en Stavanger, Reidar Kvammen está considerado uno de los mejores futbolistas noruegos de todos los tiempos. El primero en superar las 50 internacionalidades con su país.
Su carrera a nivel de clubes siempre estuvo ligada al Viking, al que llega con apenas 16 años. Desde la primera temporada es pieza clave en un equipo con el que llega a alcanzar el subcampeonato de Copa de 1933, e imponerse en todos los circuitos locales (la liga nacional noruega como tal no se fundaría hasta 1948). En total, Kvammen, que solía actuar como extremo y brillaba sobre todo por su habilidad con el balón, sumará 202 goles en sus 284 partidos con el Viking, club del que continúa siendo el máximo goleador histórico.
El 5 de noviembre de 1933, con 19 años, debuta con la selección absoluta de Noruega. Lo hace ante Alemania, preludio de lo que vendrá años después, en un partido que se salda con un empate a 2. Un partido, por cierto, en el que también debuta su hermano, Arthur Kvammen, nueve años mayor que Reidar y autor de uno de los dos tantos noruegos.
Que el equipo dirigido por Asbjorn Halvorsen llegaba muy en serio a los Juegos Olímpicos de Berlín del 36 lo demuestra el último encuentro preparatorio disputado antes de la cita: Noruega se impone por 4 a 3 a Suecia en Estocolmo, con tres tantos de Reidar Kvammen. Ya en los Juegos, y tras imponerse 4 a 0 a Turquía en octavos de final -con otro tanto de nuestro protagonista- espera la anfitriona, Alemania.
Una victoria para la historia
El mismísimo Adolf Hitler, poco amante del fútbol, acude al Poststadion para ver el duelo de cuartos de final. En realidad, aquel 7 de agosto de 1936 el Führer tenía pensado asistir a la competición de remo que se disputaba en Grüna. Pero sería convencido para acudir al estadio de fútbol para contemplar lo que se presumía una victoria segura –y contundente– de Alemania ante Noruega.
Con lo que no contaba Hitler –ni, seguramente, ningún alemán– era con la exhibición que la selección de Noruega desplegaría aquella tarde. Algo que puedo comprobarse ya desde el comienzo del encuentro, a las 17.30h y ante 25.000 espectadores. En el minuto 7 Magnar Isaksen, judío para más inri, hace el 1-0. El dominio continuará siendo noruego, que encadena una ocasión tras otra. Alemania no es capaz de reaccionar, y hacia el tramo final del encuentro de nuevo Isaksen establece el 2 a 0 definitivo.
Nada más producirse el segundo tanto las autoridades nazis presentes en el palco -Rudolf Hess, Joseph Goebbels y Hermann Goring, además de Adolf Hitler- se levantan de sus asientos y abandonan el estadio. Aquello que acaban de vislumbrar es inconcebible.
Ya en semifinales, Noruega cae ante Italia –que termina por proclamarse campeona del torneo– por 2 a 1 en la prórroga. En la batalla por el tercer y cuarto puesto, y siempre con Kvamenn como titular, los noruegos se imponen a Polonia (3-2), con un triplete de Arne Brustad. Es, hasta la fecha, la única ocasión en que la selección de Noruega ha conseguido una medalla en un gran torneo de fútbol masculino.
Reidar Kvamenn -así como Halvorsen en el banquillo, Isaksen y Odd Frantzen entre otros- formará parte también de la selección de Noruega que disputa la Copa Mundial de fútbol de 1938. La primera y única para Noruega hasta 1994. La clasificación había llegado tras eliminar a Irlanda: 3-2 en Oslo y 3-3 en Dublín, ambos encuentros con doblete de Kvammen.
Ya en Francia, cae en Octavos de Final de nuevo ante Italia, y de nuevo en la prórroga (2-1). La misma Italia que la había eliminado en los JJOO dos años antes para hacerse con el oro. La misma Italia que se había proclamado campeona del mundo en 1934. La misma Italia que se proclamaría campeona del mundo en aquel 1938.
El brillante encuentro disputado por Kvammen ante los azzurri desembocaría en una gran cantidad de elogios en la prensa. Sería elegido como uno de los mejores atacantes del Mundial.
No podía imaginarse de ninguna manera que, en muy poco tiempo, pasaría de brillar en aquel campo de fútbol de Marsella, a verse aprisionado en un campo de concentración...
Leal a su país
Paralelamente a su brillante carrera como futbolista, Reidar Kvammen se había convertido en un reputado Oficial de Policía en Stavanger. Compaginaba su insaciable olfato goleador en los terrenos de juego con un apacible trabajo en las oficinas de la jefatura de su ciudad natal. Pero todo aquello cambiaría, como tantas y tantas vidas, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Sobre todo, tras la ocupación de Noruega por parte de la Alemania Nazi, iniciada en abril de 1940. A Reidar Kvammen se le propone pasar a formar parte de la administración militar que los alemanes han instaurado en el país. Pero él lo rechaza. Le insisten. Por el interés que hay en que todos lo hagan, y especialmente por su bien personal. Pero siempre lo rechaza. Abandona el cuerpo de policía.
Y aquello, claro, trae consecuencias funestas. En agosto de 1943 es detenido en el marco de la operación Aktion Polarkeis, cuyo objetivo era eliminar oficiales policiales contrarios al nuevo régimen. Tras pasar unos días en la prisión de Stavanger, es enviado al campo de concentración de Grini, en Oslo. Allí coincide con el que fuera su entrenador en la selección, Asbjorn Halvorsen.
Seis meses pasa en Grini, antes de ser trasladado -junto con otros 270 policías noruegos- a Stutthof, en Polonia. El primer campo de concentración construido fuera de Alemania. El campo de concentración que sería siempre recordado por ser dirigido por Rudolf Spanner, el médico alemán que comenzó a fabricar jabón a partir de grasa humana obtenida de cadáveres. Allí, en Stutthof. Donde está Kvammen.
Donde consigue sobrevivir Kvammen. En mayo de 1945 es liberado. Sale, evidentemente, muy mermado. Físicamente y sobre todo psicológicamente. Tiene que ser internado en Suecia para iniciar un duro tratamiento psicológico. Que surte efecto. Reidar Kvammen lo logra. Unos meses más tarde regresa a Noruega, recupera su plaza como policía, vuelve a marcar goles con el Viking, y reaparece con la selección nacional de fútbol. En 1949, ante Yugoslavia, supera las 50 internacionalidades, récord histórico en su momento. Y decide retirarse.
Pasará a ser entrenador. Entre otros, de su Viking. También del Molde y del Bryne. 14 años en los banquillos, hasta decir adiós de manera definitiva al fútbol.
De la vida se despide el 27 de octubre de 1998, con 84 años, en su Stavanger natal. Se marchaba así el último superviviente del equipo de bronce de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Del equipo que humilló a Hitler en su propia casa. Ante sus narices.
Reidar Kvammen recibiría a título póstumo el máximo galardón del fútbol noruego: la medalla de oro de la Federación de Fútbol Noruega.

